El Presidente Danilo Medina, asume la primera magistratura del Estado, el 16 de agosto del 2012, en medio de un contexto económico adverso, producto de las secuelas de la crisis financiera global que provocó una merma en los ingresos fiscales de las principales economías del mundo.
A pesar de las limitaciones económicas, el actual mandatario se había comprometido durante el proceso electoral a invertir el 4% de PIB en la educación preuniversitaria, lo cual solo era posible a través de una reforma fiscal que suscitó la indignación del colectivo social.
Una vez superada esa situación embarazosa, el gobierno emprendió ejecutorias sin precedentes en la historia dominicana, las cuales tienen como fundamento a las personas en el centro de las políticas públicas.
Para muestra un botón:
Los beneficios del programa de la tanda extendida en las escuelas públicas no solo se expresan en la mayor cantidad de horas impartidas y la calidad educativa. También representan un ahorro significativo en el presupuesto de los hogares dominicanos. Según la Dirección de Comunicaciones del gobierno, se estima que una familia con tres hijos se economizará RD$8,500 mensuales que no tendrán que invertir en desayuno, almuerzo y merienda.
En un país donde existen altos niveles de informalidad y en el sector formal de la economía los trabajadores devengan salarios mínimos de miseria, equivalente a RD$10,060.05 (US$231), según el Banco Central en su estudio “Algunas consideraciones sobre la Informalidad y los Ingresos en el Mercado Laboral de la República Dominicana Parte II”. Esta iniciativa constituye un acto verdaderamente revolucionario.
Proponerse como meta que la UNESCO declare a la República Dominicana libre de analfabetismo este año, y solicitarle a la Organización de las Naciones Unidas, un estudio sobre el impacto de los compromisos asumidos en las visitas sorpresas del presidente Medina, representa un esfuerzo serio y loable de parte de esta administración en procura del desarrollo económico y social del país.
Estas, entre otras ejecutorias del gobierno, como la construcción de las plantas a carbón para abaratar el costo de la tarifa eléctrica, sumado al estilo personal que caracteriza al presidente Danilo Medina, lo hacen portador de una popularidad privilegiada.
Como consecuencia, esto ha incitado a algunos de sus colaboradores a pregonar por aire, mar y tierra la necesidad de una reforma constitucional para que el actual mandatario pueda optar por un nuevo período constitucional inmediato.
Quienes pretenden embarcar al presidente Danilo Medina por el escabroso sendero del laberinto constitucional desconocen el lugar funesto que ocupa en la historia dominicana Pedro Santana, Buenaventura Báez, Ulises Heureaux, Ignacio María González, Horacio Vásquez, Rafael Leónidas Trujillo Molina, Joaquín Balaguer, Hipólito Mejía, y todos los presidentes que se han hecho un traje constitucional a la medida para perpetuarse en el poder.
Es la incoherencia de los políticos criollos lo que ha provocado tan altos niveles de desprestigio en este noble oficio y es precisamente el rasgo característico que está en las antípodas del pensamiento y accionar del actual mandatario, lo cual puede exhibir como su principal virtud.
Cuatro años son insuficientes para afianzar una obra de gobierno, ocho y doce también. Nunca es suficiente porque la democracia representativa, como expresión política del sistema capitalista, es un proceso en construcción permanente.
A medida que se van solucionando los problemas surgen nuevos desafíos. Lo que necesitamos para continuar avanzando es crear la cultura del respeto al orden constitucional, y que en el 2016, aunque los vientos choquen con una pared, o en su defecto; tumben o no tumben cocos, quien asuma la administración del Estado, continúe las políticas públicas positivas del actual gobierno y supere los rezagos, que por cierto, son bastantes, como corolario del déficit social acumulado.FUENTE NUEVO DIARIO
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