SANTO DOMINGO Apenas faltan 30 días para que los dominicanos decidan si cierran el ciclo político del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) al frente del Poder Ejecutivo, junto a su supremacía en el Congreso Nacional, o si por el contrario prefieren abrirle espacio a otras organizaciones políticas que establezcan una nueva correlación de fuerzas y formas distintas de gobernar.
Las elecciones presidenciales y congresuales, pautadas para el 5 de julio, son un gran reto para un PLD que tiene 16 años consecutivos en el poder, y para el Partido Revolucionario Moderno (PRM), cuyo candidato, Luis Abinader, aparece en la mayoría de las encuestas con más ventaja que el oficialista Gonzalo Castillo, aunque sin tener totalmente seguro el triunfo en una primera vuelta.
En ese sentido, el expresidente Leonel Fernández, candidato presidencial por la Fuerza del Pueblo, se percibe como el eslabón necesario para alcanzar el éxito electoral en primera o segunda vuelta.
Esos comicios, que se harán en la referida fecha por la propagación de la covid-19, tienen como antesala los incidentes alrededor de las suspendidas elecciones municipales del 16 de febrero, las cuales fueron abortadas por las fallas técnicas que se registraron en el voto automatizado que se utilizaría en 18 provincias.
Un mar de protestas, dirigidas por jóvenes en la Plaza de la Bandera, frente a la Junta Central Electoral (JCE), generó fuertes tensiones por las sospechas de un plan para violentar la voluntad popular de parte del oficialismo.
Una investigación realizada por la OEA determinó que las fallas registradas “no son compatibles con un intento de fraude, por lo que se descarta tal intencionalidad”.
La JCE en la mira. Las elecciones municipales, que posteriormente se realizaron en marzo, dejaron a la JCE en una posición difícil frente a los partidos y la sociedad civil, los cuales cuestionaron su capacidad para organizar el proceso electoral.
Aunque los comicios de marzo le dieron un respiro, ya que sus resultados fueron aceptados por los participantes, ahora el nuevo desafío es el montaje de las elecciones en el exterior, que depende de la decisión de los países que, al igual que República Dominicana, adoptan restricciones para evitar el contagio de covid-19.
Los dominicanos en el exterior votan por el presidente y vicepresidente, y además escogen a siete diputados de ultramar.
Unas elecciones atípicas. Este proceso electoral se lleva a cabo en medio de una pandemia que ha dejado una alta letalidad en todo el mundo, y que en el país ya lleva un saldo de 18,319 afectados y 520 muertes.
Para controlar los contagios el Gobierno tomó una serie de medidas restrictivas y de asistencia social que, para la oposición, estas le han permitido servirse con la cuchara grande de la propaganda, mientras los demás partidos tienen limitadas sus actividades.
De manera que la pandemia impuso un modelo de campaña desde el asistencialismo.
Las elecciones presidenciales y congresuales, pautadas para el 5 de julio, son un gran reto para un PLD que tiene 16 años consecutivos en el poder, y para el Partido Revolucionario Moderno (PRM), cuyo candidato, Luis Abinader, aparece en la mayoría de las encuestas con más ventaja que el oficialista Gonzalo Castillo, aunque sin tener totalmente seguro el triunfo en una primera vuelta.
En ese sentido, el expresidente Leonel Fernández, candidato presidencial por la Fuerza del Pueblo, se percibe como el eslabón necesario para alcanzar el éxito electoral en primera o segunda vuelta.
Esos comicios, que se harán en la referida fecha por la propagación de la covid-19, tienen como antesala los incidentes alrededor de las suspendidas elecciones municipales del 16 de febrero, las cuales fueron abortadas por las fallas técnicas que se registraron en el voto automatizado que se utilizaría en 18 provincias.
Un mar de protestas, dirigidas por jóvenes en la Plaza de la Bandera, frente a la Junta Central Electoral (JCE), generó fuertes tensiones por las sospechas de un plan para violentar la voluntad popular de parte del oficialismo.
Una investigación realizada por la OEA determinó que las fallas registradas “no son compatibles con un intento de fraude, por lo que se descarta tal intencionalidad”.
La JCE en la mira. Las elecciones municipales, que posteriormente se realizaron en marzo, dejaron a la JCE en una posición difícil frente a los partidos y la sociedad civil, los cuales cuestionaron su capacidad para organizar el proceso electoral.
Aunque los comicios de marzo le dieron un respiro, ya que sus resultados fueron aceptados por los participantes, ahora el nuevo desafío es el montaje de las elecciones en el exterior, que depende de la decisión de los países que, al igual que República Dominicana, adoptan restricciones para evitar el contagio de covid-19.
Los dominicanos en el exterior votan por el presidente y vicepresidente, y además escogen a siete diputados de ultramar.
Unas elecciones atípicas. Este proceso electoral se lleva a cabo en medio de una pandemia que ha dejado una alta letalidad en todo el mundo, y que en el país ya lleva un saldo de 18,319 afectados y 520 muertes.
Para controlar los contagios el Gobierno tomó una serie de medidas restrictivas y de asistencia social que, para la oposición, estas le han permitido servirse con la cuchara grande de la propaganda, mientras los demás partidos tienen limitadas sus actividades.
De manera que la pandemia impuso un modelo de campaña desde el asistencialismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario