El inventor de la vacuna de la malaria, el colombiano Manuel Elkin Patarroyo, no podrá seguir experimentando su antídoto con monos amazónicos, según una sentencia judicial que se traduce en la paralización de sus investigaciones tras 32 años. Con esta decisión, un juzgado de Cundinamarca, con sede en Bogotá, dio la razón a dos ecologistas de la asociación Entropika, que acusan al investigador de tráfico de animales por utilizar monos capturados al otro lado de la frontera colombiana.
La sentencia entró en vigor el pasado viernes, cuando fue clausurado el laboratorio que Patarroyo tenía desde hace tres décadas en Leticia, una localidad en plena Amazonía y fronteriza con Perú y Brasil.
Allí, en plena selva y con una línea divisoria difusa, el investigador trabajaba con monos nocturnos de la especie Aotus, con un ADN similar al de los humanos.
La prohibición supone un gran golpe para Patarroyo, que se encontraba en la recta final de sus investigaciones, según confesó en una entrevista con Efe.
“Estamos muy cerca, y cuando digo muy, es mucho”, indicó este doctor que ha dedicado su vida a la investigación de la malaria y otras enfermedades contagiosas.
“La vacuna para monos teníamos planeado terminarla a finales de este año o principios del que viene y como los monos tienen un sistema idéntico a los humanos, en estos estaría como un tiro”, agregó.
Patarroyo defiende que el fallo judicial responde a “intereses oscuros”, ya que hace seis años que los ecologistas de Entropika están detrás de su laboratorio y, a su juicio, “desafortunadamente la justicia cayó en la trampa”.DE EFE
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