La vida de Amim Merete, de 36 años, se cimenta en sus deseos por un mejor porvenir, conjugando la maternidad con el gran reto que supone ser conductora de un vehículo pesado.
Un pequeño camioncito Daihatsu, prestado por un vecino en sus tiempos de práctica, fue el preludio que la motivaría a iniciarse al volante y a perseguir sus sueños. Como todas las mujeres de origen humilde, sale todos los días a luchar para que su familia sobreviva dignamente. Lo hace de la forma menos convencional posible, como si fuera un corpulento atleta, entre el tráfico caótico de la ciudad.
Sus inicios
Con el deseo de todo titán, Amin le sugirió a un amigo de Santo Domingo Oeste que le prestara un camión y le diera unas prácticas “para de esa manera poder recorrer las zonas de la Prolongación 27”.Entre bocinazos de vehículos, Amim inicia su recorrido desde las seis de la mañana y casi siempre lo concluye alrededor de las diez de la noche, con las manos engrasadas de aceite.
Sobrevivir con sus hijos se ha convertido en un reto apoteósico. Su rutina diurna se inicia con la revisión y chequeo de su vehículo, el equipamiento de las piezas necesarias, y luego se transporta hacia su lugar de destino.
“La crianza de mi hija adolescente Nicole fue la más grande que tuve, fue muy difícil yo tener que salir y dejarla a cargo de sus hermanitos”, dice.
Su ruta de trabajo diaria es muy peculiar debido a la diversidad de ciudades que debe recorrer en su trayecto.
Un día podemos verla devorar la distancia entre Santo Domingo y Bávaro y al otro día entre Villa Altagracia y Monte Cristi.
Lo que más la alienta a seguir adelante, además de su familia, es mostrar que puede transportarse de la mejor manera posible.
“Soy la hija mayor de un matrimonio que procreó otros tres hermanos siempre jugaba con varones, las muñecas no me gustaban”, afirma.
Su experiencia
Considera su día a día como “un poquito tedioso, porque uno a veces falta mucho a la casa, pero tenemos que hacerlo, porque el trabajo así lo exige”.
“Yo viajo un día sí y otro no. Los días libres, los tomo para ir a la escuela a hablar con los maestros de mis hijos, me preocupo por revisarles las mascotas, a recoger los regueros de la casa.
Aunque por mis labores no puedo asistir como quisiera a las reuniones de padres, les dedico a mis hijos todo mi tiempo libre”, enfatiza.
Cuando está en el hogar, ella asume todas las funciones de una buena ama de casa, desde cocinar, limpiar, lavar la ropa y darle amor a sus hijos. Llega el momento en que se cansa porque estas tareas son muchas para una sola persona: “Son seis niños a los que debo atender, y la mayor, estaba adolescente cuando yo tuve que salir a trabajar así con los camiones. Hoy día trabaja y estudia en la universidad. Y ella dice que, aunque mi madre me ayuda mucho, yo soy la mamá y ellos son mi familia”, añade.
El ser humano
“En el muelle de Caucedo, me dieron la oportunidad de pertenecer al equipo de DP World y me siento muy feliz. Ahí se ha hecho realidad mi sueño”, narra esta parte de su experiencia.
“Hoy día, mi mayor deseo es pilotar un avión, ser piloto algún día, no solo porque me gusta, sino porque me da la oportunidad de conocer diferentes lugares”, añora.
“Gracias a mi trabajo como conductora de mi pequeño camión, he conocido prácticamente la tercera parte de la República Dominicana. He transitado por muchos lugares que no pensé nunca que iría y me ha agradado realmente conocer la parte del país que ya he visitado”, dice con mucha satisfacción.
“Mi hijo menor va a cumplir tres años de edad, y cuando llego del trabajo a mi hogar es él quien me quita el estrés, porque me espera con los brazos abiertos, riéndose y eso, pidiéndome jugar… yo me desconecto realmente, cuando estoy en mi casa me desconecto del trabajo. Él y mis otros cinco hijos son el mayor aliciente de mi vida.
“De mi trabajo puedo decir que a veces me preocupo mucho, porque no es fácil estar en el camión y no saber qué ocurre en la casa. Uno piensa que pueden pasar situaciones que se resolverían mejor si uno estuviera presente.
Por eso esa parte no es muy manejable estando a larga distancia, pero debo asumirla”, declara.
Aileen lucha porque desea que la vida le ofrezca a sus hijos la oportunidad que ella no tuvo. Que ellos puedan estudiar, tener un buen trabajo. Hasta el momento se considera una madre muy feliz y realizada porque las notas escolares de sus hijos son altas y los rendimientos académicos que tienen son celebrados por sus profesores.
Ser mujer
Como mujer, se siente orgullosa porque le motiva mucho cuando ve a otras féminas luchar como ella para abrirse paso en la vida.
No sintió vergu¨enza ni temor cuando decidió buscar su licencia de conducir camiones. En su decisión influyó el ejemplo de una mujer que pasaba todos los días manejando una OMSA.
Aileen lleva cinco años al frente de un camión.
La otra vida
Un negocio propio es lo que se propone tener en el futuro, porque entiende que no todo el tiempo tendrá la fuerza de hoy para seguir conduciendo camiones.
“Quiero, el día que deje de bregar con estos camiones, poner un negocio propio y seguir contribuyendo a la economía familiar”, asegura Aileen Merete.
Dice que así podrá llegar más temprano a la casa y compartir más tiempo con los suyos.
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