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NUEVA YORK._ Cientos de ratas y cucarachas, están azotando nuevamente el barrio dominicano de Washington Heights que incluye los vecindarios de Inwood y Marble Hill, al punto de que ayer miércoles, el concejal Ydanis Rodríguez, el presidente del condado de Manhattan, Scott Stringer y activistas comunitarios, se vieron obligados a denunciar públicamente el problema , exigiendo que el alcalde restaure fondos recortados al Departamento de Salud, cuya medida, sólo dejó 50 fumigadores en esa dependencia.
Las ratas, que se pasean como “Pedro por su casa” entre los zafacones de basura, edificios, calzadas, sótanos, líneas de trenes, cloacas, zanjas y huecos en las calles, tienen ene zozobra a miles de residentes de los citados sectores, quienes afirman, que incluso, los roedores y los bichos alados, afectan la salud de muchos de ellos, incluidos numerosos niños.
Es frecuente escuchar en el área sobre demandas contra caseros por mordidas de ratas a menores. Las ratas, en su mayoría de enormes tamaños, pueden ser vistas a plena luz del sol en calles, avenidas, caminos y en parques públicos. La respuesta inmediata del alcalde Michael Bloomberg es la de que su administración trabaja como nunca para combatir el problema y afirmó que al parecer, quienes denuncian la situación, no están bien informados.
El dominicano Javier Torres, quien trabaja como superintendente en un edificio de la calle West End y la avenida Riverside, dijo que hasta 100 ratas se aglomeran por las noches en el vecindario y corriendo para un lado y otro.
“Por las mañanas, veo a muchas ratas muertas son arrastradas por la escobilla que usan los camiones que recogen la basura”, añadió el administrador del inmueble.
Ray Flores de 53 años de edad y quien lleva 11 años trabajando en una cuadra de la calle West End, dijo que hasta 100 ratas se aglomeran especialmente por las noches en esa área. “Eran como gatitos, pero al ir creciendo, ahora son muy audaces y siempre están corriendo”, dijo al referirse a la “habilidad” de las ratas para esconderse cuando avistan humanos a su alrededor.
Javier Flores, dijo que ha tenido que usar una escoba para perseguir y tratar de matar las ratas que abundan en ese vecindario. Señaló que todo el mundo está molesto por el azote de los repugnantes animales. La ciudad informó que en su línea de emergencia 311, las llamadas de residentes con quejas sobre las ratas, aumentó a 118 en lo que va de año en comparación con 68 del 2009.
En el 2010, la línea recibió 14.134 llamadas desde diferentes puntos de la ciudad. Las ratas que se pueden ver corriendo, metiéndose en los zafacones de basura y en las grietas de algunos edificios, se han adueñado de esos vecindarios impunemente.
El Departamento de Salud indicó que ha desplegado varios inspectores para enfrentar el problema y que ha emitido al menos, cinco órdenes a caseros de edificios para que aseguren bien los recipientes de la basura. Esta semana, se han estado poniendo avisos en árboles de parques, postes y entradas de edificios, advirtiendo sobre operativos de fumigación que serán realizados en los próximos días.
Pero para los residentes de las zonas afectadas, el veneno utilizado por el municipio, no es efectivo. “Las ratas son las dueñas de nuestro barrio y no quieren irse”, dijo Ray Flores. Algunos vecinos sostienen que por las madrugadas, las ratas saltan en los pies de la gente que camina por las aceras. Algunos creen que la aparición de los roedores se debe a la mala calidad de los botes de basura, mientras Fitz Reid, presidente del sindicato de trabajadores de ayudantes del Departamento de Control de Plagas, asegura que se debe a los recortes en el presupuesto hechos por el alcalde.
Los empleados de esa unidad fueron reducidos casi al 70%. El 14 de mayo, cinco de ocho asistentes que trabajaban en Manhattan, fueron despedidos. “No nos sorprende entonces, que haya un gran brote de las plagas en la ciudad”, agregó el sindicalista.
Los moradores, que dijeron no entender mucho de tecnicismos, manifestaron que no les importan las razones y lo que quieren es que el alcalde acabe con las ratas.
Gloria Garrido, quien acostumbra a caminar entre las calles 86 y 87 Oeste, dijo que desde hace algún tiempo comenzó a evitar esa ruta para evadir la enorme cantidad de ratas que se le “encaramaban” en los pies.
“Es repugnante y me aterroriza, ya la situación no hay quien la aguante, es demasiado y las ratas se han apoderado de la cuadra”, terminó diciendo.
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