El pene juega un papel en la cultura social que implica mucho más que sus roles fisiológicos, en la gran mayoría de las sociedades se convirtió en un ícono vinculado a la virilidad y el placer sexual, rodeado de muchos mitos y tabúes que es necesario derribar.
Por definición, es el órgano genital que permite la penetración, además de la emisión de orina y semen. Su estructura interna consiste en dos cuerpos cavernosos, responsables de la erección durante la tumescencia vascular, y un cuerpo esponjoso por donde circula la uretra hasta el orificio distal localizado en el glande.
La erección es consecuencia del llenado de sangre de los cuerpos cavernosos y esponjoso, lo cual lo lleva a duplicar o triplicar su tamaño y a darle la rigidez característica. El mecanismo de la erección se logra gracias al flujo arterial peneano, al aumento de la presión sanguínea y a la disminución del retorno venoso o flujo de salida.
Tanto los cuerpos cavernosos como el esponjoso están formados por un tejido especial con “celdillas” o sinusoides que permanecen cerradas en estado de flacidez y se abren cuando llega el torrente sanguíneo arterial para provocar la erección.
Los cuerpos cavernosos están rodeados por una gruesa membrana de tejido conectivo denominada albugínea, la cual permite que la sangre se retenga en los sinusoides logrando la rigidez del pene. En cambio, en el cuerpo esponjoso la albugínea es mucho más delgada, por este motivo, la tumescencia del pene aumenta, pero no llega al estado de rigidez.
El tamaño del pene sigue siendo una preocupación mucho más imaginaria que real, ya que en la mayoría de los casos el tamaño real se ubica dentro del promedio.
Muchos hombres perciben su pene más pequeño de lo que es en realidad y focalizan su atención en la medida. A pesar de las explicaciones médicas, estos hombres acomplejados por el tamaño del pene son proclive a realizarse tratamientos quirúrgicos que no solucionan para nada su problema, ya que dimensión del pene está en “sus cabezas”.
Dejando de lado el pene pequeño que hace muy difícil la penetración, el complejo por el tamaño del pene se ubica más psicológico que orgánico. Estos hombres sufrientes evitan las relaciones sexuales y viven obsesionados, comprometiendo su estado de ánimo y su vida en general. La idea que predomina es la del fracaso del coito y no desarrollan otras habilidades eróticas en pos de complacer a sus parejas.
En los consultorios sexológicos escuchamos el relato de estos hombres cerrados a encontrar otras estrategias de goce además de imaginar qué pensarán las mujeres cuando vean su pene “insuficiente”.
Romper con mito de que el coito es el sumun del placer es el primer paso para calmar sus ansiedades. Es condición terapéutica que la imagen que subestima sus dotes de amante por el tamaño de su pene cambie por otra que dé prioridad a todo el juego erótico y a la multiplicidad de acciones que se pueden desarrollar, además de centrarte en su propia imagen y dejar de lado “qué estará pensando ella de mi pene”.
La preocupación por el tamaño del pene encubre temores que llegan a convertirse en verdaderas fobias sexuales evitando los encuentros o tomando recaudos para bajar el temor.
Entre estos recaudos está la ingesta de alcohol o alguna otra sustancia, el uso de Viagra, de ansiolíticos, tener sexo con la luz apagada, etc. También están aquellos que directamente evitan los contactos o lo hacen solo con trabajadoras sexuales.
Ellas y el tamaño
La expresión libre ayuda a las mujeres a compartir no solo sus experiencias, también sus dudas y ponerlas a consideración de sus pares. Entre café y café resuenan los gemidos, las quejas por la rutina, la “adrenalina” del amante, los pudores y por qué no, las culpas.
Ellas saben modular sus intereses con el objetivo no solo de compartir, sino de saber qué piensan y qué hacen las demás con sus sexualidades. Porque si en la mesa de los hombres se cuentan historias de sexo por el hecho de exponer habilidades, las acciones heroicas con el pene erecto, en la mesa de las damas el discurso se convierte en un medio no solo para compartir, sino para descubrir cómo sus pares resuelven cuestiones sexuales.
Las mujeres interrogan subrepticiamente, resuelven entre ellas dilemas fisiológicos, emocionales, morales, por el hecho mismo de comparar sus experiencias y sentirse más acompañadas, o más solas, según sea la cuestión a tratar. Uno de los temas que se discute es el tamaño del pene y no su uso.
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El tamaño del miembro también está en el imaginario femenino como parte del atractivo del cuerpo masculino: cara, músculos, pene y también piernas y cola musculosa. Sin embargo, las mujeres saben que esas condiciones físicas forman parte de una imagen que las estimula, pero no es condición para el “enganche”.
Si está presente, perfecto, pero los lazos de conexión y perdurabilidad serán patrimonio de otros aspectos ligados a lo afectivo, el respeto, a la comunicación, al humor, etc. Sin embargo, la sensorialidad femenina, como conexión corporal y afectiva, requiere de estímulos que la despierte e incremente. “Tocar” el pene erecto es uno de estos estímulos. Por supuesto que si mayor es el tamaño mayor será la incitación erótica.
Pero así como sucede con el pene, otras zonas corporales pueden disparar sensaciones agradables. Tocar los labios, el mentón, el cuello, el pecho, los pectorales, abdomen, la cola, las piernas, etc.
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Cada parte del cuerpo puede disparar el deleite sexual. Cuando las mujeres hablan del tema refieren que cada uno de estas fuerzas erógenas son partes de un todo que se suma integrándose al placer. Al fin y al cabo, si nos ponemos a pensar en lo que sucede durante la relación erótica, nos daremos cuenta de que no es solo una sumatoria de partes físicas las que mueven el placer, son las sensaciones que provienen de ellas y que se integran en un todo.
El relato de hombres y mujeres discurre entre satisfacciones e insatisfacciones respecto al cuerpo erógeno, sin embargo, como lo dice su nombre, el cuerpo es erógeno, en tanto “lo físico” dispare sensaciones que envuelven el propio cuerpo y se traducen en acciones mutuas. La conexión erótica es un ida y vuelta de estímulos y respuestas, en el mejor de los casos placenteras, en otras displacenteras, pero sensaciones al fin.
Por Dr. Walter Ghedin (Infobae)
Walter Ghedin, (MN 74.794), es médico psiquiatra y sexólogo
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