En buenas condiciones físicas apareció ayer en la mañana en Censié, Estero Balsa, de Guayubín, el joven Eduardo Antonio Baldera Gómez, quien dijo logró escapar de sus secuestradores, luego de 22 días de raptado.
Afirmó que los secuestradores le daban pan, galletita, queso y salami, así como leche y agua, y que nunca fue maltratado.
La doctora Claribel Grullón Gómez, médica legista de Villa Vásquez, y la procuradora fiscal de Montecristi, Jacqueline Zapata, afirmaron que el joven Baldera estaba en perfectas condiciones físicas.
Los secuestradores pedían cinco millones de dólares para liberar al estudiante de 20 años, pero su padre Francisco Eduardo Baldera, dijo que estaba en condiciones de dar dos millones de pesos porque no contaba con más dinero.
A eso de las 12:00 del día de ayer, Baldera Gómez fue llevado a la sede de las trigésimo quinta compañía de la Policía, y a las 2:00 de la tarde llegó el jefe de la Policía, mayor general Rafael Guillermo Guzmán Fermín, y otros oficiales en tres helicópteros a Villa Vásquez donde descendieron en el play de béisbol Antulio Martínez.
La comandancia de la Policía en Villa Vásquez debió ser reforzada por agentes de dotaciones de otros pueblos, por la muchedumbre que se congregó para tratar de ver al secuestrado y enterarse
El jefe de la Policía y demás oficiales volaron a eso de las 3:15 de la tarde con el secuestrado con destino a Nagua, donde lo entregaron a sus padres, Francisco Eduardo Baldera y la señora Hilda Gómez.
Una muchedumbre esperó en el play de la playa de Nagua los helicópteros donde trasladaron a Baldera Gómez, quien era vigilado por un contingente policial y por miembros de la Unidad Anti Secuestro.
En rueda de prensa en Nagua, el jefe de la Policía exhortó a Cecilio Díaz (Manuel), a quien señala como el cabecilla del grupo que dirigió el secuestro de Baldera Gómez, entregarse junto a los demás que integran su banda.
La población de Nagua se tiró a las calles y se aglomeraron frente a la vivienda de los Baldera Gómez, situada en el sector Luis Yangüela, donde se escuchaba música de todo género.
Muchos ingresaron al hogar a abrazar a Eduardito, y a darle ánimo a sus padres Hilda y Francisco Eduardo, cuya salud se ha bía deteriorado en los días del secuestro de su hijo.
Durante los días del plagio de su vástago, los esposos Baldera Gómez no cesaban en pedir a los secuestradores que lo liberaran sano y salvo.
El viernes, la señora Gómez pidió a los secuestradores llamarlos y hablar con ella de dinero para que dejaran libre a su hijo Eduardo Antonio.
Narra viacrucis
Baldera Gómez, entrevistado en la 35 compañía de la Policía, donde fue llevado, dijo que sus raptores lo tenían oculto en una choza de yagua en la montaña de Sancié, paraje localizado próximo a la playa de Estero Balsa y Santa Cruz, de Guayubín.
Estas comunidades están distantes a unos cinco kilómetros del Océano Atlántico y a 20 de la carretera Duarte que conduce a Montecristi.
Al ser trasladado a la Policía de Villa Vásquez, Baldera Gómez llevaba puesta una camisa crema mangas largas, pantalón jean azul y tenis.
El 18 de septiembre cuando fue raptado vestía camiseta blanca y pantalón deportivo negro, y una sandalia, ya que tenía varios minutos que había salido del gimnasio.
El estudiante narró que como a las 6:00 de la mañana de ayer, uno de los secuestradores creyó que dormía y se fue a cepillar los dientes, lo que aprovechó para liberarse de las cadenas que tenía en los pies, y de las esposas y huir por la zona boscosa.
“Yo temía por mi vida, me decían que si tu papá no pagaba el dinero me iban a matar”, dijo. Rechazó que se tratara de un autosecuestro, porque no tiene necesidad porque en su casa lo complacen con todo lo que necesita,
Baldera Gómez agregó que “luego de cinco horas de correr por los montes, llegué a una finca (propiedad de Santo Santana), y vi un hombre ordeñando vacas y le dije, señor ayúdame, yo soy Eduardo Baldera Gómez, el que secuestraron en Nagua”.
Explicó que en el tiempo que estuvo en cautiverio era vigilado por dos hombres que mantuvieron encapuchada la cabeza. Uno de ellos se mantenía siempre observándolo, mientras el otro subía a la montaña a buscar información de un tercero que nunca vio.
“Ellos en la noche me dejaban las esposas flojas y las cadenas que tenía en los pies, la que logré soltar, Por eso pude escaparme”, recalcó.
Dijo que luego de pedirle auxilio al ordeñador, cuyo nombre no se obtuvo, éste llamó a otras personas, entre ellos el asimilado de la Marina de Guerra Marcos Grullón, y cuatro civiles, incluyendo una mujer, que fueron al puesto de la Policía de El Copey, y retornaron acompañados del sargento mayor Manuel Antonio Hernández y el cabo Angel Muñoz Gómez, quienes lo trasladaron a la sede de la 35 compañía, de Villa Vásquez.
El joven había sido raptado el 18 de septiembre a eso de las 8:00 de la noche por tres hombres armados con metralletas Uzis, vestidos con ropas de militares cuando fue a visitar a su novia.
La Policía acusó y sometió a la justicia a Carlos Paulino Lachapelle, Virgilio Burgos Prado, Leodimir Quezada Rojas, Elérsido Díaz Cordero, Narkelis Alvarado Bonilla, José Luis Caba Tineo (Chómpiras), y Yeufry Valentín Rosario. También se entregó Rafael Ubaldo Rodríguez Méndez, implicado en el caso.
La Policía identifica a Cecilio Díaz (Manuel), como el jefe de la banda que planificó el secuestro y lo vincula al prófugo Rafael Villas Cartagena, quien según señala en septiembre de 2007 dirigió el secuestro contra el comerciante de Santiago, Rolando González, liberado en Azua 15 días después.
Durante los días del secuestro decía a los medios de comunicación que éste sería dado por solucionado en el menor breve tiempo, pero nunca tuvieron pistas precisas del lugar donde estaba el raptado y sus plagiadores.
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