jueves, 7 de abril de 2022

El canódromo: un cementerio de chatarras Se encontró allí un ambiente tenso de­bido a la gran multitud en las afueras del Canódro­mo, la mayoría molestas y desesperadas por la tardan­za en la entrega de los vehí­culos y alegando incauta­ciones injustificadas

 

  • El canódromo: un cementerio de chatarras

    Una estructura de tres plantas está repleta de motocicletas incautadas en las vías públicas por diversas violaciones a las leyes. RAÚL ASENCIO/LISTÍN DIARIO

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  • El canódromo: un cementerio de chatarras
Yariel Ferreras
yariel.ferreras@listindiario.com
Santo Domingo, RD

Aten­ción y la gran cantidad de vehículos retenidos que procuran conductores du­rante días sin ningún re­sultado, contribuyen al desorden que prevalece en el Centro de Retención Vehicular de la Dirección General de Seguridad de Tránsito y Transporte Te­rrestre (Digesett), ubicado donde funcionaba el anti­guo Canódromo.

Un equipo del LISTÍN DIARIO visitó ayer la ins­talación ubicada en la in­tersección de las avenidas República de Colombia y Monumental, con el ob­jetivo de conocer sobre el destino final de muchos vehículos incautados por violaciones a las leyes y el proceso que deben reali­zar sus propietarios para retirarlos.

Sin embargo, se encontró allí un ambiente tenso de­bido a la gran multitud en las afueras del Canódro­mo, la mayoría molestas y desesperadas por la tardan­za en la entrega de los vehí­culos y alegando incauta­ciones injustificadas.

Las primeras personas lle­garon al centro cerca de las 5:00 de la mañana, según contaron, y no fue hasta las 9:00 cuando comenzaron a “recibir” los servicios, aun­que permanecían en el lu­gar sin ninguna solución.

Atiborrado

Al Canódromo llevan ve­hículos incautados a cau­sa de alguna infracción u otros inconvenientes. Todo el proceso de lo que pasa­rá con los vehículos se hace con la Digesett, incluido el pago de las multas.

Cuando todo el proceso re­querido es agotado, la mis­ma institución es la encar­gada entregar el vehículo.

Dentro del lugar se encuen­tran autos, motocicletas y otros medios de transporte de todo tipo y tamaño. In­cluso hay un edificio de tres plantas colmado de moto­cicletas. Lleno tanto de ár­boles como de vehículos, muchos de ellos se ven en condiciones deplorables y arropados por los arbus­tos. Toda esa zona ocupa un gran espacio y allí se en­cuentran los vehículos que han sido confiscados por alguna u otra razón.

El señor Reyes Abreu de­claró a LISTÍN DIARIO que todas las personas presen­tes, en su mayoría hom­bres, son propietarios de motocicletas, las cuales ha­bían sido incautadas por “disparates”.

Llueven quejas

La motocicleta de Reyes fue confiscada el pasado viernes debido a que cir­culaba con la licencia de su hijo, pero hasta ayer no lo había recuperado.

“Hasta el acta de nacimien­to de mi abuela traje yo hoy”, contó con sarcasmo, refiriéndose a los papeles que se requieren para reali­zar el proceso de retiro.

Aunque a Reyes le incau­taron su motocicleta por violación a la ley de tránsi­to, algunos alegan que han mostrado todos sus docu­mentos al día y aún así les llevan los vehículos.

“Usted puede andar legal y como quiera se lo llevan”, vociferó un señor que tam­bién procuraba su unidad. Además, declaró que en gran parte de los casos no les piden ni el seguro, ni la cédula, ni otros papeles de identificación, sino que “es para arriba de una vez (una grúa)”.

“Esa gente abusa de los in­felices, de los padres de fa­milia que trabajan, el hom­bre que trabaja aquí no vale nada”, expresó, tratando de soltar todo el enojo acumu­lado.

Mientras el equipo del LIS­TÍN estuvo en el lugar, por lo menos dos grúas ingresa­ron a la estructura repletas de motocicletas. Como ex­plicación, los presentes dije­ron que de 20 vehículos que salen, entran “hasta 200” cada día.

Un joven contó que del cen­tro de retención había sali­do una motocicleta que te­nía unos 10 meses allí, e incluso hay muchos que tie­nen más tiempo, tanto que hasta se dañan.

Los ciudadanos comunica­ron que todos los días de­jan esa fila en condiciones similares, con personas que tienen más de tres días yen­do al Canódromo sin poder resolver nada. Algunos de­nunciaron que, cuando lle­gan vehículos buenos y nuevos, supuestamente les quitan piezas para vender­las y extravían otras cosas.

Un usuario dijo que le aca­baban de incautar el motor, pero un oficial se llevó las llaves del vehículo. Cuando acudió al Canódromo para hablar con las autoridades pertinentes, una de ellas le respondió con un “¿Qué us­ted quiere que yo haga?”.

Pero no son solo conducto­res de motos con múltiples quejas. Robinson Mejía de­claró que desde el miércoles asiste al lugar que describió como “un desorden” para recuperar un automóvil.

“Aquí no hay ni una ventani­lla de información, tú vienes aquí a las buenas de Dios a averiguar cuál es el proce­dimiento. Estuve aquí ayer desde las 6 de la mañana y tuve que volver hoy. Aquí hay un desorden en la fila y no se arma una desgracia porque Dios es grande”, dijo visiblemente molesto.

Sin multas

Pero el problema más grande no es ese, sino que las patrullas traen los motores sin multa alguna, por lo que tie­nen que registrarlas en el sistema.

Una gran parte de esos hombres se encontraba ayer formando una fi­la para pagar una mul­ta y averiguar por qué el motor fue enviado al Canódromo, ya que al­gunos ignoraban la ra­zón.

Una vez allí hay que pa­gar la multa y esperar a que el sistema suba pa­ra así tener la oportuni­dad de realizar todo el proceso de retiro.

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