Señor Leonel Fernández, presidente de la República Dominicana
Nunca me he dirigido personalmente a usted, pero llegó el momento: La tarde del martes, como a las 3:00, cuando regresaba a mi casa se me acercaron dos "policías" vestidos de civil, con cara de poco amigos y me dijeron que estaba "preso". Nunca había vivido algo así.
Cuando les pregunté por qué, titubearon y me dijeron que era una investigación sobre un robo de un "celular". De inmediato entendí, por la cara de confusión de los policías (malos actores) y por el tema que se trataba, que era una trama mal montada.
Con todo el respeto, mis ingresos y mi posición social como profesional harían risible una acusación como esa. De inmediato me puse en alerta. Ahí comencé a llamar a mis amigos.
Entonces los "policías" me dijeron que debía acompañarles a una "compraventa", que yo no conocía para ser investigado por un "robo de celular" Blackberry que supuestamente yo había "vendido".
Me identifiqué y les dije quien era yo. Que no había vendido celular ninguno, que nunca había perdido mis documentos y que, si acaso, debían buscar una orden de arresto para que fuera con ellos. No tenían orden de arresto ni nada serio.
Comencé a buscar en mi memoria, y descubrí que yo nunca en mi vida había entrado en una compraventa, y recordé nociones básicas de seguridad que he aprendido en mis años de militancia. Entonces solo les hice la última pregunta: ¿De qué se me acusa?
Ya en frente de mis vecinos y mi familia me respondió el supuesto oficial que : "la hija de una diputada de Ocoa se le perdió un celular Blackberry y que éste apareció en una compraventa, y que el dueño dice que yo lo había vendido, me insistían cada vez más molestos que los acompañara para que "aclare" las cosas, y de paso que si no había tenido que ver, nada me pasaría".
Conozco personalmente a la Diputada de Ocoa, Esther Minyetti y así se los dejé ver.
Después a Guadalupe Valdez le dijeron otra versión.
Les dije que estaba bien y los dejé hablando con los vecinos que salieron despavoridos y me fui a mi casa, un apartamento donde me tranqué para evitar que me llevaran a donde ellos querían. (Ni tan pendejo resulté ser.)
No tenían orden de fiscal, ni orden de conducencia. Sencillamente "querían que yo fuera con ellos".
Poco tiempo después llamé al vocero de la Policía, Coronel Máximo Báez, quien me dijo que por nada del mundo saliera de mi casa. Imagínese usted, dos policías me quieren llevar y el jefe de ellos me dice que no.
Por suerte, mientras los "policías me esperaban abajo (entretenidos por mi familia y vecinos) para llevarme a la supuesta compraventa" llamé a mis amistades: a Ricardo Nieves en la Z101, y a algunos amigos que llegaron a mi casa rápido, como fueron Pavel Isa, Guadalupe Valdez, Narciso Isa Conde, Juan Lora, Franklin Díaz, Juan Miguel Pérez, Magali Pineda, María del Mar Mella, Rafael Santana (mi vecino de en frente), Juan Lora, el general Percival, Isaías Ramos y varios miembros de La Multitud, así como otras personas que se quedaron fuera y que no pude ver y que vinieron de inmediato. ( Les doy las gracias por la solidaridad, sin ellos no estuviera contándolo).
Una hora después el Coronel Máximo Báez me llamó y me pidió que llegara a su despacho para aclarar la situación. Ahí encaré a los policías y mandaron a buscar al supuesto dueño de la compraventa.
Desde hace mucho tiempo sé que las compraventas, al ser negocio de bienes usados, están todas conectadas a la policía, por lo que se prestan para sus andanzas.
Dos horas estuve "investigado" en el Palacio de La Policía (a 20 metros de mi casa) y al rato llegó el supuesto dueño de la compraventa con un "abogado" que ya tenía tiempo merodeando esas oficinas y que cometió la indiscreción de haberse dejado ver. Le dije, señor abogado, ya a usted lo había visto hace rato, se predispuso y gagueó. Todos los presentes se dieron cuenta del burdo montaje.
No pasaron ni cinco minutos y al final resultó que se trataba de un supuesto posible "robo de identidad", un malentendido, algo rutinario. Lo que sea. Los generales no supieron cómo justificar la trama y me dejaron en libertad sin firmar ningún documento. Pura y simplemente.
Tengo copia del acta de robo del supuesto celular, número 809 -230-4500 (que por cierto no existe ese número), la cual no está firmada por nadie, a pesar de que dice que el denunciante fue Pedro Alberto Cueva Martínez.
Por demás, para burla de todos, el recibo que trajo el "compraventista" con mi cédula, no está ni firmado ni sellado por ninguna empresa, por lo tanto ninguno de los documentos con que fueron a buscarme sirven para nada.
Son documentos prefabricados y hechos a la brigandina para hacerme daño y quizás para lograr su objetivo. Los tengo en mi poder, y así varios testigos que ya mencioné.
Después de lo que viví, y ahora que estoy frío entiendo que se trata de una trama contra mi seguridad personal.
El hecho de que ellos me querían llevar, sin fiscal, ni orden de conducencia, no al destacamento o a la Fiscalía, sino a una compraventa imaginaria, me indica que no intentaban hacer justicia, sino más denunciante posiblemente "secuestrarme" sabrá Dios con qué fines.
Sepa usted, que una compraventa no es ningún lugar donde se dirimen investigaciones. Las mismas deben dirimirse en tribunales o lugares del Estado.
Afortunadamente, y gracias a mis amigos, no acompañé a estos "oficiales" como ellos querían. Quizás si lo hubiera hecho hoy no estuviera contándoselo.
¿De dónde viene la trama?
Hace unos 20 días fui cancelado del CONALECHE. Como funcionario público-privado actué apegado a la ética (muchas personas me conocen y pueden dar fe y ya lo han hecho), y me cancelaron por orden directa del Ministro de Agricultura Salvador Jiménez.
Todo tiene que ver con un asunto de irregularidades de importaciones de productos agropecuarios.
Apoyé y apoyo a los productores nacionales en sus denuncias sobre la existencia de un perverso negocio con las importaciones, el cual es dirigidos por el Ministro de Agricultura y que genera millones a sus socios y amigos.
El miércoles 11 de enero a las 10 de la mañana, fui citado por el Departamento de Prevención de la Corrupción Administrativa (DPCA) en mi calidad de técnico para que hablara sobre una investigación que ellos están llevando sobre el tema de los "Permisos de Importación". La investigación no la inicié yo, ni tengo nada que ver. Es un asunto de la DPCA con el Ministerio de Agricultura.
Lamentablemente ellos saben esto porque ellos manejan estos instrumentos y estas informaciones. Al ratico sabían que yo estaba allá.
Estoy seguro que esto fue un intento de acallarme y de mala manera. Si hubiera ido con estos supuestos policías, sabrá Dios hoy donde estuviera.
Le doy gracias a todos mis amigos/as por apoyarme y por solidarizarse conmigo. Si no hubiera sido por ellos no sé donde estuviera.
Que imbéciles son. No saben que hace dos años me partí un pie en cuatro pedazos luchando contra la Cementera de los Haitises y que 15 días después estaba en silla de ruedas en el Concierto de la Plaza España. Y aquí sigo como quiera.
Que torpes son, que no saben que para mí el dolor no es ajeno ni superable. Yo tuve (y mucha gente lo sabe) mi cuota de dolor y lo sigo teniendo. Nada me hará callar ni renunciar.
No saben estos infelices, “que la vida no vale nada si no es para perecer porque otros puedan tener lo que uno disfruta y ama”.
Pero usted señor Presidente: Póngale atención a este tipo de actuaciones de sus Ministros. Cualquier acción de este tipo involucra directamente a todo su Gobierno y afecta directamente su gestión y su persona.
Con todo respeto, ¿Hasta cuándo usted va a permitir que sus subalternos actúen a diestra y siniestra?
Señor Presidente, esto ya es un asunto de usted y de nadie más. Pongo mi vida, mi seguridad en manos de los dominicanos/as de buena fe. Esos que llamaron y se pusieron al frente. Esos que nunca se amedrentan y seguirán aunque yo no esté.
