“Así como existe el bien, existe el mal”, es una expresiónque muchas veces respalda a aquellos que creen fervientemente en el “poder” de la santería, y a otros que participan en los ritos, “fiestas de misterio”, “consultas privadas” y cultos propios del vudú.
Es común escuchar, sobre todo en zonas rurales del país, acerca de leyendas en las que personajes como los “brujos”, el “barón del cementerio”, los “misterios” o “luases”, trabajan en conjunto para cumplir deseos de los vivos, sin importar de qué se trate.
Los devotos de esta religión afirman para que se les conceda lo que piden, lo primordial es “agradar” a estos seres místicos y conocer a alguien que pueda comunicarse directamente con ellos, a quienes llaman “servidores de misterios”.
La fe de estas personas es tanta que muchos, incluso, pagan altas sumas de dinero a los “servidores” para que les hagan trabajos “especiales”, que pueden ir desde despojos y consultas privadas hasta “encargarse de algún enemigo que les fastidia”.
“Por ejemplo, esta es una botella que puede crear protección para tu negocio, pero esa misma botella yo la agarro, le pongo tu nombre adentro y la llevo al barón del cementerio y le digo: que no se muera de una vez, pero que se vaya secando”, explica Edison Rodríguez, dueño de la botánica 7 potencias.
Pero adentrarse en el misticismo que envuelve a la religiosidad popular dominicana requiere, en primer lugar, conocer de dónde viene y cómo se manifiesta en la población.
Desde el vudú africano
Con la llegada de las tribus africanas, durante la colonización, en la isla se mezclaron las creencias, religiones e idiomas de esclavos, españoles e indígenas. No obstante, los europeos obligaban a los africanos a adoptar la religión católica.
Según el investigador Fradique Lizardo, para los esclavos mantener su religión significaba “proteger su identidad”, por lo que optaron por adaptar el vudú a una forma externa del catolicismo, aunque en su interior conservara su esencia santera. En otras palabras, encubrían a sus dioses africanos con imágenes de santos católicos para asegurar la supervivencia de su religión a los ojos de los colonizadores, pero en el fondo permanecía la deidad ancestral.
Por esto se habla de la relación entre “santos” y “misterios”. Para muchos, los santos católicos son padrinos de los dioses africanos o “misterios”, lo que resulta en un curioso sincretismo mágico-religioso.
Así, para los católicos el “santo” es San Miguel, pero para los creyentes en el vudú se trata de “Belié Belcán”, jefe de la “división Radá” y esposo de “Ana Isa”, reina del amor.
Este proceso dio como resultado el vudú dominicano, una respuesta religiosa que se basa en un “culto a los luases” o espíritus y que establece una relación entre lo natural y lo sobrenatural.
Diferencias
En sus escritos, el folklorista Dagoberto Tejeda Ortiz afirma que el vudú dominicano incluye al haitiano, al espiritismo europeo, a la santería cubana, a la religiosidad popular venezolana y simbolizaciones de Buda. No obstante, el vudú dominicano se diferencia del que se practica en Haití por los lugares privilegiados que se les dan a ciertos “misterios”, los ritmos particulares para que “suban” los espíritus en los rituales y el uso de pañuelos con colores específicos que identifican a cada “misterio”.
Asimismo, en Haití se utiliza el llamado “vevé” para representar a los espíritus, mientras que en República Dominicana se usan imágenes vinculadas al catolicismo.
¿Qué son los “misterios” o “luases”?
Dagoberto Tejeda los define como seres que fueron humanos y que al morir se convirtieron en ancestros, debido a sus cualidades personales.
Otras personas los definen como “seres que se introducen en la mente y cerebro de los creyentes”, a los cuales se les llama “caballos de misterios” o “servidores de misterios”.
A grandes rasgos, estos seres son la parte “santera” de la religión, lo que “se le sube” a las personas durante los rituales o trances y como su nombre lo indica, el lado místico.
Según conocedores del tema, los “misterios” trabajan con los elementos de la naturaleza y tienen una personalidad definida que irá de la mano con aquello en lo que se especializan. Algunos son cariñosos, otros necios y pedantes, pero todos son amorales: se prestan para hacer el bien y el mal.
Están organizados en 21 divisiones, como si se tratara de un grupo familiar y cada una tiene su bebidas, comida, cantos, sacrificios, colores e indumentaria características.
Por ejemplo, a los que pertenecen a los “Guedés” se les invoca con moro de habichuelas negras sin sal ni azúcar, acompañado de una batata hervida, casabe y arenque.
Las divisiones más utilizadas en los rituales son aproximadamente seis: “Legbá”, que reúne luases ancianos y sabios; “India”, trabaja con el agua; “Petró”, actúan con los cuatro elementos de la naturaleza; “Radá”, cariñosas con un gusto refinado; “Ogún”, son guerreros; “Guedé”, trabajan con el elemento tierra.
“Montaderas”
Los creyentes realizan rituales donde los seres “suben”, entrando en el cuerpo de los “servidores de misterios”, quienes inmediatamente asumen la identidad del espíritu en un proceso que se llama “montadera”.
Según explica Fradique Lizardo, se utiliza el término “subir” porque se entiende que los seres “suben de la tierra” hacia el cerebro del creyente.
Pero estos creyentes no son cualquier persona, se trata de alguien que haya sido “bautizado en la santería” y que previamente ha preparado su cuerpo para “recibir a las entidades”. Una de las reglas básicas es que una vez ha entrado en el vudú no puede renunciar a él.
Luego de la posesión espiritual, se dice que el creyente “no recuerda nada de lo que ocurrió”, pero durante el trance la persona actúa de acuerdo con lo que le ordena el espíritu.
SEPA MÁS
Recetas privadas
Los “servidores de misterio” consultan en privado a las personas y sus recetas son personalizadas dependiendo del problema que aflija al creyente.
Los ingredientes para las preparaciones se consiguen en plazas esotéricas o botánicas ubicadas en los mercados, y se pueden utilizar tanto para las celebraciones de rituales como para la ejecución de baños de despojo, resguardos y hasta hechicería.
Ofrendas
Debido a que cada “misterio” tiene gustos distintos, los creyentes buscan su favor a través del ofrecimiento de objetos, dinero, comida y bebida en altares especialmente decorados.
Las ofrendas pueden ir desde bizcochos con refresco rojo, en el caso de “Ana Isa”, hasta pan y huevos.
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