Con apenas 13 años, David Ortiz arribó al poblado de Haina, con una timidez que sellaba su rostro, del brazo de su hoy extinta madre, Angela Arias y si por casualidad tenía algún sueño, ese era que los inscribieran en una “liguita”.
Entre polvos y motores, caminando entre la muchedumbre por las calles del popular municipio comenzaron sus primeros cimientos en el béisbol, cuyos primeros aprendizaje estuvieron a cargo de Pedro Daniels Gómez y Juan Ramírez (Luis Belleza).
Ambos les abrieron los ojos hacia el deporte que años después le brindaría, fama, dinero y un lugar privilegiado en el nicho de Cooperstown. Claro esto se produjo mucho tiempo antes de que cayera en las manos de Ramón- Pintacora- De los Santos, pues ya el sol le había quemado parte de su piel, largas horas de aprendizaje y trabajo se habían realizado y cientos de swings ya se habían hecho con el objetivo de presentarse bien trabajado tras la búsqueda de estar en un mayor nivel.
En Haina y con Daniels tuvo una especie de “amor a primera vista”, pues al día siguiente de su arribo al pueblo, como por arte de magia se toparon. (Todos los registros de béisbol dicen que nació en Santo Domingo, algunos lo ubican en el ensanche Espaillat).
Daniels, era un prospecto de la intermedia, tenía un gimnasio improvisado en su hogar y Ortiz había arribado con un amigo, y al Daniels observar aquel joven espigado, ya cerca de 6 pies se quedó en “shock” y de inmediato lo vio como un talento para Grandes Ligas.
Empero, primero había que enamorarlo, pues la presencia de Magic Johnson y Michael Jordan como figuras cimeras de la NBA lo tenían con los ojos puestos en el baloncesto y también era un buen jugador de voleibol, y aunque le gustaba el béisbol, este deporte no era su principal prioridad.
Pasaron varias semanas para que el jovencito David asistiera con Daniels al estadio en Haina, comenzaron a entrenar de inmediato y aunque no presentaba atributos como bateador, se pensaba que en un futuro aprendería este difícil arte.
Ese pito de Daniels cada mañana se convirtió en algo cotidiano para David, era el aviso de que había que buscar el bulto e irse para el play.
De esta forma transcurría una buena parte de la vida del hoy Big Papi, quien en solo unas horas se convertirá en un miembro más que ingresa al Salón de la Fama.
En una ocasión Daniel externó que había que laborar mucho con Ortiz, básicamente en el arte de batear, pues en innúmeras ocasiones se ponchaba hasta tres veces por partido.
Jugada Extraña
Tras 4 años y constantes pedidos de su padre, Leo para que no lo dejen ir a las canchas de baloncesto y voleibol, llegó el momento de presentarlo a los equipos. El primero -los Padres-, cuyo escucha de sobrenombre Ronquito lo vio jugar y estaba dispuesto a otorgarle el primer bono, sin embargo uno de sus asistentes le sugirió que no lo hiciera, pues notaba que Ortiz era algo haragán. Luego fue llevado al estadio de la Marina de Guerra donde sería observado por los Marlins. Pero hubo una “jugada extraña” y fue llevado a Pintacora De los Santos en los Trinitarios y poco tiempo después se produjo su primera firma con los Marineros.
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