Nadie es imprescindible, ni para siempre, yo menos. Pase lo que pase, no me callaré ni dejaré de decir lo que tengo que decir. Solo me haré eco de lo que pudo decir algún dominicano, como dijo un periodista en 1975:
¿Hasta cuándo señor Presidente?DE LA Z101DIGITAL.COM
Cuando les pregunté por qué, titubearon y me dijeron que era una investigación sobre un robo de un "celular". De inmediato entendí, por la cara de confusión de los policías (malos actores) y por el tema que se trataba, que era una trama mal montada.
Con todo el respeto, mis ingresos y mi posición social como profesional harían risible una acusación como esa. De inmediato me puse en alerta. Ahí comencé a llamar a mis amigos.
Entonces los "policías" me dijeron que debía acompañarles a una "compraventa", que yo no conocía para ser investigado por un "robo de celular" Blackberry que supuestamente yo había "vendido".
Me identifiqué y les dije quien era yo. Que no había vendido celular ninguno, que nunca había perdido mis documentos y que, si acaso, debían buscar una orden de arresto para que fuera con ellos. No tenían orden de arresto ni nada serio.
Comencé a buscar en mi memoria, y descubrí que yo nunca en mi vida había entrado en una compraventa, y recordé nociones básicas de seguridad que he aprendido en mis años de militancia. Entonces solo les hice la última pregunta: ¿De qué se me acusa?
Ya en frente de mis vecinos y mi familia me respondió el supuesto oficial que : "la hija de una diputada de Ocoa se le perdió un celular Blackberry y que éste apareció en una compraventa, y que el dueño dice que yo lo había vendido, me insistían cada vez más molestos que los acompañara para que "aclare" las cosas, y de paso que si no había tenido que ver, nada me pasaría".
Conozco personalmente a la Diputada de Ocoa, Esther Minyetti y así se los dejé ver.
Después a Guadalupe Valdez le dijeron otra versión.
Les dije que estaba bien y los dejé hablando con los vecinos que salieron despavoridos y me fui a mi casa, un apartamento donde me tranqué para evitar que me llevaran a donde ellos querían. (Ni tan pendejo resulté ser.)
No tenían orden de fiscal, ni orden de conducencia. Sencillamente "querían que yo fuera con ellos".
Poco tiempo después llamé al vocero de la Policía, Coronel Máximo Báez, quien me dijo que por nada del mundo saliera de mi casa. Imagínese usted, dos policías me quieren llevar y el jefe de ellos me dice que no.
Por suerte, mientras los "policías me esperaban abajo (entretenidos por mi familia y vecinos) para llevarme a la supuesta compraventa" llamé a mis amistades: a Ricardo Nieves en la Z101, y a algunos amigos que llegaron a mi casa rápido, como fueron Pavel Isa, Guadalupe Valdez, Narciso Isa Conde, Juan Lora, Franklin Díaz, Juan Miguel Pérez, Magali Pineda, María del Mar Mella, Rafael Santana (mi vecino de en frente), Juan Lora, el general Percival, Isaías Ramos y varios miembros de La Multitud, así como otras personas que se quedaron fuera y que no pude ver y que vinieron de inmediato. ( Les doy las gracias por la solidaridad, sin ellos no estuviera contándolo).
Una hora después el Coronel Máximo Báez me llamó y me pidió que llegara a su despacho para aclarar la situación. Ahí encaré a los policías y mandaron a buscar al supuesto dueño de la compraventa.
Desde hace mucho tiempo sé que las compraventas, al ser negocio de bienes usados, están todas conectadas a la policía, por lo que se prestan para sus andanzas.
Dos horas estuve "investigado" en el Palacio de La Policía (a 20 metros de mi casa) y al rato llegó el supuesto dueño de la compraventa con un "abogado" que ya tenía tiempo merodeando esas oficinas y que cometió la indiscreción de haberse dejado ver. Le dije, señor abogado, ya a usted lo había visto hace rato, se predispuso y gagueó. Todos los presentes se dieron cuenta del burdo montaje.
No pasaron ni cinco minutos y al final resultó que se trataba de un supuesto posible "robo de identidad", un malentendido, algo rutinario. Lo que sea. Los generales no supieron cómo justificar la trama y me dejaron en libertad sin firmar ningún documento. Pura y simplemente.
