SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Al concluir nuestra 55ª Asamblea Plenaria, los Obispos de la República Dominicana extendemos un saludo de paz y bendiciones a todos los hombres y mujeres de nuestra sociedad dominicana y especialmente a todos los fieles de nuestras Diócesis. Les agradecemos sus fervientes oraciones.
Dicha Asamblea Plenaria, tuvo inicio en la Catedral Primada América con la Solemne Eucaristía en la festividad de san Pedro y san Pablo, dedicada al Santo Padre Papa Francisco, presidida por el señor Nuncio Apostólico, S.E.R. Mons. Jude Thaddeus Okolo, el cual, al finalizar la celebración, impuso el Palio al Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo, S.E.R. Mons. Francisco Ozoria Acosta. En esta Misa, además de orar por el Santo Padre, se dio gracias a Dios por el 50 Aniversario Sacerdotal de S.E.R. Mons. Pablo Cedano Cedano y por la misión realizada en nuestro país del Nuncio Apostólico.
Iniciamos los trabajos en un clima de oración, reflexión y de unidad fraterna. Conforme a lo establecido procedimos a nuestras acostumbradas elecciones trienales de los nuevos responsables para los diversos cargos y servicios de la Conferencia del Episcopado Dominicano .
En la Presidencia de la Conferencia fueron elegidos, S.E.R. Mons. Diómedes Espinal De León, Obispo de Mao–Monte Cristi, como Presidente; S.E.R. Mons. Héctor Rafael Rodríguez Rodríguez, MSC., Obispo de La Vega, como Vicepresidente; Secretario General, S.E.R. Mons. Ramón Benito Ángeles Fernández, Obispo Auxiliar electo de Santo Domingo; Secretario General Adjunto, el Rvdo. P. Carlos Manuel Abreu Frías, de la Arquidiócesis de Santo Domingo.
El Consejo Permanente quedó integrado por el Presidente, el Vicepresidente, el Secretario General y los Arzobispos Metropolitanos Mons. Francisco Ozoria Acosta, de Santo Domingo; y Mons. Freddy Antonio de Jesús Bretón Martínez, de Santiago de los Caballeros.
Además de las elecciones internas, en las que quedaron distribuidas las diversas responsabilidades y servicios de la CED, fueron tratados diversos asuntos concernientes a las diferentes instituciones eclesiales: Instituto Nacional de Pastoral, Seminario Pontificio Santo Tomás de Aquino, Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, entre otros.
En nuestra Asamblea hemos reflexionado y orado por los problemas que nos aquejan como sociedad dominicana. En vista de esto queremos hacer unas breves exhortaciones a todos los hombres y mujeres de buena voluntad.
Ante la atmósfera de la violencia, trabajemos por crear un clima de paz. Dejémonos llenar de la luz del Espíritu Divino y tengamos dominio de nuestras pasiones desenfrenadas. Valoremos y respetemos la dignidad de cada ser humano. Veamos al otro como a un verdadero hermano. Luchemos todos juntos y sin desmayo por la paz social y el buen entendimiento.
Mantengamos la unidad en la diversidad, sin dejar de reconocer y aceptar la diferencia entre las personas. La originalidad de cada ser humano ha de ser vista como un don de Dios para los demás y no como una amenaza. Que las familias comprendan que el amor, el perdón, el diálogo y la reconciliación son valores esenciales para mantener la unidad y controlar la agresividad que produce tanto dolor en los hogares.
De cara a la oleada de corrupción que afecta la convivencia pacífica, hagamos mayores esfuerzos por la Institucionalización de la Justicia, de modo que nadie pueda ir a los cargos públicos a enriquecerse ilícitamente y de manera impune, con lo que se priva a amplios sectores de la población del acceso a la alimentación, salud, educación y la vivienda. En este sentido, vemos con buenos ojos el hecho de que cada vez más la ciudadanía se empodera y toma parte cada vez más activa en la lucha contra la corrupción.
En este contexto queremos animar a todos los actores de nuestro sistema de justicia a procurar un mayor fortalecimiento de este poder del Estado. De modo particular, exhortamos al Consejo Nacional de la Magistratura a proceder en la escogencia de los nuevos miembros para las Altas Cortes, con un alto sentido patriótico, procurando que sean personas idóneas por su capacidad profesional, su honestidad, integridad moral e imparcialidad política.
Ante la campaña mediática a favor de la legitimación del aborto, somos conscientes de las presiones políticas, nacionales e internacionales a las que en muchas ocasiones son sometidos nuestros legisladores. Legislar a favor del aborto va en contra de la misma naturaleza y de la Constitución de la República. Sería un grave error dejar entrar en nuestra legislación una acción que vaya directamente en contra de la vida y del orden constitucional.
Exhortamos a todos los católicos auténticos y a los hombres y mujeres de buena voluntad, a no dejarse persuadir por los dogmáticos que enfatizan de manera irracional y contra todo principio moral y constitucional la legalización del aborto. Estos propagandistas del aborto montan campañas agresivas para convencer a la sociedad de que con la despenalización del aborto se defienden los derechos y la dignidad de la mujer y se reduce la mortalidad materna, cosa que no se corresponde con la verdad.
Exhortamos encarecidamente a nuestros diputados a ratificar la decisión de la Cámara del Senado para que finalmente podamos tener el Código Penal, pieza jurídica que por años ha estado reclamando la sociedad dominicana.
Que la Virgen Santísima, Nuestra Señora de La Altagracia, nos proteja y asista en nuestros esfuerzos por construir el Reino de Dios y nos ayude a consolidar la paz entre todos los hijos e hijas de esta amada República Dominicana.
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