Cuarenta y un años hace que el país sufrió una de las destrucciones más severas con el paso del huracán David, y para muchos esos episodios siguen latentes en sus memorias, con el daño causado y por el servicio ofrecido por la juventud.
El fenómeno categoría 5, que mató a más de tres mil personas, acabó con la agropecuaria y los sistemas de servicios en el país, entró por Punta Palenque, San Cristóbal, golpeando de forma más severa el sur del país.
“Yo estaba en una escuela refugiada con mi familia. Mi hermano mayor era agrónomo y sabía que venía un huracán muy potente. Mis padres escucharon sus recomendaciones y se refugiaron en la escuela rural con sus hijos menores, dos días antes del ciclón. Algunos se burlaban y muy pocos hicieron lo propio”, narra una mujer que tenía 10 años cuando pasó el destructivo fenómeno natural.
Agrega que cuando el ciclón comenzó a golpear con sus vientos, comenzó la escuela a llenarse de personas, que corrían despavoridas al ver que sus viviendas estaban destruidas.
Pero en medio de ese desolar episodio, un recuerdo positivo que tiene es que la juventud se convirtió en socorrista.
Sus hermanos mayores, ya graduados en el Instituto Politécnico Loyola y empleados, se unieron a otros jóvenes, acompañando a los padres en las labores de retiro de escombros y buscar alimentos.
En Baní
Jóvenes universitarios, bachilleres y otros que se dedicaban a la agricultura hicieron un buen papel. Rescataron personas de comunidades aisladas, buscaban alimentos, recolectaban el zinc que arrastraron los vientos y techaban las casas que quedaron paradas, no importa quién era el propietario. Había que preparar el techo porque allí llevaban a los ancianos y las personas más vulnerables.
Los que se refugiaron por largo tiempo en las escuelas, porque sus viviendas fueron destruidas por completo, también eran suplidos con alimentos, gracias al esfuerzo de esos jóvenes, hoy, anónimos, pero muy serviciales.
Gestionar ante las autoridades para que socorriera a los damnificados y a las entidades que suplían donaciones para que llegara a los necesitados fue uno de los grandes aportes de la juventud de la época.
En San Juan de la Maguana
Un testimonio de un profesional, que para la época recién se había graduado de bachiller, es que una vez pasado el fenómeno, se la pasaron ayudando a mucha gente que vivía en Los Mameyes, retirándolo del rio. Era miembro de la defensa civil.
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