La República Dominicana propuso en la reunión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas un acuerdo de las fuerzas gubernamentales, la sociedad civil, el sector privado y la propia población haitiana como “único camino creíble y sostenible hacia el futuro de Haití”.
El canciller dominicano Roberto Álvarez dijo que República Dominicana está dispuesta a apoyar un diálogo político creíble, inclusivo y sostenido en Haití. Uno apoyado de cerca por la ONU y otros actores internacionales clave, como CARICOM y la Unión Africana. Uno que aborde las deudas históricas y que aborde los grandes desafíos y sus soluciones concretas”.
Dijo que Haití vive una situación “alarmantemente atroz” por el contexto político y de inseguridad que vive esa nación después del asesinato del presidente Jovenel Moïse y los efectos devastadores de los recientes desastres naturales.
Dijo que dado el estado de anarquía que hay Haití, no se puede lograr nada hasta que se aborde primero la situación de seguridad.
“La violencia de las pandillas y los grupos paramilitares, los secuestros, los abusos de todo tipo y la intimidación son una amenaza cotidiana para el pueblo haitiano. Nunca habrá estabilidad en Haití mientras persistan los niveles actuales de inseguridad. Esto, sumado a una aguda inseguridad alimentaria y un entorno desafiante para la asistencia humanitaria, hacen de esta una situación insoportable para los haitianos comunes y corrientes”.
A continuación reproducimos el discurso del canciller en la reunión del consejo de Seguridad de la ONU
Quiero agradecer a los organizadores de esta oportuna y crucial reunión, así como a los expositores, por su valiosa información.
Si bien en la actualidad la situación en Haití no ocupa los titulares mundiales, su situación política y de seguridad, después del trágico asesinato del presidente Moïse y los efectos devastadores de los recientes desastres naturales, es alarmantemente atroz.
De hecho, durante decenios, la población haitiana ha estado sujeta a conmociones profundas y recurrentes, tanto internas como externas, que la convierten para la vida cotidiana de cualquier paísen un desafío prácticamente imposible, y más aúnpara los esfuerzos de desarrollo sostenible.
Los haitianos han internalizado y “normalizado” constantes amenazas y retrocesos, aunados a desigualdades estructurales y de largo plazo. Este estado de cosas es escandaloso e inaceptable.
El Consejo de Seguridad, particularmente sus miembros permanentes, deben aprender de los errores del pasado para que no se repitan en misiones futuras. Haití es un caso de estudio perfecto. Cuando el Consejo de Seguridad tomó la decisión de reducir la presencia de la ONU en ese país, principalmente por consideraciones financieras, República Dominicana expresó su granpreocupación ante una salida anticipada y sus probables consecuencias negativas. Hoy somos testigos de las dramáticas consecuencias de esta apresurada decisión.
Sin embargo, estamos aquí para hablar sobre un aspecto fundamental muy específico en nuestros esfuerzos para ayudar a Haití a encontrar el camino de regreso a un sendero mínimo de estabilidad y normalidad.
En cualquier país, el progreso y el bienestar de su pueblo se basan en la voluntad colectiva, decisiva e inclusiva de sus ciudadanos, canalizada a través de instituciones democráticas funcionales, dirigidas por un liderazgo competente, que implemente políticasefectivas.
Un acuerdo de las fuerzas gubernamentales, la sociedad civil, el sector privado y la propia poblaciones el único camino creíble y sostenible hacia el futuro de Haití. La igualdad de género, las oportunidades para los jóvenes y el pleno respeto de los derechos humanos deben desempeñar un papel central en este proceso.
La tan necesaria reconciliación que ponga fin a la larga división política de Haití es el primer paso necesario hacia ese fin. Sobre la base de principios y objetivos comunes acordados, el liderazgo político de Haití debe indicar el camino para hacer de este un punto sin retorno. Los propios haitianos, y nadie más, deben abrir la puerta y liderar el camino hacia las reformas necesarias que el país necesita con tanta desesperación y por las que los haitianos de a pie claman con urgencia.
Distinguidos colegas,
Dado el estado de anarquía en Haití en la actualidad, no se puede lograr nada hasta que se aborde primero la situación de seguridad.
La violencia de las pandillas y los grupos paramilitares, los secuestros, los abusos de todo tipo y la intimidación son una amenaza cotidiana para el pueblo haitiano. Nunca habrá estabilidad en Haití mientras persistan los niveles actuales de inseguridad. Esto, sumado a una aguda inseguridad alimentaria y un entorno desafiante para la asistencia humanitaria, hacen de esta una situación insoportable para los haitianos comunes y corrientes.
La policía, penetrada por las pandillas, necesita apoyo, no solo financiero, sino asesores a tiempo completo que le ayuden a controlarlas. La celebración de elecciones mientras las pandillas controlan grandes extensiones de territorio solo profundizará los problemas de Haití y los hará más intratables.
República Dominicana está dispuesta a apoyar un diálogo político creíble, inclusivo y sostenido en Haití. Uno apoyado de cerca por la ONU y otros actores internacionales clave, como CARICOM y la Unión Africana. Uno que aborde las deudas históricas y que aborde los grandes desafíos y sus soluciones concretas.
América Latina tiene una larga y rica historia de diálogo político que ha jugado un papel fundamental en el proceso de democratización y estabilidad en las Américas. Debemos aprovechar esa rica tradición para ayudar a Haití.
Esto está a nuestro alcance.
Extendamos, juntos, una vez más, una mano de ayuda y empoderamiento a Haití.
Gracias.
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