Las aceras de la Duarte con París y las vías de sus entornos, han sido copadas por un creciente mercado de ropas usadas, así como alimentos crudos y preparados que ofertan de forma continua inmigrantes haitianos.
Desde la calle Abreu en el sector San Carlos, hasta la Juana Saltitopa de Villa Francisca, han tendido una hilera de anaqueles, en las aceras, contenes y parte de la vía, reduciendo su capacidad peatonal y vehicular.
Música a niveles escandalosos, guaguas anunciadoras, basura, aguas residuales, tapones, peatones caminando por la vía, el repique estruendoso de bocinas de automóviles y calderos al rojo vivo entremezclados con la gente, caracterizan casi un kilómetro de vía.El “asalto” de este espacio ha ocurrido de forma paulatina y ya tiene casi dos décadas, con promesa de soluciones, mientras la zona sigue convertida en un pandemonio, desde que amanece, hasta que los mercaderes cierran sus ventas.
Se recuerda que el pasado alcalde del Distrito Nacional, Roberto Salcedo, diseñó un plan para incluir ese espacio en el proceso de rescate de la avenida Duarte, pero nunca fue aplicado.
El mercado continuo de las pulgas atrae diariamente a cientos de personas que van tras las ofertas de ropas que se venden desde diez pesos hasta mil pesos, así como por todos los productos agrícolas que se ofertan más baratos que en los mercados y supermercados de la Capital.
Ana Josefa Rodríguez dijo que es una clienta fija tanto de ropas, zapatos y otros artículos de vestir, como de los víveres y otros comestibles que allí se ofertan, porque su dinero le rinde.
“Yo compro aquí una yuca que parece papa de blandita, muy barata. La ropa es de marca y súper barata. Yo visto de marca y me siento dichosa de que este mercado exista”, dijo.
Sin embargo, empleados, choferes de vehículos públicos, estudiantes y habitantes en la zona, se quejan de las incomodidades que les genera la exhibición de tanta mercancía y comestibles colocados de forma desordenada en aceras y calles.
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