El presidente de EE.UU., Joe Biden, no ha dado un mitin de campaña propiamente dicho desde septiembre. Su figura se ha convertido en un lastre para muchos de los candidatos demócratas a las elecciones legislativas, aunque algunos todavía encuentran en el mandatario un activo para sus intereses.
Biden, que llegó a la Casa Blanca en enero de 2021 con un 53 % de popularidad, tiene a dos semanas de los comicios de medio mandato una aprobación de solo el 41,7 %, según la media de encuestas de la web Five Thirty Eight.
En otros ciclos electorales, el presidente recorre el país de punta a punta para movilizar a los votantes, pero Biden ha optado por un perfil bajo y, en vez de ser la estrella en los mítines que organizan los candidatos de su partido, ha decidido organizar sus propios eventos para promocionar los logros de su mandato.
Esos actos son parte de la agenda oficial de Biden. Los anuncia la Casa Blanca y eso permite a los aspirantes demócratas elegir si se suben o no al escenario con el presidente.
La estrategia de la Casa Blanca
El jefe de gabinete de la Casa Blanca, Ron Klain, dijo la semana pasada a la CNN que todo forma parte de una estrategia cuidadosamente diseñada para evitar los batacazos electorales de 2010 y 2018.
En octubre de 2010, un mes antes de las elecciones intermedias, el demócrata Barack Obama (2009-2017) hizo 16 grandes mítines de campaña y, en 2018, el republicano Donald Trump (2017-2021) celebró hasta 26 grandes eventos, pero en ambos casos el partido del presidente perdió la Cámara de Representantes.
"No creo que los eventos de campaña hayan probado ser efectivos para los candidatos al Congreso en las elecciones, así que estamos probando algo diferente", explicó Klain a CNN.
En vez de centrarse en temas puramente políticos, Biden ha dado discursos para explicar a los votantes qué están haciendo él y los demócratas para resolver temas como la inflación elevada, la subida de los precios de la gasolina o el fin de la protección federal al aborto.
Biden ha organizado eventos para promocionar sus logros en el Congreso, como la ley de infraestructuras, y para anunciar medidas populares con los votantes, como la condonación de parte de la deuda estudiantil y la anulación de las penas para aquellos condenados por posesión de marihuana a nivel federal.
Se trata, dijo a EFE la analista demócrata Yamila Pino, de una "estrategia astuta" que muestra a los votantes que el presidente está liderando el país e intentando buscar soluciones a los problemas que importan a los electores, por encima de cualquier batalla política.
No a Biden, sí a sus políticas
Muchas de las iniciativas que ha aprobado Biden desde que llegó a la Casa Blanca han sido bien recibidas por los votantes -incluidos algunos republicanos- y, por eso, muchos candidatos demócratas están usando esos logros para hacer campaña, pese a mantener a raya al presidente.
Un ejemplo es el progresista Tim Ryan, quien compite contra el republicano J.D. Vance por un escaño clave del Senado de EE.UU. y que se encuentra en una posición especialmente difícil por competir en Ohio, un estado tradicionalmente bisagra que Trump ganó en las elecciones de 2020 con el 53% del voto.
Como otros demócratas en estados donde Trump ganó en 2020, Ryan tiene que marcar distancias con Biden para captar la atención de los votantes independientes.
Por eso, Ryan se ausentó de un evento que Biden tenía en Ohio en septiembre y ha llegado a poner en duda que el mandatario deba presentarse a la reelección en 2024 al decir que EE.UU. necesita un "nuevo liderazgo".
No obstante, Ryan sí ha usado para hacer campaña varias leyes impulsadas por Biden, como un proyecto que promueve la producción nacional de microchips y reduce la dependencia de China, algo que beneficiará especialmente a las zonas industriales de Ohio.
La situación, sin embargo, es la inversa en aquellos estados donde los demócratas parecen tener ventaja sobre los republicanos, pero necesitan movilizar a su base.
Es el caso de Colorado, donde Biden acudió este mes para proclamar el primer monumento nacional de su Presidencia y aprovechó para destacar los logros del senador demócrata, Michael Bennet, quien se está enfrentando a una campaña de reelección más dura de lo que se esperaba.
Las consecuencias para Biden
Más allá del amor que le tienen unos y otros candidatos, Biden se juega mucho en estas elecciones: si los demócratas pierden una o las dos cámaras del Congreso tendrá muchas dificultades para aprobar cualquier ley y, además, podría afrontar resistencia dentro de su partido para optar a las elecciones presidenciales de 2024.
Asimismo, el analista republicano Alfonso Aguilar apunta a EFE que si los republicanos ganan poder en el Congreso, podrían investigar a Biden y a su hijo Hunter, al que la polémica ha perseguido durante años con problemas de alcohol, consumo de drogas y controvertidos negocios, como su trabajo para una empresa energética ucraniana.
Incluso podrían abrir un juicio político a Biden por una variedad de motivos, desde la retira de Afganistán hasta los negocios de Hunter, lo que podría lastrar el resto de su Presidencia. DE EFE
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