En lo profundo de la tierra donde antes estaban las torres gemelas, un enorme museo está a punto de completarse.
En medio de los equipos de construcción y el polvo, artefactos de muerte y destrucción han asumido su lugar final dentro del Museo Nacional del 11 de Septiembre. Un vasto espacio que llega hasta la roca sobre la que se levantaron las torres, el museo desciende a una profundidad todavía mayor y lleva a los visitantes a un recorrido hasta el fondo.
Ya se exhiben varias piezas de acero retorcido recuperados de las torres del World Trade Center, cada una con una historia diferente de los ataques terroristas que dejaron casi 3.000 muertos.
Las primeras reliquias que los visitantes ven son dos piezas enormes de acero que se levantaban desde los cimientos de la Torre Norte. Ahora las piezas oxidadas se levantan sobre la superficie y se alzan hacia un atrio de vidrio iluminado por el sol que encierra la entrada del museo.
"Son tan grandes —unos 21 metros— que construimos el museo alrededor de ellas", explicó Joseph Daniels, presidente del museo. Bajando por una rampa larga, los visitantes podrán echar un vistazo a la última pieza de acero rescatada de la zona cero en 2002, que está dentro de una cámara plateada que baja hasta el nivel más profundo de la instalación.
Más allá de la rampa, los visitantes descubrirán una pieza de acero retorcida que sufrió el impacto directo del avión cuando se estrelló contra la Torre Norte. "Se puede ver, en la parte de abajo, que las columnas están dobladas hacia atrás", dijo Daniels. "Eso se debe a que la nariz del avión, cuando penetró el edificio, dobló el acero de esa manera".
Quizás lo más escalofriante del museo es una escalera maltrecha que lleva hasta la roca, donde se presentarán las exhibiciones. Entre una escalera mecánica y la que usarán los visitantes, la "escalera de los sobrevivientes" fue una ruta de escape para cientos de personas que huyeron de las torres el 11 de septiembre de 2001.
"Seguirán el mismo recorrido que cientos de sobrevivientes", dijo la directora del museo, Alice Greenwald. "De alguna manera decimos a nuestros visitantes que ahora vivimos en un mundo definido por este suceso. Y en ese sentido, todos somos sobrevivientes del 11 de septiembre".
Hay muchas reliquias, algunas cubiertas de plástico o tela blanca, esperando por el público. La "columna de la bandera", de acero, en forma de una cinta que parece una bandera ondeando al aire. La columna y travesaño de acero en forma de T que llegó a conocerse como "La Cruz del World Trade Center" y que se convirtió en un símbolo de esperanza para los cientos de obreros que participaban en las labores de recuperación. El carro de bomberos de la Compañía 21, cuya cabina quedó destrozada mientras que el resto está intacto.
Cuando se complete en primavera, el museo transportará a los visitantes a través del tiempo desde los hechos que llevaron a los atentados hasta los sucesos de la actualidad. Pero incluso después de su inauguración, el museo seguirá cambiando.
"Este es un museo, quisiera decirlo así, que no ofrece respuestas", dijo Greenwald. "Es un museo de preguntas e invitamos al público a participar en ese diálogo". DE AP
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