Santo Domingo.– Un día como hoy, pero de 1838, fue fundada la Sociedad Secreta La Trinitaria con el propósito de liberar la nación dominicana del dominio extranjero y proclamar la Independencia Nacional.
La sociedad estaba formada por un grupo de jóvenes inquietos influenciados por Juan Pablo Duarte y por las ideas liberales que en la época prevalecían en España.
Acompañaron a Duarte en inicio, Juan Isidro Pérez, Pedro Alejandrino Pina, Félix María Ruíz, José María Serra, Felipe Alfau, Francisco del Rosario Sánchez, Juan Nepomuceno Ravelo, Benito Gónzalez, Jacinto de la Concha y Matías Ramón Mellla.Los Trinitarios antepusieron la liberación del país por 22 años sojuzgado por los haitianos, a sus intereses particulares y bienes familiares bajo el lema de Dios, Patria y Libertad.
Sus esfuerzos se vieron coronados la noche del 27 de febrero de 1844 con el disparo del trabucazo que dio inicio a la guerra libertaria que culminó con la Independencia Nacional y el nacimiento de la República Dominicana.
La Trinitaria se crea con el objetivo de realizar acciones tendentes a independizar la parte Este de La Española de la ocupación haitiana y formar el Estado independiente que llamarían República Dominicana.
El nombre La Trinitaria le fue puesto en honor a la Santísima Trinidad, aunque este nombre más bien fue utilizado para reclutar miembros de la sociedad dominicana ilusos al verdadero significado y creencias metafísicas anticristianas de los altos rangos de dicha sociedad.
El nombre la Trinitaria hace alusión al método de reclutamiento de esta organización masónica, en el cual cada miembro tenía como misión reclutar a otros dos miembros adicionales, y estos a su vez no eran dados a conocer la identidad de los demás.
Esta técnica fue utilizada por la organización francmasónica de los Illuminati para apoderarse de las sociedades masónicas francesas e incitar la revolución de dicho país, y fue importada por Duarte tras su estancia en Europa.
La fundación de la Trinitaria se llevó a cabo el lunes 16 de julio de 1838, a las 11 de la mañana, en la ciudad de Santo Domingo, calle del Arquillo, que luego se llamó Santo Tomás y actualmente calle Arzobispo Nouel, número 155.
Era ésta la modesta casa de Doña Josefa Pérez de La Paz (Chepita) y su hijo el trinitario Juan Isidro Pérez. Estaba ubicada frente a la iglesia del Carmen, y se eligió ese día y hora porque habría una concurrida procesión, y Juan Pablo Duarte consideró que eso sería más conveniente para guardar el secreto que hacer la reunión en un lugar apartado o en horas de la madrugada.
En esa casa se reunió con ocho de sus amigos y dejaron establecida la Sociedad Secreta La Trinitaria. En esa memorable reunión, Duarte dijo a los presentes:
“Estamos convencidos de que entre dominicanos y haitianos no hay fusión posible. Somos y seremos dos pueblos diferentes. Nuestro destino es ser independientes, absolutamente independientes. […] Nuestra sociedad se llamará La Trinitaria porque se compondrá de grupos de tres y la pondremos bajo el amparo de la Santísima Trinidad. Nuestro lema: Dios, Patria y Libertad. […] Amigos míos, estamos aquí para ratificar el propósito que habíamos concebido de conspirar y hacer que el pueblo se subleve contra el poder haitianito, a fin de constituirnos en Estado libre e independiente con el nombre de República Dominicana. La cruz blanca que llevará nuestra bandera dirá al mundo que el pueblo dominicano, al ingresar en la vida de la libertad, proclama la unión de todas las razas por los vínculos de la civilización y el cristianismo… La situación en que nos colocaremos será muy grave, y tanto más, cuanto que entrando ya en este camino, retroceder será imposible. Ahora bien, en este momento hay tiempo todavía de rehuir el compromiso. Por tanto, si alguno quisiera separarse…”.
En ese momento los presentes lo interrumpieron y le ratificaron su decisión de luchar por la proclamación de la República Dominicana. Fue entonces cuando Duarte extrajo de su bolsillo un pliego que todos debían firmar con su sangre; pero antes de ese solemne acto, los presentes tomaron el siguiente juramento, escrito por Duarte mismo:
“En el nombre de la Santísima, Augustísima e Indivisible Trinidad de Dios Omnipotente, juro y prometo, por mi honor y mi conciencia, en manos de nuestro presidente Juan Pablo Duarte, cooperar con mi persona, vida y bienes a la separación definitiva del gobierno haitiano y a implantar una república libre, soberana e independiente de toda dominación extranjera, que se denominará República Dominicana; la cual tendrá un pabellón tricolor en cuartos encarnados y azules atravesado por una cruz blanca. Mientras tanto seremos reconocidos los Trinitarios con las palabras sacramentales Dios, Patria y Libertad. Así lo prometo ante Dios y el mundo. Si tal hago, Dios me proteja, y de no, me lo tome en cuenta; y mis consocios me castiguen el perjurio y la traición si los vendo”.
Luego de haberse dicho el juramento, los trinitarios firmaron el pliego anteponiendo una cruz al nombre de cada cual. Duarte entonces dijo:
“No es la cruz el signo del padecimiento; es el símbolo de la redención. Queda bajo su éjida constituida la Trinitaria, y cada uno de sus nueve socios obligado a reconstituirla, mientras exista uno, hasta cumplir el voto que hacemos de redimir la patria del poder de los haitiano”.
Los Trinitarios
El grupo de jóvenes que había reclutado Juan Pablo Duarte, reunía todo lo necesario para cubrir gastos para desplazarse a ciudades del interior a realizar labores de organización y de reclutamiento de personas para contribuir a aumentar cada vez más los adeptos al movimiento. Los nueve miembros fundadores estaban divididos en tres grupos, de ahí su nombre Trinitaria.
Propósito
Su propósito no era solo erradicar el gobierno haitiano, sino convertir la República Dominicana en un Estado libre e independiente de cualquier país extranjero.
Cuando hicieron el Juramento Trinitario, quedó claro que ellos formarían un nuevo Estado, que se llamaría República Dominicana, el cual tendría su pabellón tricolor, en cuartos, encarnados y azules, atravesados con una cruz blanca que simboliza la pureza.
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