En esta combinación de fotografías de archivo se ven a los dos candidatos presidenciales egipcios que competirán en la segunda ronda de elecciones. A la izquierda, Ahmed Shafiq, ex comandante de la Fuerza Aérea y el último primer ministro de Mubarak. A la derecha, Mohammed Morsi, de la Hermandad Musulmana en Egipto. Foto AP/Khalil Hamra; Nasser Nasser, Archivo. WASHINGTON. AFP. Cualquiera sea el ganador de las elecciones presidenciales egipcias, las relaciones entre Washington y El Cairo serán más complicadas que lo que lo eran cuando la diplomacia estadounidense disponía, con Hosni Mubarak, de un verdadero puente, sostienen expertos.
Mohammed Morsi, candidato de los Hermanos Musulmanes, y Ahmad Chafiq, último primer ministro del expresidente Mubarak, se enfrentarán en la segunda vuelta de las presidenciales, el 16 y 17 de junio.
Estados Unidos ha insistido en que no intervendrá en favor de uno u otro. Washington "se sentiría sin duda más cómodo con Chafiq, pero al mismo tiempo teme el caos político que su victoria podría generar", explicó a la AFP Nathan Brown, experto en Medio Oriente de la Universidad George Washington.
Considerado por algunos como la persona indicada para restablecer el orden que prevalecía antes de la revolución, Chafiq es visto en cambio como ilegítimo por quienes participaron en el movimiento de protesta que desembocó en la caída de Mubarak en febrero de 2011, destaca Brown.
Además, Chafiq no sería "tan cooperativo con Estados Unidos como Mubarak, puesto que en el plano interno sería más débil", y podría también considerar que Washington traicionó al régimen del derrocado presidente.
En la administración de Barack Obama, Mohammed Morsi y Ahmad Chafiq suscitan "una sensación casi idéntica de inquietud respecto a las consecuencias de la elección para Egipto y para las relaciones" bilaterales, agrega el experto.
Estados Unidos podía confiar en Mubarak en las negociaciones de paz entre israelíes y palestinos y el expresidente egipcio había aceptado colaborar con Israel, pese a las tensas relaciones que mantenían ambos países.
Mubarak había por otra parte respaldado con tropas a la coalición durante la Guerra del Golfo de 1991 contra Irak, había trabajado estrechamente junto Washington en la lucha contra el terrorismo y se oponía la expansión de la influencia iraní en el área.
Por el contrario, los Hermanos Musulmanes y Washington han tenido profundos desacuerdos respecto a Irán, la cooperación en materia de seguridad, "la presencia militar estadounidense en la región y, sobre todo, Israel", el gran aliado de Estados Unidos en Medio Oriente, observa Brown.
Si Mursi llegara a ganar "no hay duda alguna que en materia de seguridad habrá que excluir una cooperación estrecha entre Egipto e Israel".
La "paz fría" entre los dos países que prevaleció durante la era Mubarak, "será aún más fría en caso de victoria de los Hermanos Musulmanes", apunta a su vez Marina Ottaway, analista del centro de reflexión Carnegie Endowment for International Peace.
Pero si a Washington se lo percibe apoyando a Chafiq, se podrá pensar que "respalda aún al antiguo régimen, lo cual podría minar el crédito estadounidense no sólo en Egipto sino en el conjunto del mundo árabe", subraya Ottaway. "Creo que la relación (de Egipto) con Estados Unidos será más difícil sea cual sea el ganador", concluye.
Steven Cook, del centro de reflexión Council on Foreign Relations, no cree por su lado que Washington "tenga preferencia por uno u otro" de los candidatos, y "si fuera el caso no lo estaría proclamando". Estados Unidos, agrega, "espera poder trabajar con el próximo presidente independientemente de quién se trate, pero será difícil".DE AFP
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