El distrito municipal de La Victoria es un pueblo conocido por tener en su entrada la cárcel más grande del país y una de las más antiguas; y por poseer en su corazón uno de los grandes tesoros espirituales que tiene República Dominicana: el Santuario de Schoenstatt, lugar de gratitud, paz y transformación.
La hermana Carmen de Jesús, quien se encarga de atender una pequeña tienda establecida en el monasterio, comenta que un santuario es un lugar donde está la presencia de Dios. “Donde Dios Padre quiere manifestar su poder y bondad a los hombres, y para ello elige personas, lugares e incluso acontecimientos que hacen más diáfana su presencia”.
“Los santuarios son lugares sagrados donde el hombre se encuentra con Dios, un lugar donde se puede entablar con Él los diálogos de la fe, la esperanza y el amor. Un lugar donde experimenta su gracia salvadora”, expresa.
Historia
De Jesús cuenta que el Santuario de Schoenstatt fue creado un 18 de octubre de 1914, en Schoenstatt, Alemania, día en que por medio de una plática (más tarde llamada Acta de Fundación de Schoenstatt), el Padre José Kentenich le propone a un grupo de jóvenes convertir una antigua capilla abandonada en un lugar de peregrinación y de gracia.
“En ese momento le pidió a la Santísima Virgen que se estableciera allí y obrara en ese lugar milagros y gracia. Ese día quedó sellada una alianza de amor entre Kentenich y la Santísima Virgen, entre ese terruño y el cielo”, dice.
Asegura que ese acto histórico dio origen al Santuario de Schoenstatt, y así, “siguiendo un camino ordinario Dios tomó una nueva iniciativa para manifestar su presencia paternal a los hombres”.
52 años después esa alianza toma forma en República Dominicana.
La hermana cuenta que el Santuario de Schoenstatt se estableció en el pueblo de La Victoria el 7 de septiembre de 1966, cuando llega la imagen de la Madre tres veces Admirable, y con ella el Movimiento de Schoenstatt.
“El movimiento se extiende rápidamente con el surgimiento de varios grupos de formación: señoras, matrimonios, juventud y niños. En ese momento surgió la necesidad de construir el Santuario”, explica.
Dice que después de varios años de trabajo, oración y sacrificios, llega el día anhelado de la creación del Santuario: el 8 de julio de 1978.
Expresa que el monasterio lleva el nombre de Victoria Patris, que quiere decir la Victoria del Padre. Ese nombre significa “que Dios padre debe ser victorioso en nosotros. Él desea vencer nuestro orgullo y convertirnos en hijos pequeños, que caminan por la vida alegres, confiados y seguros, porque son protegidos por un Padre y una Madre que nunca los abandonará”.
Agrega que esa gracia la reciben todas las personas que visitan el Santuario
Un lugar acogedor
Schoenstatt “Lugar Hermoso” se puede usar con todos los sinónimos que se le pueda hallar a esta palabra (bello, bonito, lindo, agraciado, precioso), así lo expresa la hermana Carmen de Jesús.
Schoenstatt “Lugar Hermoso” se puede usar con todos los sinónimos que se le pueda hallar a esta palabra (bello, bonito, lindo, agraciado, precioso), así lo expresa la hermana Carmen de Jesús.
Al entrar al Santuario, lo primero que se escucha es el majestuoso canto de las aves. La paz que transmiten no se pueda comparar con nada. Los problemas, agonías y disturbios desaparecen como por arte de magia al escuchar las bellas melodías que salen de tan inofensivos alados.
Cuando la vista se desliza hacia la izquierda se ve el “Centro de Nutrición Niño Jesús”, que forma parte del santuario. De lunes a viernes es abarrotado de niños que se benefician del amor, cariño y protección que les brindan las hermanas que se encargan de atenderlo.
Árboles verdes hacen que ni un rayito de sol roce a los peregrinos que comienzan a llegar a partir de las 6 de la mañana.
Una especie de pasarela los dirige hacia la capilla que está en el fondo. A tan solo 20 pasos de la entrada, a mano derecha, se encuentra una piedra que dice “José Engling” uno de los grandes héroes de Schoenstatt. El verde refleja esperanza, y es este el color protagonista en ese monasterio, quizás, todo es algo sencillamente planeado.
