EFE
Washington
Estados Unidos envió hoy un claro mensaje a Muamar el Gadafi de que ya no le considera el líder legítimo de Libia, al suspender las relaciones con su embajada en Washington y al encargar a la secretaria de Estado reunirse con la oposición libia.
Ya la semana pasada, el presidente Barack Obama había dicho claramente que Gadafi se encuentra "en el lado equivocado de la historia" y debe "dejar el poder y marcharse ya".
De esta manera era solamente cuestión de tiempo que Estados Unidos rompiera de alguna manera sus lazos con el Gobierno del coronel.
La jefa de la diplomacia estadounidense, Hillary Clinton, anunció en el Congreso hoy que Washington suspendía las relaciones con la legación libia acreditada ante la Casa Blanca.
"Estamos suspendiendo nuestras relaciones con la embajada libia actual, de manera que esperamos de ellos que terminen sus operaciones" en la legación, dijo en una audiencia ante el Comité de Asignaciones de la Cámara de Representantes.
Eso significa que Libia debe cerrar su embajada, pero no supone una suspensión formal de las relaciones diplomáticas bilaterales.
La situación en la legación de Libia era insostenible desde que el embajador Ali Aujali renegara del régimen de Gadafi y éste notificara a través de un fax al Departamento de Estado que el diplomático ya no representaba sus intereses, lo que EE.UU. no consideró válido al no tratarse de una nota diplomática.
Esta medida se suma así a las otras que ya había tomado Estados Unidos por su cuenta para estrechar el cerco en torno a Gadafi, sus familiares y sus seguidores leales, así como a las que ha tomado junto con la comunidad internacional en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Clinton dejó hoy claro que su país da estos pasos a la espera de ver "si hay voluntad en la comunidad internacional para autorizar más medidas", dado que ella cree que sin la debida aprobación internacional, Washington no debería actuar en solitario.
"El que Estados Unidos actúe solo significaría meternos en una situación en la que las consecuencias son imprevisibles", explicó.
Mientras, EEUU está tratando de aclarar quiénes representan a la oposición libia, cuáles son sus motivaciones y objetivos.
El pasado martes, el Departamento de Estado confirmó que funcionarios estadounidenses, entre ellos el embajador de EE.UU. en Libia, Gene Cretz, se reunieron con miembros del Consejo Nacional de Transición que encabeza la oposición libia en El Cairo y en Roma.
Y hoy, Clinton anunció que viajará a Egipto y a Túnez y que se reunirá con la oposición libia.
El portavoz del Departamento de Estado de EE.UU., Philip Crowley, informó que Clinton viajará del 14 al 15 de marzo a París, donde participará en reuniones del G-8 y se reunirá con sus homólogos, y después visitará, del 15 al 17 de marzo, Egipto y Túnez.
"Estamos contactando a la oposición dentro y fuera de Libia. Me reuniré con algunas de estas personas tanto aquí en Estados Unidos como cuando viaje la próxima semana para discutir qué más podemos hacer nosotros y otros" para ayudar a los libios, afirmó Clinton.
"Estamos con los libios en un momento en el que hacen frente a bombardeos y a disparos para exigir que Gadafi se marche ya sin más violencia", explicó.
No obstante, el Director Nacional de Inteligencia estadounidense, James Clapper, opinó hoy en una audiencia en el Senado que Gadafi podría imponerse y ganar la batalla y así sobrevivir la revuelta porque es más fuerte desde el punto de vista de recursos militares y logísticos que los rebeldes.
"Creo que Gadafi está en esto para tiempo. No creo que tiene ninguna intención (...) de marcharse. Todas las evidencias que tenemos apuntan a que se está resguardando mientras dure" la revuelta, señaló.
Dijo que la situación en Libia era "muy volátil" pero que cree que "en el largo plazo el régimen se impondrá".
Clinton podrá hacer la próxima semana su propio análisis de la situación en Libia al hablar con la oposición durante su viaje a Egipto y a Túnez.
La secretaria de Estado será el primer miembro de gabinete de Obama en viajar a esos dos países tras las revueltas que depusieron tanto a Hosni Mubarak, el pasado 11 de febrero, como a Zine El Abidín Ben Alí, quien huyó el 14 de enero a Arabia Saudí.
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