Tengo copia del acta de robo del supuesto celular, número 809 -230-4500 (que por cierto no existe ese número), la cual no está firmada por nadie, a pesar de que dice que el denunciante fue Pedro Alberto Cueva Martínez.
Por demás, para burla de todos, el recibo que trajo el "compraventista" con mi cédula, no está ni firmado ni sellado por ninguna empresa, por lo tanto ninguno de los documentos con que fueron a buscarme sirven para nada.
Son documentos prefabricados y hechos a la brigandina para hacerme daño y quizás para lograr su objetivo. Los tengo en mi poder, y así varios testigos que ya mencioné.
Después de lo que viví, y ahora que estoy frío entiendo que se trata de una trama contra mi seguridad personal.
El hecho de que ellos me querían llevar, sin fiscal, ni orden de conducencia, no al destacamento o a la Fiscalía, sino a una compraventa imaginaria, me indica que no intentaban hacer justicia, sino más denunciante posiblemente "secuestrarme" sabrá Dios con qué fines.
Sepa usted, que una compraventa no es ningún lugar donde se dirimen investigaciones. Las mismas deben dirimirse en tribunales o lugares del Estado.
Afortunadamente, y gracias a mis amigos, no acompañé a estos "oficiales" como ellos querían. Quizás si lo hubiera hecho hoy no estuviera contándoselo.
¿De dónde viene la trama?
Hace unos 20 días fui cancelado del CONALECHE. Como funcionario público-privado actué apegado a la ética (muchas personas me conocen y pueden dar fe y ya lo han hecho), y me cancelaron por orden directa del Ministro de Agricultura Salvador Jiménez.
Todo tiene que ver con un asunto de irregularidades de importaciones de productos agropecuarios.
Apoyé y apoyo a los productores nacionales en sus denuncias sobre la existencia de un perverso negocio con las importaciones, el cual es dirigidos por el Ministro de Agricultura y que genera millones a sus socios y amigos.
El miércoles 11 de enero a las 10 de la mañana, fui citado por el Departamento de Prevención de la Corrupción Administrativa (DPCA) en mi calidad de técnico para que hablara sobre una investigación que ellos están llevando sobre el tema de los "Permisos de Importación". La investigación no la inicié yo, ni tengo nada que ver. Es un asunto de la DPCA con el Ministerio de Agricultura.
Lamentablemente ellos saben esto porque ellos manejan estos instrumentos y estas informaciones. Al ratico sabían que yo estaba allá.
Estoy seguro que esto fue un intento de acallarme y de mala manera. Si hubiera ido con estos supuestos policías, sabrá Dios hoy donde estuviera.
Le doy gracias a todos mis amigos/as por apoyarme y por solidarizarse conmigo. Si no hubiera sido por ellos no sé donde estuviera.
Que imbéciles son. No saben que hace dos años me partí un pie en cuatro pedazos luchando contra la Cementera de los Haitises y que 15 días después estaba en silla de ruedas en el Concierto de la Plaza España. Y aquí sigo como quiera.
Que torpes son, que no saben que para mí el dolor no es ajeno ni superable. Yo tuve (y mucha gente lo sabe) mi cuota de dolor y lo sigo teniendo. Nada me hará callar ni renunciar.
No saben estos infelices, “que la vida no vale nada si no es para perecer porque otros puedan tener lo que uno disfruta y ama”.
Pero usted señor Presidente: Póngale atención a este tipo de actuaciones de sus Ministros. Cualquier acción de este tipo involucra directamente a todo su Gobierno y afecta directamente su gestión y su persona.
Con todo respeto, ¿Hasta cuándo usted va a permitir que sus subalternos actúen a diestra y siniestra?
Señor Presidente, esto ya es un asunto de usted y de nadie más. Pongo mi vida, mi seguridad en manos de los dominicanos/as de buena fe. Esos que llamaron y se pusieron al frente. Esos que nunca se amedrentan y seguirán aunque yo no esté.
Nadie es imprescindible, ni para siempre, yo menos. Pase lo que pase, no me callaré ni dejaré de decir lo que tengo que decir. Solo me haré eco de lo que pudo decir algún dominicano, como dijo un periodista en 1975:
¿Hasta cuándo señor Presidente?DE LA Z101DIGITAL.COM
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