Después de una semana, los niveles de azúcar en la sangre antes del desayuno habían vuelto a la normalidad, lo que indicaba que el páncreas y el hígado estaban funcionando normalmente. Al cabo de ocho semanas, todos los voluntarios habían conseguido eliminar su diabetes, y tres meses después, siete de ellos seguían libres de la enfermedad.
Según Taylor, que presenta este fin de semana su descubrimiento en una conferencia de la Asociación Americana contra la Diabetes en San Diego (California, EEUU) un exceso de grasa obstaculiza el funcionamiento del páncreas a nivel celular e impide la normal secreción de insulina que regula el azúcar en la sangre. Cuando, gracias a esa dieta especial se elimina la grasa, el órgano en cuestión recupera su normal funcionamiento. Hasta fecha reciente se creía que la diabetes tipo 2, la más usual, era irreversible, pero el científico británico afirma haber demostrado que puede invertirse ese proceso.
La idea de someter a los diabéticos a esa dieta le vino al comprobar que en los pacientes sometidos a un bypass gástrico solía desaparecer la diabetes de ese tipo. Muchos creían que ello se debía a que la intervención quirúrgica afectaba a las hormonas del intestino, lo que tenía un impacto derivado en el páncreas. Sin embargo, el profesor Taylor aventuró la hipótesis de que ello podía deberse a que la cirugía obligaba a los enfermos a una estricta limitación dietética. Según el científico, los escáneres MRI efectuados a los voluntarios mostraron que la proporción de grasa en sus páncreas cayó de un 8 a un 6 % en las ocho semanas del experimento. EFE
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