De solo pensar en un payaso hay quienes se echan a reír por su manera de ser, mientras que otros expresan el desagrado que sienten hacia estos personajes, que son el alma de las fiestas infantiles, para envejecientes y “baby shower”.
Con sus coloridos trajes, caras pintadas, zapatos grandes, nariz roja, sombrero y peluca, en algunos casos, los payasos traen a la memoria gratos y no tan buenos recuerdos en quienes han sabido disfrutar e imaginar con ellos y aquellos que sienten temor al verles.
Pero lejos de lo que se ve de frente, debajo del gran disfraz en el que se encuentra un payaso hay un ser humano, alguien que tiene buenos y malos días, pero que se olvida de todo eso cada vez que tiene que hacer juegos y animar una fiesta.
Tobolín y Bobín son dos personajes que explican todo lo que hay en este mundo y la razón por la que se dedican a un oficio del que ya no quieren apartarse porque se divierten demasiado. Ambos coinciden en que ser payaso es un trabajo importante, serio y difícil, que requiere de mucha creatividad, sicología y amor. Cada uno de estos personajes tiene una historia y un rostro divertido para animar cada fiesta.Tobolín
Su verdadero nombre es Oscar Álvarez Cruz. Tiene 47 de edad y 26 dedicándose a ser payaso, un trabajo llegó a su vida por accidente. “Desde muy pequeño me gustaba el teatro, en la adolescencia empecé a trabajar en una fl oristería y allí siempre me decían que era un payaso por mi forma de ser.
Un día en una fi esta hacía falta un payaso y me dijeron que me vistiera para animar, que yo daba para eso, así lo hice y desde entonces no he salido de este traje”, comenta. Tobolín, quien actualmente es presidente de la Asociación de Payasos Dominicanos (Asopado), dice que otro motivo que lo llevó a dedicarse a este ofi cio fue la necesidad de ingresos económicos y las ganas de ayudar a su madre con los gastos de la casa. Para él, el trabajo de un payaso no lo puede hacer todo el mundo.
“Ser payaso es lo más serio, sobre todo porque se trabaja mayormente con el público más exigente que hay, el infantil. Además, se necesita tener mucho amor a los niños para hacer este trabajo. Cualquiera puede pintar caritas, pero no llegar a los niños con amor”, expresa Tobolín.
Bobín
Es un payaso alto, usa aros con sus trajes y luce como si fuera gordo, pero no lo es. Se dedica a la animación por dos razones: tuvo muchas carencias de afecto porque no creció con sus padres y siempre le ha gustado llevar alegría a los demás. En el ofi cio de payaso tiene 29 años. Su nombre es Leonardo Tejeda y tiene 44 años de edad.
Su esposa y cinco de sus seis hijos se dedican al mismo ofi cio. “Somos una familia de payasos. Primero lo fui yo, luego se integró mi esposa y ahora mis hijos. Entré a este mundo por accidente, en el liceo acompañaba a unos amigos a hacer sus ensayos de teatro y el día que faltó uno de los personajes me invitaron a suplantarlo, yo sabía todo lo que él tenía que hacer y lo hice.
Me vistieron de payaso y desde ese día no me he quitado el traje”, comenta. Bobín ha formado parte de programas de televisión y dice que su vida solo es animar. Asegura que lo que más le llena es ver niños felices, por eso, expresa, se dirige a zonas del Sur y el Este del país para animar fi estas y llevar alegría a esos infantes. “Muchos de esos niños no tienen la oportunidad de disfrutar de un payaso, por eso nos movemos fuera de la capital a sacar sonrisas”, concluye.
No hay comentarios:
Publicar un comentario