domingo, 11 de diciembre de 2022

Wilson Camacho: “El cuidado y la cobardía suelen estar presentes al momento de juzgar casos de corrupción”

 

  • Wilson Camacho: “El cuidado y la cobardía suelen estar presentes al momento de juzgar casos de corrupción”
Santo Domingo, RD.

Al recibir “Reconocimiento a la Integridad y Lucha Contra la Corrupción 2022”, entregado por Participación Ciudadana, el titular de la Procuraduría Especializada de Persecución a la Corrupción Administrativa (Pepca), Wilson Camacho, hizo un breve recuento de los obstáculos que enfrenta ese órgano en la lucha contra la corrupción.

Dijo que en el pasado el Poder Judicial alegaba que no podía castigar la corrupción porque los casos no llegaban a los tribunales, pero cuando llegaron indicaban que no había pruebas suficientes, pero en la actualidad indican que la prueba es “demasiada, muy técnica, compleja y sobre muchas personas. Como si las pruebas y los involucrados en un caso fueran la consecuencia de la creatividad del fiscal y no de la dinámica delictiva que se está investigando”.“El cuidado y la cobardía suelen estar presentes al momento de juzgar casos de corrupción. Se suele temer castigar a miembros de espacios de poder que luego pueden decidir el futuro del juzgador. El operador del Sistema de Justicia tiene que aplicar la ley, aunque se la cobren luego”, dijo Camacho.

Asimismo, expresó, al igual que Yeni Berenice Reynoso, quien también recibió el reconocimiento, que en República Dominicana hay que sobrepoblar los casos, ya que se ha creado un estándar irracional de dejar abiertas las puertas de “la impunidad”.

A continuación su discurso:

Palabras de Wilson Camacho, procurador adjunto y titular de la Pepca, al recibir de Participación Ciudadana el Reconocimiento a la Integridad y la Lucha contra la Corrupción 2022

Buenas noches.

Quiero agradecer a los integrantes de Participación Ciudadana y a su coordinador general, Joseph Abreu, por la organización de este evento. Agradezco también la presencia de todos y todas.

Para estar aquí hoy debieron conjugarse un indeterminado número de variables. Pero debo destacar que no estaría aquí de no ser el hijo de Minerva Mercedes Peralta; el nieto de Asunción Peralta; el esposo de Yeidy Olmeda; el amigo, el compañero de lucha y colega de Yeni Berenice Reynoso y, sin lugar a dudas, de no ser elegido para ser parte del equipo de trabajo de una mujer del talante de la magistrada Miriam German Brito.

A esto se suma una cuestión indispensable, un formidable y comprometido equipo de trabajo, del cual en muchas ocasiones soy la cara, pero sin el que no sería posible nada de lo que podemos exhibir hoy ante la sociedad dominicana.

El éxito de cualquier gestión descansa en los hombros de su equipo de trabajo y el nuestro está compuesto por mujeres y hombres que escogieron defender los intereses de toda la sociedad. Han sacrificado el tiempo con sus seres queridos, la salud, el descanso necesario y hasta su seguridad y las de los suyos para perseguir un ideal: Mover las fronteras de la impunidad en República Dominicana.

Los premios suelen ser individuales, los sacrificios colectivos. Así que tengo muy claro que este reconocimiento les pertenece a todos ustedes. Todos los compañeros de la Procuraduría Especializada de Persecución de la Corrupción Administrativa y de la Dirección General de Persecución del Ministerio Público hemos sido, y me incluyo, fogoneros de este tren que esta noche me trajo hasta aquí.

No creo que existiría una gestión como la actual del Ministerio Público sin el empoderamiento social sin precedente surgido a finales de 2016 con el amplio movimiento social conocido como “Marcha Verde”. A todos ellos nuestro reconocimiento por demandar el destierro de la impunidad.

La corrupción es un problema, una desgracia en República Dominicana. Luchar contra ella entraña numerosos sacrificios personales de nosotros y de las personas que nos rodean. Hacer este trabajo de forma correcta implica comprometer el tiempo que antes dedicábamos a familiares y amigos, a los que ponemos en competencia con Job al exigirles cada vez más paciencia.

A veces las cosas que deberían ser comunes se convierten en heroicas y extraordinarias, lo que hemos hecho desde el Ministerio Público no ha sido algo más que cumplir con nuestro deber y hacerlo entregando alma, corazón y vida. ¡Lo que ha de hacerse, debe hacerse con pasión!

Es mucho lo que esta experiencia nos ha enseñado. Hemos aprendido a ser más pacientes, empáticos, solidarios, perseverantes y meticulosos. Pero también tercos… y hasta más chivo que una guinea tuerta.

