Un total de 35 templos católicos y otros tantos de otras corrientes religiosas han sido profanados en los últimos 13 meses en Santiago, situación que preocupa a pastores protestantes y de la iglesia Católica en la zona norte.
La Dirección Cibao Central de la Policía Nacional, que dirige el general Juan Acosta Castellanos Acosta, aclara que muchos de esos hechos han sido resueltos, han apresado a los responsables y los han enviado a la justicia a través del Ministerio Público, aunque el obispo auxiliar de la iglesia Católica tiene una visión distinta sobre el esclarecimiento de esos hechos.
Además, la Policía Nacional aclaró que mantiene patrullaje y vigilancia en todos los lugares de la zona de Santiago, incluidos los templos religiosos, sobre todo los católicos, donde mayor congregación de creyentes se concentra.
Reacción de la iglesia
El obispo auxiliar de Santiago, monseñor Carlos Tomás Morel Diplán, dijo al Listín Diario que lo que más preocupa de todos esos acontecimientos delictivos, es como se está manifestando la pérdida del respeto a las cosas sagradas.Para el religioso, detrás de esos hechos está el flagelo de las drogas, porque quienes los cometen son jóvenes adictos al consumo de sustancias alucinógenas.
El obispo auxiliar de Santiago, monseñor Carlos Tomás Morel Diplán, dijo al Listín Diario que lo que más preocupa de todos esos acontecimientos delictivos, es como se está manifestando la pérdida del respeto a las cosas sagradas.Para el religioso, detrás de esos hechos está el flagelo de las drogas, porque quienes los cometen son jóvenes adictos al consumo de sustancias alucinógenas.
“Los que entran a los templos a robar son personas pobres que lo hacen en busca de objetos para comprar drogas”, indicó.
Morel Diplán expresó que por lo regular esas personas que irrumpen en esos lugares sagrados cargan con equipos de sonidos, sillas, micrófonos, inversores, baterías, abanicos y otras herramientas que pueden vender a cualquier precio para comprar drogas.
“Aunque para nosotros es una violación a lo sagrado, no tipificamos esos hechos como profanaciones en sí, sino como robos que cometen individuos para comprar drogas y alcohol”, aclaró el prelado.
La mayoría de las profanaciones de los templos ocurren en barrios marginados, campos pequeños y pueblos. El obispo afirma que eso se debe a la falta de seguridad y vigilancia que hay en esos lugares.
De igual modo, agregó que muchas iglesias, ante la falta de seguridad, han establecido medidas de seguridad propias con la instalación de cámaras y alarmas, además cubrir puertas y ventanas con protectores de gran fortaleza.
Profanaciones recientes
Morel Diplán estimó que regularmente los ladrones no son apresados y que las querellas que presentan en la Policía Nacional, muchas veces se caen.
Morel Diplán estimó que regularmente los ladrones no son apresados y que las querellas que presentan en la Policía Nacional, muchas veces se caen.
“No son tantos, los casos que se pueden esclarecer”, adujo el sacerdote.
Reveló que tan solo en un mes la parroquia de Jánico, de la provincia de Santiago, fue violentada dos veces y se llevaron una cantidad pequeña de dinero fruto de la colecta cuando hay misas, pero que no dañaron el sagrario.
También mencionó que en Sabaneta de las Palomas Norte, de Santiago, los delincuentes entraron esta semana a una capilla, abrieron el sagrario y se llevaron los equipos y otros objetos.
Conforme al obispo, casi todas las iglesias de Santiago han sido robadas, dañadas y que por eso se impone aumentar la seguridad.
SE LLEVAN HASTA LOS MANTELES Y SERVILLETAS
Subrayó que hay cosas materiales que hay que proteger y que muchas veces los ladrones, no solo se llevan los equipos, micrófonos, abanicos, sillas, baterías, inversores y otros objetos de valor, sino también hasta los manteles que adornan mesas, servilletas y más, lo que hace deducir que se trata de jóvenes que están perdidos en las drogas y los vicios. Monseñor Morel Diplán hizo notar que en la catedral Santiago Apostol hay vigilancia privada y de la Policía Municipal, pero que eso se hace, no por lo que pueden robar “los rateros”, sino por cosas sagradas que se conservan y que hay que preservar. Y que por eso, han establecido sistemas de cámaras, porque en la zona han ocurrido muchos robos.
Subrayó que hay cosas materiales que hay que proteger y que muchas veces los ladrones, no solo se llevan los equipos, micrófonos, abanicos, sillas, baterías, inversores y otros objetos de valor, sino también hasta los manteles que adornan mesas, servilletas y más, lo que hace deducir que se trata de jóvenes que están perdidos en las drogas y los vicios. Monseñor Morel Diplán hizo notar que en la catedral Santiago Apostol hay vigilancia privada y de la Policía Municipal, pero que eso se hace, no por lo que pueden robar “los rateros”, sino por cosas sagradas que se conservan y que hay que preservar. Y que por eso, han establecido sistemas de cámaras, porque en la zona han ocurrido muchos robos.
Protestantes
Mientras, el pastor evangélico Pablo Ureña, del Ministerio Tiempo Decisivo, dijo que muchas iglesias de esa corriente religiosa también han sido víctimas de los delincuentes en Santiago. Subrayó que se ha perdido la sensibilidad y que quienes cometen esos actos son jóvenes adictos a las drogas que no respetan ni siquiera los lugares sagrados. Ureña agregó que entre 20 a 25 iglesias evangélicas son afectadas por robos y desmantelamientos al año en esta provincia. El pastor recordó que antes los delincuentes cometían sus fechorías en bancas de loterías, colmados y otros lugares, pero ahora también en iglesias de todas las organizaciones religiosas.
Mientras, el pastor evangélico Pablo Ureña, del Ministerio Tiempo Decisivo, dijo que muchas iglesias de esa corriente religiosa también han sido víctimas de los delincuentes en Santiago. Subrayó que se ha perdido la sensibilidad y que quienes cometen esos actos son jóvenes adictos a las drogas que no respetan ni siquiera los lugares sagrados. Ureña agregó que entre 20 a 25 iglesias evangélicas son afectadas por robos y desmantelamientos al año en esta provincia. El pastor recordó que antes los delincuentes cometían sus fechorías en bancas de loterías, colmados y otros lugares, pero ahora también en iglesias de todas las organizaciones religiosas.
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