Rostros esperando por largas horas, vestidos de blanco entero, portando velones, flores, pañuelos y accesorios diversos afanados en tocar el cuadro de la Virgen de la Altagracia en su templo de Higüey.
Las filas alcanzaban centenares de metros, hasta salir del tempo, en medio de un ambiente de vendedores, mendigos, turistas y personal de protocolo y seguridad.
Para las tomas de fotos y selfies, algunos se acostaban en el pavimento, muchos en sillas de ruedas asediados por vendedores, carteristas y descuidistas.
El frente y los alrededores de la Basílica Nuestra Señora del Rosario, lucían con mucha gente.
El programa se ejecutó de forma rigurosa, desde que inicio con la misa del obispo emérito de La Vega, monseñor Antonio Camilo, a la medianoche.
Los actos solemnes en horas de mañana, a los asistió la vicepresidenta Raquel Peña como encargada del Poder Ejecutivo, mantuvieron el entusiasmo de los feligreses.
Los baños móviles no dieron abasto, mientras la cantidad de haitianos, estadounidenses, canadienses, colombianos, puertorriqueños, franceses y españoles, fue notoria.
Más del 50% a quienes se le veía mascarilla a la entrada, se la quitaban estando dentro. Los patios se convirtieron en cama y muchos optaron por dormir y amanecer en el lugar.
El obispo Castro Marte salió en un momento al parqueo frontal y desde allí, dio la bendición a los de afuera.
EN PUNTOS
Ciudad Colonial
En la iglesia Virgen de la Altagracia, en la Ciudad Colonial, sus devotos abarrotaron el santuario, algunos vestidos de blanco, otros con velones encendidos, oraban el ave maría con los ojos cerrados, dejándose sentir por la fe que embargaba sus corazones al momento. En la catedral ofició la misa el arzobispo Francisco Ozoria, la procesión inició con los monaguillos abriéndose paso por la multitud.
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