El país vive una ola de atracos que está a la vista, y aunque la población la sufre y la denuncia, los delincuentes siguen robando sin distinción de personas ni de objetos.
Tenis, celulares, aretes, cadenas, relojes, carteras, gorras, son de los objetos que más sustraen los delincuentes.
Con estos objetos robados se ha establecido un mercado ilegal donde se venden a precios por debajo (en ocasiones) de los costos en las tiendas, mientras que en algunas situaciones suministran al mismo negocio que habían atracado anteriormente, o les venden los artículos sustraídos a los ciudadanos.
Los celulares
El robo de teléfonos inteligentes es uno de los ejemplos de lo tan común que se han vuelto estos tipos de hurtos. En la edicion de Listín Diario del 16 de enero de 2016 el entonces jefe de la Policía Nacional, Nelson Peguero Paredes, informaba de que el robo a este tipo de artefacto era “un negocio redondo”, lo que dos años después sigue siendo “el pan nuestro de cada día”.
El robo de teléfonos inteligentes es uno de los ejemplos de lo tan común que se han vuelto estos tipos de hurtos. En la edicion de Listín Diario del 16 de enero de 2016 el entonces jefe de la Policía Nacional, Nelson Peguero Paredes, informaba de que el robo a este tipo de artefacto era “un negocio redondo”, lo que dos años después sigue siendo “el pan nuestro de cada día”.
Los delincuentes utilizan con estos la técnica de “blanqueo de series”, que consiste en quitarle las identificaciones al teléfono y dejarlos como nuevos de fábrica. “Es como a una gente que usted le cambia la cédula; es otra persona”, afirmó Peguero Paredes en un desayuno celebrado en las instalaciones de este diario, a principio de 2016.
Cuando no logran borrar los rastros al teléfono, muchos los desarman y los venden por piezas o venden el equipo a algún negocio de venta y reparacion de celulares, sacando beneficios de cualquier forma.Hiddekel Morrison publicó en su portal Audiencia Electrónica, en febrero de 2016, que en República Dominicana eran robados alrededor de 1,500 celulares cada día, según un registro no oficial al que éste tuvo acceso.
Los robos de teléfonos tocaron la atención nacional cuando la noche del pasado 14 de marzo, un raso de la policía, Nieves Luis Sierra Gómez, asesinó al estudiante Albert Ramírez Alcántara, para robarle el celular, justamente un día antes de graduarse.
Ramírez encaminaba a su tía hasta su casa cuando fue sorprendido por Gómez y otro sujeto a bordo de una motocicleta.
Los vehículos
La otra modalidad de robos ha sido el hurto de piezas a los vehículos, específicamente los espejos, baterías y radios.
La otra modalidad de robos ha sido el hurto de piezas a los vehículos, específicamente los espejos, baterías y radios.
Esta modalidad tocó la palestra pública cuando, a través de un video que circuló en las redes sociales, se observa a Ricardo Alberto Cabrera Serrano tratando de robar unos retrovisores en el parqueo de uno de los supermercados del Distrito Nacional.
Estos hurtos han generado que todos en los locales de repuestos de vehículos se haya duplicado la venta de retrovisores.
“La gente viene normalmente a comprar los espejos, la mayoría por robos. Uno no les pregunta, pero ellos mismos se desahogan aquí”, expresó el dueño de un local que solo quiso ser identificado como “Henry”, mientras explicaba que las partes de los automóviles que ellos ofertan las obtienen de manera legítima, directamente desde una compañía que prefirió no mencionar.
Los dueños de este tipo de negocios también se quejan del mercado informal que los mismos delincuentes han pautado.
“Ellos ponen unos precios que para nosotros es imposible igualar. La gente prefiere comprar los espejos a RD$1,000 en cualquier esquina que venir aquí y dar RD$3,500 pesos por uno”, explicó el dueño de otro local, solo identificado como Leo.
Joyerías y pequeños negocios
Ni las joyerías ni otros negocios se han visto fuera de este problema. Atracos a colmados, almacenes, hasta las más pequeñas de las tiendas se han visto afectadas tanto por los robos como por el mercado informal que se ha formado.
Ni las joyerías ni otros negocios se han visto fuera de este problema. Atracos a colmados, almacenes, hasta las más pequeñas de las tiendas se han visto afectadas tanto por los robos como por el mercado informal que se ha formado.
“Ellos roban un local y al poco tiempo están al frente del mismo local vendiendo a precios que se nos hace imposible alcanzar”, comentó un vendedor de la Joyería Melvin, en Villa Consuelo, que no quiso ser identificado.
“Nosotros hemos encontrado clientes que nos dicen que tal prenda la encuentran más barata en la calle y normalmente las diferencias de precios son tan grandes que es difícil de igualar; eso nos está matando el negocio, prácticamente”, comentó el empleado, quien explicó que las joyas que ellos venden las adquieren mediante compra a compañías y a personas individuales, pero estos deben demostrar que las obtuvieron legalmente, y que son de su propiedad.
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