El vuelco de un furgón en México el pasado jueves por la noche, repleto de indocumentados y que dejó más de un centenar de víctimas entre muertos y heridos, de estos casi una veintena de banilejos, revela el costo, no solo en vidas, también económico de un sueño que terminó en tragedia para varios jóvenes de la provincia Peravia.
Con el fin de llegar a Estado Unidos hombres y mujeres de Peravia se embarcan en viajes ilegales que organizan redes, que hasta el momento no han podido ser identificada por las autoridades, que se dedican a la trata de personas.
La ruta
Salen en avión hasta Costa Rica, unas veces, otras hasta Panamá, de ahí hacen el resto por carretas y caminos hasta llegar a México y finalmente a Norteamérica.
Esta era la ruta que pretendía hacer el tráiler accidentado la noche del jueves 9 de diciembre. De ese vuelco hasta ahora se han identificado unos 7 muertos dominicanos, varios heridos y un desaparecido.
El costo
El padre de uno de los jóvenes, enrolado en este viaje, reveló a Listín Diario, que su vástago pagó por cerca de un millón 200 mil pesos.
El muchacho residente en el sector Las 20 Casitas de la zona norte del municipio de Baní, ha sido reportado como desaparecido.
En la comunidad del Cañafistol, donde residen los familiares de tres de las víctimas, dos primos y un vecino (entre 21, 23 y 45 años), se escucha a la abuela contar que a uno de estos muchachos se le reunió 22 mil dólares para pagar “el viaje fatal”.
Otros testimonios recogidos por periodistas de LISTÍN, entre familiares, amigos y vecinos de los accidentados en las comunidades; Catalina, Cañafistol, Las Carreras, Cruce de Ocoa, Baní y otras, dan cuenta de pagos similares que van desde 10 mil dólares hasta 1 millón 300 mil pesos.
Que hacen para juntar este dinero
En medio del drama desgarrador que viven los familiares de los fallecidos, heridos y desaparecidos de esta dolorosa tragedia, sale a relucir todo lo que son capaces de hacer estas personas para juntar el dinero de la aventura que los llevaría a alcanzar territorio estadounidense.
El padre de uno de los desaparecidos explicó, sin poder contener el llanto, que su hijo para hacer este viaje; hipotecó su casa, vendió su carro y su negocio.
La abuela de otro fallecido en Cañafistol, una comunidad rural al sureste de Baní, aseguró que hipotecaron la casa de la familia, entre otras cosas más, para juntar los 22 mil dólares del viaje de su nieto, de los cuales entregaron alrededor del 50 0 60 por ciento adelantados y resto cuando llegara a Estados Unidos.
“Nunca llegó”, es la expresión que evidencian sus ojos y rostro entristecido.
Sus medios de vida antes de la tragedia
En la búsqueda de la cotidianidad de estos jóvenes que arriesgan sus vidas en estos viajes ilegales, sale a relucir que esta casi veintena de muchachos se desempeñaban en oficios que van desde electricistas, comerciantes y plomeros.
De acuerdo a sus familiares, los mismos viendo su entorno consideraban que lo que producían no les daba para adquirir bienes.
“Esto no le da a un hombre joven para hacer su casa, tener un buen carro y mantener bien a una familia”, dice la abuela de uno de los fallecidos en la tragedia.
Que los empuja a esta incierta aventura
“Aquí la juventud se muere esperando un trabajo, conseguir con qué hacer una casa o comprarse un carro, entonces uno hace todo lo que puede para encaminarlos en un viaje de estos a ver si consiguen algo”, sentenció, la abuela de Juan Alberto Soto Ortiz, del Cañafistol.
El caso de Ángel Lugo García de 21 años, en Catalina, al Este de esta localidad sureña, fallecido justo cuando cursaba su último año de estudios universitarios en la carrera de ingeniería eléctrica, explicó que para su pariente no veía un futuro en República Dominicana.
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