Continuando el recorrido, a la derecha está la “Casa del aspirantado” y, tal y como su nombre lo indica, es el lugar donde se forman las señoritas que tienen el deseo de pertenecer a la vida sagrada.
Muchos extranjeros visitan el monasterio, en busca de paz, olvidarse un poco de los problemas que los agobian y, claro está, muchos visitan el templo con la intención de que la virgen les conceda algún favor.
“Madre Tres Veces Admirable, Reina y Vencedora de Schoenstatt”, es el nombre de la virgen a la que los peregrinos adoran, la cual solo desea dar la luz de Cristo en cada uno de los caminantes, a fin de que nazcan hombres nuevos capaces de transformar la sociedad en la que viven, cuenta la hermana.
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UNA CAPILLA SAGRADA Y LA ORACIÓN AL CREADOR
El sonido de la campana indica el comienzo de la misa. El sacerdote da la bienvenida a todos e inmediatamente comienzan a rezar, unos permanecen sentados repitiendo a una sola voz la oración, otros se animan a pararse, el resto recita la oración de rodillas.
UNA CAPILLA SAGRADA Y LA ORACIÓN AL CREADOR
El sonido de la campana indica el comienzo de la misa. El sacerdote da la bienvenida a todos e inmediatamente comienzan a rezar, unos permanecen sentados repitiendo a una sola voz la oración, otros se animan a pararse, el resto recita la oración de rodillas.
No todos tuvieron la privilegiada oportunidad de entrar a la capilla. Es pequeña, pero desde afuera, en unos asientos de metal acomodados se puede escuchar todo como si estuvieran adentro. Hay muchos niños, al parecer algunos padres se preocupan por inculcarles a sus hijos lo importante que es lo espiritual en la vida de cualquier ser humano.
El tiempo pasa, y todos siguen con el mismo ánimo con el que entraron. Justo en una hora concluye la misa y algunos esperan que se vaya desocupando la capilla para hablar con la virgen. Hacer alguna petición es lo normal, pero tal vez, uno o dos tengan la intención de simplemente agradecer.
Como es de costumbre, ningún niño en buena salud puede estar tranquilo, al ver otros niños se hacen amigos en fracciones de segundos, y correr por todo el espacio es el juego del día; muchos se dirigen a la especie de tienda que hay ahí dentro a gastar los 50 o 100 pesos que le dieron sus padres.
Se perciben muchos carros en marcha, ya concluyó la misa y por ende muchos se van, otros toman el lugar como una especie de campamento: tienden una sábana sobre la yerba verde que oculta el suelo y comienzan a compartir con su familia.
Las horas pasan y siguen llegando personas al “Hermoso lugar”. No llegaron a tiempo para la misa, pero respirar tranquilidad es el motivo de su visita. Unos se desplazan solos, otros se hacen acompañar de su familia. Es que todos pueden visitar este lugar sin importar su religión.
A las 5 de la tarde comienza a concluir un día de tantos en Schoenstatt. Las visitan van disminuyendo y son muy pocas las personas que se percibe dentro, tantos árboles impiden que entre mucha luz al lugar, las personas van saliendo. Suspiros de tranquilidad los acompañan.
“Aquí me siento tranquilo, es como una especie de hechizo que me hacen. Al entrar aquí me desconecto de todo lo malo que me puede estar pasando, por eso, desde que me siento mal no dudo en venir”, dice un joven presente en el Santuario.
A las 7 de la noche quedan solo algunas personas dentro de la capilla. Las hermanas solo esperan que estas terminen sus oraciones. Despues de esa hora no se permiten más entradas. Los que quedan van saliendo, los minutos parecen segundos, sin embargo, el tiempo sigue pasando.
Cuando las agujas del reloj marcan las 8:00 de la noche, todas las hermanas del santuario se reúnen en la casa de retiros. Allí hacen sus oraciones para luego dispersarse para caminar hasta sus distintas casas a dormir y descansar, porque al día siguiente las puertas se abren a las 6 de la mañana.FUENTE LISTIN DIARIO
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