jueves, 17 de enero de 2013

Levantarse antes de que salga el sol MILES DE DOMINICANOS SALEN CADA DÍA DE SU HOGAR A BUSCAR EN LAS CALLES EL SUSTENTO DIARIO PARA ELLOS Y PARA SUS FAMILIARES


Respaldo. El apoyo familiar es fundamental para este vendedor de frutas. Cada vez que puede, su esposa Corina acude hasta el puesto de venta en el kilómetro nueve de la autopista Duarte, donde asiste en las ventas y le brinda su apoyo moral. Dentro de poco tiempo, ella también abrirá otro puesto de frutas.                                                    Santo Domingo
Bienvenido Morillo no se arrepiente de haber dedicado los últimos 20 años de su vida a la venta de frutas a un lado de la calle, pues este ha sido el oficio que le ha permitido levantar a sus cinco hijos a pesar de su escasa preparación académica. Esa es su función social, una de la que no se avergüenza.
Sin esperar que salga el sol, Bienvenido se dirige todos los días al mercado en busca de las frutas frescas que pone a disposición de quienes circulan por el kilómetro nueve de la autopista Duarte. Allí está su puesto de trabajo: una caseta hecha de madera, algunas barras de metal y plásticos multicolores. 
Su clientela es diversa, compuesta por personas de diferentes lugares de residencia y ocupaciones. “Aquí hay una clientela muy buena: los choferes y los pasajeros de la parada (de transporte público). Aquí viene gente diferente todos los días y de cualquier parte”.
Su oferta de frutas es variada y cambia de acuerdo con la temporada del año. Por ejemplo, en Navidades reinan las manzanas y uvas. “Yo vendo piñas, lechosa, sandía, melón, guineo maduro, aguacate. Aquí se vende de todo. Yo compro en el mercado Nuevo y a las surtidoras”.
Bienvenido no se complica con elaborados cálculos de contaduría. Su estrategia de negocio es simple: vende los productos que tiene en su pequeño puesto y compra paulatinamente aquellas frutas que se van agotando. Un método que él describe de la siguiente manera: “voy vendiendo y voy rellenandoÖ de lo que se vende menos, compro poco”.
Su pueblo de origen es Padre Las Casas, en Azua, desde donde vino a casa de varios de sus hermanos mayores que ya residían en Santo Domingo. Una vez en la capital consiguió trabajo en una ebanistería, empleo que abandonó casi de inmediato para dedicarse a la actividad que todavía realiza. “Yo estaba trabajando ebanistería en Manogüayabo y luego me puse a negociar y me quedé haciéndolo porque me resultaba mejor”, recuerda. Por eso para él un empleo formal no es una opción.
A la hora de conseguir el sustento familiar, Bienvenido no está solo. Su esposa Corina es su “ayuda idónea”, quien ahora planea establecer otro puesto de frutas para cuidarlo durante el tiempo que no se encuentra realizando trabajos domésticos por paga. Ella describe a su esposo como su regalo de Dios y él no tiene reparos en demostrar lo feliz que se siente a su lado. Corina Florentino también abre “sanes” para generar recursos, una especie de ahorro colectivo bastante utilizado en el país.
“Tengo cinco hijos y todos ya están grandes. El mayor tiene 18 años y la menor 10. Todos están estudiando, gracias a Dios”, explica Bienvenido, con la evidente satisfacción que le proporciona saber que sus hijos asisten a la escuela y crecen sanos.
Bienvenido Morillo pertenece a ese grupo de dominicanos que nacieron en zonas rurales y se han desplazado hacia los pueblos y ciudades más grandes en busca de trabajo y mejores perspectivas de progreso.
Pero una vez en Santo Domingo, los beneficios del empleo formal no han sido lo suficientemente atractivos para que este hombre de más de 40 años decida abandonar su puesto de frutas. Y es que la libertad que implica trabajar para sí mismo, así como la superioridad de los ingresos motivan a muchos a “buscársela” en la calle y desdeñar cualquier empleo como obrero.
Además, es evidente que República Dominicana no tiene la capacidad productiva necesaria para generar empleos suficientes y de calidad para todos los ciudadanos que demandan un lugar en el mercado de trabajo .
Informalidad
El sector informal tiene un gran peso dentro de la economía de República Dominicana. En el año 2000 el 50.8% de las personas ocupadas operaban en el sector informal, y en el 2005, este porcentaje se elevó a 56.2%. Estas cifras provienen de la Unidad de Información Social (UIS) del Secretariado Técnico de la Presidencia, publicó dominicanaonline.org. 
Si se desagregan, se observan incidencias y aumentos significativos en algunos sectores particulares, por ejemplo, en el caso de la agricultura y la ganadería, el empleo informal creció de 81 a 88% del año 2000 al 2005, en el sector construcción hubo un aumento del 77 al 85%, en el comercio subió de 61 a 70% y en el sector transporte y comunicaciones, el empleo informal aumentó de 69 a 73%.
Esta informalidad en el mercado de trabajo refleja precariedad estructural y representa más que un reto para el país. 
Aunque la economía informal se ha asociado frecuentemente a países en desarrollo y economías emergentes, todos los sistemas económicos, participan de ella. Esta economía no solamente causa un daño patrimonial a los ingresos del Estado, porque se dejan de percibir los impuestos de una parte importante de la población, con el consiguiente quebranto económico. Ha sido criticada duramente por quienes alegan que  sirve a menudo para disfrutar indebidamente de beneficios sociales, subvenciones y subsidios, al ocultar una parte de las rentas.  

OBSERVACIONES DE LA OIT
Perspectiva

La economía informal genera entre la mitad y las tres cuartas partes de todo el empleo no agrícola en los países en desarrollo. Aunque no es posible generalizar con respecto a la calidad de los empleos informales, con frecuencia implican malas condiciones laborales y está relacionada con el aumento de la pobreza. 
El empleo informal puede tener características como falta de protección en casos como el impago de salarios, obligación de hacer sobretiempo o turnos extraordinarios, despidos sin aviso ni compensación, condiciones de trabajo inseguras y ausencia de beneficios como las pensiones, el reposo por enfermedad o el seguro de salud. Esto cuando el trabajo no es independiente.
La resolución sobre trabajo decente y economía informal adoptada por la Conferencia Internacional del Trabajo en 2002 pidió brindar atención a las necesidades de trabajadores y unidades económicas en la economía informal, con énfasis en un enfoque integrado desde la perspectiva del trabajo decente.

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