San Juan.- Los puertorriqueños, dos días después de la visita de Donald Trump a la isla, mantienen todavía la indignación por las palabras y gestos del presidente de Estados Unidos, quien dejó la impresión de no haber entendido la magnitud de la tragedia que supuso el huracán María.
Los comentarios hoy en cualquier rincón de Puerto Rico revelan un descontento por una visita de 5 horas en la que algunos vieron un comportamiento que no sirvió bien para que el mandatario conociera cuáles son las necesidades de una población acuciada por la falta de servicios básicos y ayuda humanitaria en las áreas más aisladas.
“Si estoy allí no se si me hubiera podido contener”, se pudo oír a un conocido periodista puertorriqueño en sala de prensa del Centro de Convenciones en San Juan, donde está instalado el centro de mando del Gobierno local, en referencia a la escena en la que Trump lanza rollos de papel de cocina a la gente con un estilo que recordaba a un jugador de la NBA.
“Se cree que somos como los monos en el zoo que les tiras cacahuetes y se quedan contentos. ¿Pero qué es esto? Qué vergüenza”, señaló a Efe Darelis Cuzco, una profesora universitaria de 40 años para quien los puertorriqueños se merecían un mayor respeto por parte de Trump, su presidente pese a que no pueden votar por el estatus político de la isla.
“Estoy además segura que no tiene una imagen completa de la tragedia, porque yendo a iglesias -convertidas en centros de acopio de ayuda- en un barrio, que es todo menos humilde, veo difícil que tenga idea de la realidad”, agregó.
La palabras de la profesora son suscritas por muchos puertorriqueños que sintieron algo cerca a la humillación por el estilo que mostró el presidente, que casi nada más bajar de su avión a la llegada a San Juan soltó un contundente “gastamos mucho en Puerto Rico”.
“Odio decirlo, Puerto Rico, pero ustedes han sacudido nuestro presupuesto. Gastamos mucho dinero en Puerto Rico, pero está bien, hemos salvado muchas vidas”, afirmó el mandatario. El despliegue dialéctico de Trump no había hecho más que empezar, ya que luego señaló que cada muerte es horrible, pero que si se mira a catástrofes como Katrina y después lo que pasó en Puerto Rico no hay comparación posible.
Trump llegó a decir sobre un ciclón que pasó a más de 200 kilómetros por hora y que se cobró 34 vidas confirmadas por el momento, que se trató de “un huracán que nadie nunca había visto” y que murieron 16 o 17 personas -las cifras barajadas inicialmente- frente a las miles que dijo se cobró Katrina, que en 2005 causó en el sur de Estados Unidos más de 1.800 muertos.
“No se pueden decir las cosas que dijo. A medida que lo pienso y analizo, más me indigno. Cómo se puede dar a entender que esto no fue tanta tragedia como Katrina.
Además no sabe, porque no creo que viera mucho, ya que estuvo gran parte de la visita en un portaaviones”, dijo a Efe con evidente enojo Juan Alameda, un abogado de 50 años.
Las palabras de Alameda no son más que una muestra de un sentimiento de incredulidad por cómo Trump pasó por Puerto Rico, que en sus 5 horas en la isla pasó por la iglesia de la localidad de Guaynabo, el municipio más pudiente de la isla, para después dirigirse a una embarcación estadounidense desde la que se presta ayuda.
El gobernador de Puerto Rico, Ricardo Rosselló, dijo en tono defensivo que Trump, durante el traslado en helicóptero a la embarcación, sobrevoló las áreas afectadas y que el presidente le confirmó que el daño era realmente grave.
Comprobara con exactitud o no el daño causado por el huracán, considerado uno de los más dañinos que han pasado por la región del Caribe, los puertorriqueños siguen, 48 horas después, descontentos por la visita y por la que entienden actitud poco delicada del presidente Trump hacia una población que lo está pasado muy mal.
Trump ya había calentado su viaje al intercambiar declaraciones en las redes sociales con la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín Cruz, que se quejó de la poca ayuda recibida desde Washington, a lo que el presidente respondió asegurando que en la isla esperaban que todo se les diera hecho.
Oxfam, una organización que lucha en el mundo contra la pobreza, criticó la ayuda prestada en los primeros momentos por las autoridades federales en voz de su presidenta para América, Abby Maxman.
Los puertorriqueños, en general, esperan que la visita de Trump ayude a que llegue más ayuda a la isla, pero lamentan un estilo poco considerado con una isla que sufre y tardará muchos meses en recuperarse.DE EFE
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