El 151 aniversario de la Restauración de la República se conmemora este sábado. El 16 de agosto de 1863, un grupo liderado por Gregorio Luperón y Santiago Rodríguez realizó una incursión en la capital y levantaron la bandera dominicana en el cerro de Capotillo, Dajabón. Esta acción, conocida como el Grito de Capotillo, marcó el inicio de la guerra.
Las ciudades del Cibao se unieron a la rebelión, y el 13 de septiembre, un ejército de unos 6,000 hombres, se antrincheró en la Fortaleza San Luis de Santiago.
Los rebeldes establecieron un nuevo Gobierno al día siguiente, con José Antonio (Pepillo) Salcedo como presidente, quien calificó a Santana, líder de las fuerzas españolas, de traidor. Salcedo solicitó ayuda a Estados Unidos, pero no la consiguió.
España vivió un momento difícil luchando contra los rebeldes. En el transcurso de la guerra, perdería más de 33 millones de pesos y sufrirían más de 10,000 bajas, principalmente por la fiebre amarilla.
Santana, quien había sido venerado como estratega militar, se vio incapaz de romper la resistencia dominicana. En marzo de 1864, desobedeció las órdenes de concentrar sus fuerzas en torno a Santo Domingo y fue reprendido y relevado de su cargo por el Gobernador General José de la Gándara quien lo envió a una corte marcial en Cuba. Santana murió repentinamente antes de que fuera juzgado.
De la Gándara trató de negociar un alto el fuego con los rebeldes. Él y Salcedo aceptaron discutir los términos de paz, pero en medio de las negociaciones, Salcedo fue derrocado y asesinado por un grupo de descontentos encabezado por Gaspar Polanco.
La facción de Polanco estaba preocupada de que Salcedo tuviera la intención de retornar al expresidente Buenaventura Báez, a quien los rebeldes odiaban tanto como a los españoles por sus acciones antes del golpe de Estado a Santana en julio de 1857.
A pesar de que Báez se había opuesto a la anexión española, residió en España con un subsidio del Gobierno y tuvo el grado honorario de mariscal de campo en el Ejército español. No fue sino hasta el final de la guerra que regresó a la República Dominicana.
En España, la guerra demostraba ser extremadamente impopular. En combinación con otras crisis políticas que estaban ocurriendo, que llevaron a la caída del primer ministro español, Leopoldo O'Donnell. El Ministro de Guerra de España ordenó el cese de las operaciones militares en la isla, mientras que el nuevo primer ministro, Ramón María Narváez, llevó el asunto ante las Cortes Generales.
El Gobierno de Polanco fue de corta duración. Después de un nefasto ataque sobre la posición española en Montecristi y los esfuerzos para establecer un monopolio del tabaco en nombre de sus amigos, fue derrocado por Benigno Filomeno de Rojas y Gregorio Luperón, en enero de 1865.
Dándole tregua a la lucha, la junta provisional organizó una nueva Constitución, y cuando se aprobó, el general Pedro Antonio Pimentel asumió la presidencia del país, el 25 de marzo 1865.
En el otro lado del Atlántico, las Cortes decidieron que no querían financiar una guerra por un territorio que en realidad no necesitaban, y el 3 de marzo de 1865, la reina Isabel II firmó la anulación de la anexión. El 15 de julio, las tropas españolas abandonaron la isla.
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