Sacar el carnaval vegano del centro de la ciudad sería desvirtuarlo. Hacerlo perder su esencia, dice César Arturo Abreu, promotor cultural y deportivo de la provincia La Vega.
Lo dice en el contexto de que una jueza sentenció la eliminación de las tradicionales cuevas de los diablos cojuelos, por entender que al ser instaladas en las calles de la ciudad olímpica y culta trastornaban la movilidad pública.
“El carnaval de La Vega no es de exhibición, como otros en el mundo. Es un carnaval de integración”, dice Abreu para reforzar sus tesis principal: no hace sentido sacar la fiesta del carnaval del centro de la ciudad.
La medida de la jueza, que responde a peticiones de juntas de vecinos y lugareños afectados, no ha dejado a ningun sector conforme en la provincia, dice el historiador. Explica que quienes recurrieron al tribunal buscaban que se sacara totalmente el carnaval del centro de la ciudad, y que ahora no están del todo conformes porque solo se decidió sobre las instalaciones de tarimas y de cuevas.
Mientras que los promotores del carnaval, entre los que se incluye, entienden como necesaria la permanencia de las cuevas y de la festividad en el mismo centro de la ciudad.
Abreu insta a que los dos sectores enfretados se sienten a conversar para encontrar una salida al proceso, ya que se trata de una actividad comercial que a la provincia La Vega le genera entre 200 y 300 millones de pesos durante el mes de febrero.
Don César Arturo explica que el carnaval vegano es participativo y familiar, y que tiene sentido cuando la gente que acude de visitante puede codearse con los disfrazados. “No hay nada más ridiculo que un diablo cojuelo desfilando con una vejiga en hombros”, se queja.
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