Jair Bolsonaro y Luiz Inácio Lula da Silva, dos candidatos diametralmente opuestos por la presidencia de Brasil, han iniciado una carrera de cuatro semanas para conseguir votos de cara a la decisiva segunda vuelta electoral.
Después de acaparar más del 90% de los sufragios en la primera ronda del domingo, dejando a sus competidores muy rezagados, el actual mandatario Bolsonaro y el expresidente Lula ya analizan las opciones que puedan llevarlos a la presidencia, ya sea mediante alianzas políticas o con el apoyo de los candidatos que quedaron eliminados.
Analistas políticos aseguran que ahora Bolsonaro intentará aprovechar un desempeño sorprendentemente sólido de la derecha en general para conseguir el apoyo de políticos que buscan alianzas que les favorezcan, mientras que Lula —que ganó la primera ronda— recurrirá a los moderados.
La elección determinará si un izquierdista regresa a la presidencia de la cuarta democracia más grande del mundo o si Bolsonaro puede impulsar su agenda de derecha por segundo mandato consecutivo.
Muchas encuestas habían situado a Lula muy por delante, y algunas insinuaron que incluso podría asegurar una victoria en la primera ronda. La mayoría mostraron márgenes que se acercaban o superaban los dos dígitos. Al final, Bolsonaro quedó apenas a cinco puntos de Lula, lo que obligó a realizar una segunda vuelta el 30 de octubre.
Si bien el total de Lula de 48,4% cayó dentro de los márgenes de error de la mayoría de los sondeos, el 43,2% de Bolsonaro superó por mucho a la mayoría de las proyecciones. Los aliados del presidente que se postularon al Congreso y gobernaciones también rebasaron los pronósticos.
“La extrema derecha ha mostrado gran resistencia en la contienda presidencial y en las de los estados”, dijo Carlos Melo, profesor de ciencias políticas en la Universidad Insper de Sao Paulo.
Después de darse a conocer los resultados, Lula dijo que estaba emocionado de tener unas cuantas semanas más para hacer campaña y por la oportunidad de ir cara a cara con Bolsonaro y “hacer comparaciones entre el Brasil que él construyó y el Brasil que nosotros construimos durante nuestros gobiernos”.
“Siempre pensé que íbamos a ganar estas elecciones. Y les digo que vamos a ganar esta elección. Esto, para nosotros, es solamente una prórroga”, declaró Lula.
En tanto, Bolsonaro pareció apelar a los votantes más pobres, que comprenden una porción significativa de la base de apoyo de Lula. Destacó la elevada inflación que ha disparado el precio de los alimentos y ha perjudicado los índices de popularidad de presidentes en todo el mundo.
“Comprendo que hay un deseo en la población para que haya un cambio, pero algunos cambios pueden ser para mal”, dijo Bolsonaro, y añadió que quiere impedir que Brasil implemente políticas económicas de izquierda que puedan llevar al país por un camino similar al de Argentina y Venezuela.
Aún se desconoce con certeza por qué los sondeos no reflejaron correctamente el apoyo a Bolsonaro y a los candidatos de derecha.
Algunos analistas insinúan que a los votantes les daba pena admitir ante los encuestadores que apoyaban a Bolsonaro y en su lugar nombraron a otro candidato, dijo Arilton Freres, director del Instituto Opinião, con sede en la ciudad de Curitiba. “Pero eso por sí mismo no lo explica todo”, añadió, y señaló que datos desactualizados del censo también podrían haber tenido un impacto en el diseño de los sondeos.
En repetidas ocasiones Bolsonaro y sus aliados han intentado sembrar dudas sobre las encuestas, y en su lugar resaltaron la gran asistencia a sus mítines callejeros. “Muchas personas se dejaron llevar por las mentiras que propagaron los institutos de investigación”, tuiteó Bolsonaro el lunes.
La jornada electoral positiva para la derecha se extendió a las contiendas por escaños en el Congreso y las gobernaciones, en particular entre los candidatos que cuentan con el respaldo de Bolsonaro.
El mandatario dijo que el desempeño de su partido podría traerle nuevas muestras de respaldo de cara a la segunda ronda de votaciones, pues otros partidos concretan alianzas a cambio de apoyo. El Partido Liberal de Bolsonaro rebasará al Partido de los Trabajadores de Lula para convertirse en la principal fuerza política en el Senado y la cámara baja con un total de 112 bancas, 23 más que su principal rival, aunque aún lejos de las necesarias para poder aprobar leyes sin necesidad del respaldo de otras fuerzas.
El desempeño de la derecha por encima de lo esperado en el populoso sureste del país podría resultar particularmente beneficioso para Bolsonaro, dicen analistas. Su exministro de Infraestructura encabezó la contienda por la gobernación de Sao Paulo e irá a una segunda vuelta. El gobernador de Río de Janeiro, un aliado del presidente, ganó la reelección en la primera ronda. El gobernador del segundo estado más poblado del país, Minas Gerais, expresó su apoyo a Bolsonaro en un mensaje en video publicado el lunes por la tarde.
En tanto, probablemente la campaña de Lula se enfocará en obtener el voto centrista, en especial en el estado más poblado del país, Sao Paulo, donde el compañero de fórmula de Lula, el moderado Geraldo Alckmin, ya fue gobernador, indicó el analista político independiente Thomas Traumann.
Bolsonaro no ha expresado interés alguno por acercarse a alguno de los candidatos presidenciales eliminados, mientras que Lula ha dicho que ya se puso en contacto con sus competidores, que sumaron un 8% de los votos entre todos. Algunos analistas dicen que en el último momento hubo una migración de votos de algunos de estos candidatos hacia Bolsonaro.
Simone Tebet y Ciro Gomes, quienes finalizaron en el tercer y cuarto lugar en la primera ronda, respectivamente, sumaron 8,5 millones de votos. La diferencia entre Bolsonaro y Lula el domingo fue de 6,1 millones, y más de 30 millones de personas se abstuvieron de votar.
Antes de los comicios, Tebet dejó entrever que podría llamar a sus simpatizantes a votar por Lula y, en debates televisados, criticó vehementemente los cuatro años de gobierno de Bolsonaro. Después de que se anunciaron los resultados el domingo, le fijó un plazo de 48 horas a su coalición de partidos políticos para dejar claro a quién respaldarán, y señaló que hará pública su postura una vez que venza el plazo.
El centroizquierdista Gomes fue ministro en el gobierno de Lula antes de distanciarse del presidente, y en 2018 expresó abiertamente su hostilidad hacia él. Eso haría incómodo un posible respaldo de su parte a Lula, a pesar de tener terreno ideológico en común, dijo Marco Antônio Teixeira, profesor de administración pública en la Fundación Getulio Vargas, una universidad de Sao Paulo.
“Quiero dejar algo claro: Lula es el favorito, punto. Como Bolsonaro es el que tiene el impulso, la gente se olvida de eso”, dijo Traumann.
Incluso si Lula resulta ganador, su gobierno enfrentará una firme oposición en el Congreso, indicó Beatriz Rey, investigadora del Núcleo de Estudios sobre el Congreso, del Instituto de Estudios Sociales y Políticos de la Universidad del Estado de Río de Janeiro.
“Parte del gran bloque centrista será Bolsonarista, aunque aún no sabemos a qué grado”, dijo. “Y Lula tendrá que lidiar con ello””.
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