Entre el llanto desgarrador y el sonido amargo de trompetas, los familiares y allegados de Eliza Muñoz y Joel Díaz le dieron el último adiós a la joven pareja que perdió la vida a manos de miembros de la Policía Nacional, producto de una confusión.
Con miradas fijas en el cielo, los féretros o los pastores que hicieron uso de la palabra, las personas presentes en el sepelio, que se llevó a cabo este viernes en el Cementerio Cristo Salvador, dejaban correr las lágrimas que le humedecían las mascarillas y exteriorizaban el dolor de la pérdida de dos seres humanos que describían en reiteradas ocasiones como “personas de bien, de la iglesia y valiosas para la sociedad”.
A medida que se acortaban las horas para finalmente introducir los ataúdes en los sepulcros, los gritos de lamento se intensificaron y se conjugaron al unísono para despedir a la pareja que hace solo un mes y 27 días celebraba junto a sus seres queridos su unión matrimonial.
Fueron los padres de ambas víctimas quienes reunieron fuerzas para pararse al frente de todos y dar gracias por acompañarles en el doloroso momento.
Eusebio Díaz, padre del fenecido Joel Díaz, después de agradecer aprovechó el momento para hacerle saber a los responsables de la tragedia que él les ha perdonado.
“Decirle a la banda de criminales que asesinaron a mi hijo que los perdono, y que si ellos pueden entregar su alma a Cristo para que los perdone, que lo hagan”, fue el mensaje de Díaz.
Por otro lado, luego de bajar su mascarilla que ocultaba un rostro enrojecido por el incesante llanto, el progenitor de Eliza, Marino Muñoz, también llamó a los involucrados en el confuso incidente a poner sus corazones en manos de Dios.
Para Muñoz la partida de la pareja les ha provocado un “gran dolor” pero el saber donde se encuentran las almas de su hija y yerno, le da tranquilidad.
“No los perdimos, sabemos donde ellos están”, expresó con firmeza.
Muñoz señaló que como padre no puedo hacer justicia sobre lo que ha ocurrido, pero que “será Dios quien la hará”.
Así mismo, clamo a las autoridades para que no permitan que un hecho similar vuelva a consternar a la población dominicana.
“Es un dolor bastante grande, no hay forma ni de explicar o hablar”, concluyó Muñoz, mientras entregaba el micrófono y se dirigía al ataúd de su hija.
Luego de que Eliza y Joel fueran introducidos uno al lado del otro, varios jóvenes soltaron globos blancos que invadieron el cielo y con los que sellaron el último adiós.
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