El edificio de diez plantas se parece a un hotel. De hecho, es la mayor vivienda compartida del mundo y se encuentra en Londres, donde ofrece pequeñas habitaciones pero también servicios de alta gama para jóvenes adultos, un proyecto pensado para dar respuesta a la crisis urbana de alojamiento.
Abierto en la primavera de 2016 en el noroeste de la capital británica, a unos diez minutos a pie de dos estaciones de metro, el edificio Old Oak es un pionero del alojamiento compartido a una escala tan grande, si bien el "coliving" ya tiene muchos adeptos, principalmente en Estados Unidos.
"Tienes una bonita habitación espaciosa con una gran ventana que deja pasar mucha luz", describe Ed Thomas, miembro del promotor privado The Collective, que gestiona el edificio, mientras le enseña a la AFP la pieza, de 12 m2.
El aseo con ducha está reducido a la mínima expresión, con un pequeño lavabo que casi se solapa con la taza del WC.
Los pasillos, grises e impersonales, están flanqueados por otras 545 habitaciones similares o casi -dependiendo de si la cocina y el baño son comunes o no- y todas están ocupadas, según Ed Thomas.
- Yoga y cine -
El inmueble cuenta incluso con spa, gimnasio, biblioteca, un despacho colectivo, un restaurante y un cine, que se llena las noches en que hay nuevo episodio de "Juego de Tronos".
El edificio se distingue, sobre todo, por sus amplios espacios comunes de estilo industrial amenizados con coloridos sillones o muebles de madera y por sus actividades lúdicas, como noches musicales o clases de yoga.
Un surtido menú para seducir a los inquilinos, la mayoría jóvenes activos de entre 22 y 35 años que ganan, de media, unas 30,000 libras anuales (cerca de 34.000 euros) y que no suelen tener más opciones que gastarse su sueldo en el alquiler de un piso individual o compartir apartamento, no siempre en buen estado, con desconocidos.
"Encontrar un piso de alquiler en Londres consume mucho tiempo y es muy caro. Incluso después de haber encontrado, la probabilidad de caer en un grupo de gente con las que uno se entienda es extremadamente pequeña. Queremos responder a ese problema" y al de la soledad, otro escollo de la vida urbana, asegura Ed Thomas.Según el gabinete inmobiliario Knight Frank, consultado por la AFP, un habitación en un piso compartido cuesta, de media, 1,602 libras al mes (unos 1,800 euros) en los barrios más elegantes del centro de Londres y 954 libras (1,070 euros) en zonas menos centrales.
En el Old Oak, los precios se corresponden con el coste de vida de la capital británica. La mayoría de las habitaciones se alquilan por entre 850 y 1,100 libras mensuales (de 954 a 1,234 euros), pero todo está incluido (energía, internet, limpieza, tasas e infraestructuras comunes, salvo bebidas y alimentos).
El precio de las habitaciones más grandes supera las 1,400 libras (1,572 euros).
Es bastante corriente que los londinenses gasten "entre el 40 y el 50% de su sueldo neto" en la vivienda, apunta James Mannix, asociado en Knight Frank.
- "Una inversión" -
Adam Saez, un entrenador deportivo australiano de 26 años que vive en Old Oak desde hace más de un año, prefiere ver su alquiler como "una inversión".
"No solo he hecho amigos, sino que [...] también he ampliado mucho mi red, hasta el punto que he encontrado a mucha gente con la que trabajo también ahora", cuenta a la AFP.
"Es muy fácil conocer a gente nueva", agrega Sarah Sinigaglia, una estudiante italosuiza de 19 años y recién llegada a Londres para perfeccionar su inglés. "Por la noche, basta con bajar al vestíbulo o al bar par encontrar a muchas personas solas como yo", explica.
Para The Collective, el proyecto responde claramente a una demanda. "No creemos que se trate de un nicho [...]. Hoy, particularmente en las ciudades, no conocemos a nuestros vecinos, la vivienda cada vez es más cara y vivimos escondidos detrás de nuestros aparatos [electrónicos]", asegura uno de sus consultores, Ryan Fix, a la AFP.
El promotor, cuyo primer edificio compartido fue financiado por "una familia de Singapur" por un monto no revelado, lanzó otros dos proyectos en el este de Londres, en el barrio olímpico de Stratford y en la zona de negocios de Canary Wharf, que ofrecerán a partir de 2019 un millar de habitaciones.
También se plantea expandirse a otros países y públicos, como las familias.
Para James Mannix, es "una buena solución" que permite vivir en la ciudad "controlando sus costes" y crear más viviendas.
También supone una respuesta, a priori rentable, por parte del sector privado a una crisis de alojamiento que las autoridades públicas no parecen encargarse suficientemente.DE AFP
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