Este proceso nos ha hecho a todos un poco contadores, economistas, ingenieros, analistas financieros, psicólogos… Nos ha hecho más abogados, hemos tenido que profundizar en el derecho penal, procesal y constitucional. Pero también hemos tenido que hacernos administrativistas. ¡En fin, este proceso nos ha hecho más fiscales!

La corrupción pública es un delito que corroe, destruye y drena el patrimonio de una nación desde los cimientos mismos del Estado. Afecta el desarrollo económico, social y el bienestar de los pueblos, impactando temas esenciales para su desarrollo como la educación, la salud, el empleo, la libre competencia… Impacta negativamente en la inversión extranjera y deja a los países, con sus gentes, sumidos en el atraso y la pobreza.

Kofi Annan definió la corrupción como una plaga insidiosa que tiene un amplio espectro de consecuencias corrosivas para la sociedad. Socava la democracia y el Estado de derecho, da pie a violaciones de los derechos humanos, distorsiona los mercados, menoscaba la calidad de vida y permite el florecimiento de la delincuencia organizada, el terrorismo y otras amenazas a la seguridad humana.

La corrupción es un flagelo canceroso que castra nuestras posibilidades de desarrollo. Siempre deberíamos preguntarnos: ¿Cuántas víctimas deja un acto de corrupción? ¿Cuántos actos de corrupción puede promover una sola muestra de impunidad?

He dicho que la carrera contra la corrupción y la impunidad no es de velocidad, es de resistencia. No podemos pretender mover las fronteras de la impunidad sin obstáculos, de todo tipo.

Por ejemplo, en un momento el Poder Judicial alegaba que no podía castigar la corrupción porque los casos no llegaban a los tribunales, lo cual era cierto.

Cuando los casos le llegaron alegó que no llegaron con pruebas suficientes, lo cual podría ser cierto en algunos casos y discutible en otros.

Pero ahora que los casos les llegan con pruebas suficientes alegan que es demasiada, muy técnica, compleja y sobre muchas personas. Como si las pruebas y los involucrados en un caso fueran la consecuencia de la creatividad del fiscal y no de la dinámica delictiva que se está investigando.

¡En fin, siempre hay una excusa para favorecer a los procesados por corrupción! ¡Y cada quien sabrá ante qué espejo pondrá su rostro para que lo refleje la historia!

Ya lo cantó Pablo Milanés:

“La historia lleva su carro y a muchos los montará

Por encima pasará

De aquel que quiera negarlo.”

Es una realidad que en República Dominicana hay que sobreprobar cuando se trata de casos de corrupción. En estos procesos se desnaturaliza y tergiversa al extremo. Se ha creado un estándar irracional y metafísico para mantener abiertas las puertas de la impunidad.

Hagámonos algunas preguntas: ¿Dónde están las sentencias de principios jurídicos en materia de corrupción? ¿Dónde están las sentencias, al menos, buenas sobre corrupción? ¿Dónde está el contenido pedagógico de las decisiones sobre corrupción? ¿Cuál es el mensaje que nos transmiten estas decisiones? ¿A qué se apuesta?

El cuidado y la cobardía suelen estar presentes al momento de juzgar casos de corrupción. Se suele temer castigar a miembros de espacios de poder que luego pueden decidir el futuro del juzgador. El operador del Sistema de Justicia tiene que aplicar la ley, aunque se la cobren luego.

Una cosa es segura, la historia nos ha de evaluar a todos. Cuando eso suceda, cuando la historia pase balance, desde el Ministerio Público procuraremos tener la conciencia tranquila y la satisfacción del deber cumplido.

Habremos hecho lo correcto al combatir la corrupción y la impunidad.

Reducir la impunidad a su mínima expresión es una asignatura pendiente de pasadas generaciones. Es una obligación de nuestra generación y debe ser un tema superado para las generaciones futuras. La corrupción y la impunidad deben ser derrotadas.

Finalmente, estoy aquí por la gracia de Dios y la generosidad de una institución como Participación Ciudadana, guardián de la institucionalidad, el Estado de derecho y el fortalecimiento democrático en República Dominicana, así como por la generosidad de Transparencia Internacional.

Ser fiscal, en sentido general, es un tema de vocación, vocación que nos motiva a levantarnos cada día y dar lo mejor sin esperar reconocimiento. No obstante, gracias por tomar en cuenta nuestro trabajo. Este noble gesto es un estímulo que nos compromete a seguir dando lo mejor de nosotros para construir un país libre de impunidad.

¡Muchas gracias!

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