Ya son 43 años de aquel fatídico miércoles 28 de marzo, 9:20 de la noche, cuando el crimen de Estado se hizo presente en la calle Mercedes con José Reyes y Luperón en la Zona Colonial, frente a la imagen de María Trinidad Sánchez, también mártir del oscurantismo, de Pedro Santana, el mismo que fue llevado al Panteón Nacional por el régimen de Joaquín Balaguer, de cuyo gobierno partió la orden de asesinar a Gregorio García Castro.
También ante la mirada de testigos, entre otros Altagracia Caridad González (Tatica), quien identificó a los señalados autores materiales, el teniente Juan María Arias Sánchez y los cabos Milton de la Cruz Lemus y José Rafael Pérez Pereyra, acusados por la propia Policía.
Gregorio García Castro, brillante escritor, autor de la más celebrada columna de comentarios políticos de ese período, pero además un incansable trabajador de la palabra en su más amplio sentido cumpliendo con maestría su labor de jefe de redacción del periódico Ultima Hora y un sin números de actividades que incluía programas de TV, radio, colaboración de revista, conferencias, relaciones públicas, todo en la comunicación.
Un talento innato, cultivado con la visión amplia de la investigación y el estudio de selectas lecturas, desarrollado con pluralidad, objetividad, ética y arrojo para combatir la represión e injusticia del régimen despótico de los 12 años, con la verdad como norte escribía reportajes, análisis, crónicas, creó una titulación novedosa que hizo escuela, escribió cientos de artículos de fondo tanto en su famosa columna “En un tris…” como en otros medios escritos y muchos de los cuales son antología del periodismo dominicano. Escribió formidables conferencias sobre libertad de expresión, comunicación social, Trujillo, derrocamiento de Bosch, etc. que editamos en un libro ya agotado.
Quiero agradecer al pueblo cubano, especialmente a su juventud que creó una página con la biografía de Gregorio García Castro en la Enciclopedia Cubana en la Red (Ecured), destacando la labor de denuncia contra la banda, agrupación terrorista que asesinó a cientos de jóvenes revolucionarios en República Dominicana a principios de los años 70.
Esta es una página oficial de Cuba y es una distinción pues ese breve resumen destacando ese arrojo es un reconocimiento internacional, sincero, al margen de ideologías y participación política, lo cual agradecemos, por lo significativo tratándose de un pueblo heroico como el cubano.
He tenido el cuidado de nunca comparar nuestro dolor con el de otras víctimas o familiares víctimas de los 12 años.
He tenido el cuidado de nunca comparar nuestro dolor con el de otras víctimas o familiares víctimas de los 12 años.
Cómo hacerlo con el dolor de Mirna Santos García la viuda de Amín Abel Hasbun, quien es mi prima. Cómo hacerlo con la familia de Guido Gil Díaz, quien también era mi primo, pues su madre y mi abuelo paterno eran primos hermanos, como también hermano de la abuela de Mirna Santos García.
Miro atrás y miro hacia delante, miro el presente y observo el vacio existencial de valores que padece el país: violencia, impunidad, justicia a media, justicia denegada, encubrimiento, complicidad, ignorancia, conformismo, ausencia de crítica, cuestionamiento y olvido.
El crimen de Goyito jamás prescribe, jamás porque esa “confabulación de silencio” que admite el doctor Balaguer en sus memorias, fue capaz de emitir una sentencia clandestina y monstruosa en abril de 1980, sin juicio oral, público y contradictorio y sin constituir un tribunal.
Con dicho adefesio jurídico fueron liberados ilegalmente los autores materiales y esta sentencia se conoció por primera vez 20 años después. por la investigación que ordenó el entonces Presidente de la Suprema Corte de Justicia doctor Subero Isa, pues tanto los familiares como la prensa desconocía la sentencia clandestina, después de que se elevaron los recursos de casación en la Corte de Apelación de Santiago en 1977.
Los mismos autores materiales habían sido señalados en otros crímenes políticos de los 12 años, como los asesinatos de Homero Hernández Vargas y Freddy Sosa Martínez, ambos dirigentes del MPD.
La Suprema Corte de Justicia en ese entonces presidida por el doctor Subero solicitó a la Procuraduría General de la República un dictamen para conocer el recurso de revisión que elevamos al enterarnos de la clandestina y monstruosa sentencia.
Este crimen coloca al Estado dominicano en el mapa mundial de la impunidad y ese estatu jurídico es conocido y está registrado en la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, a la cual denunciamos la falta de dictamen.
Aún el hecho de continuar con el caso de manera tardía y con denegación de justicia, no impide nuestro derecho a denunciar como hicimos al Estado dominicano por tan grave violaciones del estado de derecho.
Goyito era firme y solidario sin límite, humano, claro, preciso, profundo, auténtico, de criterio autónomo y apasionado con su ejercicio, un hombre entregado a la patria, llámese héroe, mártir o simplemente un hijo de la patria, sólo necesita que la patria lo llame y ahí está presente, como en su caso estuvo siempre en defensa de la libertad de expresión y los derechos humanos con su pluma y su voz.
Un hombre como García Castro sólo actúa por convicción, por amor infinito a su patria y a su pueblo
Un hombre como García Castro sólo actúa por convicción, por amor infinito a su patria y a su pueblo
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