Sala del museo
En el corazón de la Ciudad Colonial de Santo Domingo se alza, admirable, la Casa Mella Russo, una joya arquitectónica que data del año 1538. Se trata de un tesoro histórico, artístico y cultural, que, tras cinco años de arduo trabajo de restauración, abrió sus puertas en el 2021, invitando a los visitantes a sumergirse en las memorias de tiempos pasados que contribuyeron a dar forma a esta emblemática parte de la ciudad.
Recuperó un espacio colonial, ubicado en la calle Duarte esquina Arzobispo Nouel, convirtiéndolo en un proyecto cultural a partir de las historias y objetos asociados al inmueble.
Fundado y dirigido por Altagracia Mella Russo, quien abrió las puertas de este espacio a los periodistas de El Nacional, al ser entrevistada refleja su amor por el arte y la promoción de la cultura.
Se trata de un museo privado sin fines de lucro que expone de manera permanente su colección de arte al público en general de manera gratuita. Es un compilado de piezas visuales adquiridas a lo largo de los años por su fundadora.
La restauración de la casa comenzó en 2016 y ha sido un proceso meticuloso que ha convertido el espacio en una muestra expositiva única. Los transoms o tragaluces, característicos de la arquitectura vernácula, se han transformado en soportes para obras de arte que exploran diversos temas históricos y culturales, desde la revolución de abril hasta la realidad campesina y el erotismo no heteronormativo dominicano.
Desde su fundación Casa Mella Russo ha realizado importantes actividades, entre ellas, dedicadas a figuras emblemáticas como Ada Balcácer, Mariano Lebrón Saviñón, Rafael Solano, Dagoberto Tejeda y Clara Ledesma.
La colección de este museo posee obras de grandes artistas dominicanos como Yoryi Morel, Celeste Woss y Gil, Iván Tovar, Elsa Nuñez, Guillo Pérez, Scherezade García y extranjeros Josep Gausachs, José Vela Zanetti, Eugenio Granell, George Hausdorf, André Bretón, entre muchos otros.
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Se han habilitado dos salas de exhibiciones para mostrar las piezas de esta colección permanente. En ellas, las obras están distribuidas de manera estratégica, provocando una inmersión del visitante en el mundo de las artes plásticas, donde lo identitario, lo mágico religioso, el paisaje, los cuerpos, conjuntamente con construcciones escultóricas, crean un imaginario lúdico que invita a soñar.
Mientras que en una tercera sala, dedicada a la señora Yolanda Russo Gómez, madre de la directora del centro, está el gran mural cerámico del maestro Said Musa, que ofrece a los visitantes una riqueza perceptiva al conjugar sentidos dentro de su contemplación: el poder ver y tocar produce una simbiosis más completa entre el espectador y la obra.
Casa colonial
Esta casa colonial se ha convertido en un espacio cultural vivo, multidisciplinario y sensorial. Su patio español, hoy uno de los espacios más dinámicos y acogedores de la casa, representó uno de los retos más trascendentales en el proyecto ya que al momento de la adquisición del inmueble en 2016, el mismo no existía; había sido desplazado por una construcción en una de las remodelaciones llevadas a cabo en el inmueble. Hoy con toque artístico, cuidadosamente restaurado y diseñado el patio acoge de forma amigable la fauna y flora endémica de la isla.
La edificación ha sido testigo de las transformaciones históricas, sociales y económicas que han dado paso al Santo Domingo contemporáneo.
En la línea del tiempo de la Ciudad Colonial, quienes han sido propietarios de la casa estuvieron a la vanguardia de los cambios de sentidos asociados al poder y al desarrollo económico de la ciudad.
Propietarios
La familia Bernal, fue la primera propietaria oficialmente registrada de esta casa, de acuerdo a los registros disponibles. Formaba parte de la élite criolla, y se ha documentado que llegaron a la isla junto al colonizador español Nicolás de Ovando en el año 1502. En el siglo XIX la casa pasó a ser almacén de la Iglesia Católica.
Antes de la separación de Haití, la casa fue adquirida por un militar retirado de la guardia haitiana y su esposa, José Guirado y Juana Quintanó.
A finales del siglo XIX pasó a ser propiedad de un destacado comerciante seguidor del presidente Ulises Heureaux (Lilís), Arturo Damirón Rodríguez. Desde entonces pasó a manos de diferentes empresarios.
Durante los primeros años del siglo XX, la propiedad fue testigo del esplendor del que se revistió la Ciudad Colonial, como puerto urbano trasatlántico.
A finales del siglo XX e inicios del siglo XXI, la Ciudad Colonial evolucionó de lo comercial, económico y cultural, a referente casi exclusivamente cultural.
Casa Mella Russo se inserta en este universo cultural que ahora domina la Ciudad Colonial, con una propuesta atractiva, para los turistas que nos visitan, así como para los dominicanos donde el arte, la cotidianidad, y el paso del tiempo convergen para crear nuevos significados históricos.
Esta casa, y la colección que contiene, conforman un espacio de reflexión para esta ciudad caribeña.
La Era Republicana
En el proceso de recuperación se descubrió que la casa había sido objeto de una remodelación en los inicios del siglo XX. Las características de estos cambios coincidían con la estética de la Era Republicana, que recuperaba los elementos de estilos de arquitectura clásica griega y romana.
Algunos de los materiales de construcción utilizados en este periodo fueron yeso, madera y cal. Se denomina estilo republicano porque coincidió con las formaciones de las repúblicas de muchos países de Latinoamérica. En la República Dominicana se pueden encontrar características de este estilo desde finales del siglo XIX hasta inicios del XX.
Se resalta el hallazgo, durante las excavaciones arqueológicas, de algunos objetos cotidianos como cubertería y utensilios de baño. Llegar a la estructura colonial de la edificación fue un proceso largo y complejo.
Para ello se desnudaron las paredes de concreto que cubrían las piedras. La estructura colonial fue apareciendo detrás del cemento, elementos como los portales, fueron recuperados.
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