La CIA durante 1960 discutió con los disidentes los medios para el asesinato de Trujillo.
Rafael Leonidas Trujillo Molina llegó al poder en República Dominicana en 1930 y se mantuvo indefinidamente hasta el 30 de mayo de 1961.
Para 1960 era notorio el estado de descomposición del régimen, por algunos excesos de su gobierno y por su intervención en los asuntos de otras naciones. El país estaba en una agitación considerable como resultado de varios intentos de derrocar a Trujillo, patrocinados por otros países latinoamericanos.
La política de Estados Unidos a principio de 1960 fue abstenerse de acciones que acelerarían la caída de Trujillo e identificar, desarrollar y alentar a un grupo moderado que tomaría el poder en caso de muerte, huida o derrocamiento de Trujillo.
En mayo de 1960, el cónsul de Estados Unidos en República Dominicana, Henry Deaborn, regresó a Washington para consultas.
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Tanto los archivos del Departamento de Estado como los de la CIA indican que informó que los disidentes necesitaban armas, en particular una “pequeña cantidad de rifles de alto poder con lentes telescópicos”.
Entrevistado posteriormente, el embajador recordó tal solicitud. Dijo que no hizo ningún esfuerzo serio para obtenerlos. Sin embargo, la solicitud siguió adelante.
Cerca de fines de junio, el Subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos aprobó la provisión de “una pequeña cantidad de rifles de francotirador u otros dispositivos para sacar de la escena a personas clave de Trujillo”, y solicitó que se suministren lo antes posible. Ni el oficial de la CIA que obtuvo esta aprobación ni el subsecretario, ahora ambos retirados, recuerdan esta reunión.
Recordaba que los disidentes no tenían planes definidos de asesinato a mediados de 1960, aunque sí hablaban de ese rumbo como la única salida a las condiciones en que vivían. No fue sino hasta principios de 1961, según recuerda, que los disidentes comenzaron a formular planes específicos para asesinar a Trujillo. Los cables y memorandos de la época suelen confirmar este recuerdo.
Sin embargo, la CIA continuó a intervalos durante 1960 discutiendo con los disidentes los medios para el asesinato de Trujillo. Un memorando de octubre de 1960 refleja que los disidentes planeaban matar a Trujillo con una bomba, detonada desde un punto remoto, y luego tomar la nación mediante un levantamiento armado, coordinado con otra acción paramilitar. Una propuesta más detallada en líneas similares parece haber sido proporcionada por los disidentes en diciembre.
El 29 de diciembre de 1960, el subdirector de Planes presentó al Grupo Especial un programa de acción encubierta para lograr el derrocamiento de Trujillo.
Dos semanas después, el Departamento de Estado, por moción, obtuvo el consentimiento del Grupo Especial para que los disidentes internos proporcionaran “suministros limitados de armas pequeñas y otros equipos”, es decir, explosivos, sujeto a la condición de que estos materiales se proporcionen a los disidentes en un punto fuera del propio país.
El memorándum interno del Departamento de Estado que condujo a esta propuesta afirmaba que no se pensaría en derrocar al gobierno con ninguna “medida menor” de este tipo, pero que se colocaría cierto potencial de sabotaje en manos de la oposición proestadounidense con el correspondiente impulso a su moral y su opinión sobre Estados Unidos.
La estación y el consulado fueron informados de la acción del Grupo Especial el 19 de enero de 1961, el último día de la Administración Eisenhower. El presidente Kennedy fue informado de la acción del Grupo Especial a más tardar a mediados de febrero de 1961.FUENTE EL NACIONAL
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