Desde el año 2000 con el gobierno de Hipólito Mejía, en combinación con iniciativas privadas, la producción en ambientes controlados (invernaderos) comenzó a expandirse en casi todo el territorio de San José de Ocoa, lo que provocó una gran transformación del aparato productivo y un salto en la calidad de vida de sus habitantes.
Todos sus municipios y distritos municipales vieron multiplicarse estos modernos sistemas de producción para abastecer el mercado local, nacional y para exportaciones, generando nuevos empleos, transfiriendo tecnología, adiestrando personal, dinamizando los negocios y captando divisas.
Agricultores que manejaban unidades productivas extensivas por varios miles o quizás cientos de miles de pesos en inversión y ventas, rápidamente pasaron a operar invernaderos particulares por sobre los diez y veinte millones de pesos con financiamiento bancario oficial y privado, entre otras fuentes.
Zonas de Ocoa como La Horma, La Sabana de San Juan, La Ciénaga, El Naranjal, Nizao y Las Avispas, vivieron un gran esplendor por la dinámica productiva local, pero un caso especial fue el valle de Rancho Arriba y sus alrededores.
Situado a 30 kilómetros al suroeste de la ciudad de Ocoa, en la región Sur, y a 30 kilómetros al este del municipio Piedra Blanca, en la autopista Duarte, este valle intra montano es una zona dotada de todas las condiciones naturales para que sus habitantes disfruten de una vida de gran calidad y sus visitantes se vean capturados por sus encantos.
Tierras de excelente calidad para la producción agrícola y la crianza de ganado y aves, un clima siempre fresco que aporta condiciones muy diferentes a las que imperan en otras regiones y una adecuada proporción de servicios para toda su población, sus negocios, fincas y establos, armonizan con su gente cálida y amable que se destaca por su laboriosidad aprendida de sus ascendientes cibaeños y banilejos.
Del boom a la caída
Con las iniciativas de Hipólito y la experiencia de Eligio Jáquez, entonces ministro de Agricultura, los invernaderos se abrieron surco entre la resistencia de viejos cafetales y ciénagas de arroz en Rancho Arriba y en pocos años se implantaron como una opción mucho más rentable, a más corto tiempo y con fuentes de financiamiento relativamente seguras.
La primera envestida contra los invernaderos vino con la salida del gobierno de Hipólito, el ascenso del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y el retorno de Leonel Fernández a la Presidencia.
Quizás movidos por su supina ignorancia de lo que significaba producir en invernaderos, funcionarios peledeístas cuestionaron el nivel de las inversiones oficiales durante la gestión de Jáquez y montaron una persecución judicial en su contra que terminó bochornosamente en un fracaso que expuso lo poco que sabían ellos de producción agropecuaria y mucho menos de innovación, limpiando el nombre de Eligio que había brillado con tanto honor durante la guerra de 1965 y en otras batallas por la libertad.
Lo que siguió fue un boom expansivo de los invernaderos en gran parte del país, pero especialmente en las estribaciones de la cordillera Central, rica en agua, clima frío, mano de obra rural masculina y femenina probada en las viejas fincas cafetaleras, arroceras y otras, así como acceso a electricidad y caminos transitables, salvo en temporadas de lluvias.
Durante el auge, Rancho Arriba y sus alrededores tuvo el más meteórico crecimiento de las unidades y el tamaño de sus invernaderos y rápidamente se convirtió en el más grande y productivo centro de cultivo de todo tipo de hortalizas y el más cercano a la ciudad de Santo Domingo, tanto entrando por la autopista Duarte como por la carretera Sánchez, pasando por Baní.
El padre Luis Quinn
La última vez que vi al padre Luis Quinn fue el 30 de marzo de 2007 cuando lo visité en su casa y pasamos dos horas conversando después de varios años sin vernos.
Luego de ponernos al día en numerosos temas personales y sociales, me expresó con amargura su “enorme decepción” con el entonces presidente Leonel Fernández porque de 30 obras que le había prometido para Ocoa, ninguna la había cumplido y el gobierno solo se ofrecía para construir una cárcel.
El padre Luis fue el más sólido impulsor de los invernaderos en Ocoa y veía con lástima cómo su gran producción se perdía porque con las lluvias no se podían movilizar por los caminos y las carreteras Ocoa-Cruce de Ocoa, y Ocoa-Piedra Blanca, estaban intransitables.
Lo que me dijo Luis en conversación privada quedó una semana después desplegado en el Listín Diario con un amplio reportaje que preparó José Dicén a partir de una entrevista que le coordiné y en ella elevó su reclamo de que el gobierno reconstruyera ambas carreteras para que el sudor de los ocoeños no se perdiera.
Cuando murió el 11 de octubre de ese año y una semana después llevaron el cuerpo del padre Luis para su velatorio en Ocoa, tuvo que ir de hoyo en hoyo y de salto en salto por la carretera Padre Billini, esa misma por la que luchó tanto por su reconstrucción y se fue sin verla.
Danilo cumplió... Peralta
El gobierno de Danilo Medina reconstruyó la carretera Cruce de Ocoa-Ocoa, la Piedra Blanca-Rancho Arriba y mejoró la de Ocoa a Nizao, pero dejó un tramo de 12 kilómetros –Nizao-Rancho Arriba- intransitable, lo que constituye un acto de maldad y desafío a una comunidad laboriosa que no merece tratos humillantes.
Quien puede lo mucho puede lo poco, pero en el caso de Ocoa y los invernaderos, el gobierno de Danilo pudo reconstruir 80 kilómetros de carreteras y nuevos puentes, pero José Ramón Peralta, su ministro Administrativo de la Presidencia, se encargó de que entre Nizao y Rancho Arriba no hubiera fluidez de tránsito para impedir que un camión cargado de vegetales abasteciera en poco tiempo los hoteles y los supermercados de Santo Domingo y en cambio, uno que saliera desde Constanza o de Jarabacoa, llegara primero. ¡Gracias Peralta, Rancho Arriba y Nizao te conocieron bien!
El golpe del Covid-19
El cierre del turismo y de los aeropuertos y puertos por la llegada del Covid -19 constituyeron una puñalada en el corazón de los invernaderos y sus propietarios que vieron la cara a una debacle con una gran producción sin mercado y los compromisos financieros creciendo.
La semana pasada pasé tres días en Rancho Arriba junto a mi esposa Juana Mercedes y me ocupé de caminar por todo el valle, fui a La Vigía, Juan Luis, Mahoma, Los Quemados, Monte Negro, La Estrechura, Arroyo Caña, Arroyo Blanco, entre otros, y es asombroso ver cómo se ha recuperado totalmente la producción de los invernaderos.
Un impacto poco destacado de ese cultivo bajo techo es que la foresta en la zona está en su mejor momento, con bosques muy frondosos donde antes había apenas malezas y conucos que tumba y quema.
Abinader lo vio
El pasado 6 de junio el presidente Luis Abinader estuvo en Rancho Arriba y dijo que “es totalmente inaceptable” que el tramo Nizao-Rancho Arriba sea intransitable y prometió que el 17 de agosto iniciará la reconstrucción de la que definió como “nuestra primera obra como gobierno” en Ocoa.
La palabra del presidente Abinader está empeñada y confío en que el martes, 17 de agosto de 2021, se inicien los trabajos porque no quisiéramos pensar que aparezca un nuevo “Peralta” que haga una nueva maldad a los laboriosos productores ocoeños.
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