Leonel Fernández se convirtió en 1996 en el político que encumbró hasta el poder al Partido de la Liberación Dominicana.
Lo hizo con 42 años, un ejercicio del derecho a cuestas y la fama de ser un catedrático universitario excepcional. Un orador de primera. Lo hizo, eso sí, cuando un año antes nadie le daba posibilidades de vencer a José Francisco Peña Gómez, quien había sufrido un fraude electoral en los comicios del año 1994 y a quien todo mundo veía como el presidente "natural para las elecciones" de dos años después.
Pues no. El novato sorprendió a medio mundo.
Su entrada a la primera línea en la escena política, como candidato vicepresidencial de Juan Bosch en 1994, levantó las miradas del público, el mismo al que capturó con aquel anuncio en que “se excusaba de nuevo”.
Fernández llevó a ese mismo PLD al poder en el 2004, luego de cuatro en la oposición y un proceso reelecionista de Hipólito Mejía. Les condujo a una victoria en los comicios del 2006 cuando el PLD se enfrentó a la alianza rosada de los partidos Reformista y Revolucionario Dominicano.
Validó el poder en 2008 y lo llevó hasta la cumbre del dominio político en 2010, cuando obtuvieron 31 senadores.
Fue en ese interregno cuando se comenzó a configurar la crisis interna que anoche estalló de manera definitiva en el gobernante Partido de la Liberación Dominicana.
En 2007 el hombre al que todo mundo atribuía como más cercano a Fernández, el cerebro detrás de los éxitos electorales y de estrategia política, Danilo Medina, anunció al país que renunciaba a su posición de secretario de la presidencia y buscaba el poder.
Era pues un acontecimiento nuevo en el partido gobernante, que desde entonces, y como consecuencia de la masificación a la que se sometió a principio del año 2000, comenzó a visualizar problemas en su disciplina interna.
Esas primarias internas del PLD, en el año 2007, quedaron marcadas por la frase de “me venció el Estado”, que pronunció un impotente Medina frente a sus seguidores, tras comenzar a conocerse los resultados electorales que le daban a Fernández un 70% de los votos.
Para el año 2010, Fernández logró aprobar en el Congreso Nacional una nueva Constitución, que había sido prometida en su programa de gobierno del año 2004. Entre muchos avances democráticos, en el texto fue eliminado el impedimento para que Fernández se presentara nueva a unas elecciones presidenciales.
Eso sí, inhabilitado para hacerlo en los comicios del año 2012, Leonel Fernández apoyó la candidatura de Danilo Medina que, como en el fútbol, encontró revancha ante Hipólito Mejía, a quien finalmente venció con el 52% de los votos.
Los problemas de Fernández comenzaron tras el cambio de gobierno, ante la revelación de un déficit fiscal de más de 183 mil millones de pesos.
En una de las primeras intervenciones de Medina, ya como presidente del país, el mandatario dijo que había heredado un maletín lleno de facturas.
Su mayor problema de imagen pública se produjo en febrero del año 2015, a pocos meses de que el PLD decidiera su futuro candidato presidencial.
El día 28 de ese mes llegó al país Quirino Ernesto Paulino Castillo, un narcotraficante que fue extraditado a los Estados Unidos y que volvió, según sus palabras, para “cobrar una deuda al presidente Fernández”.
Quirino había sido extraditado en el Gobierno de Leonel Fernández, en el año 2005.
En su acusación aseguraba que le había prestado más de 200 millones de pesos a Leonel Fernández para sus campañas electorales.
En su acusación aseguraba que le había prestado más de 200 millones de pesos a Leonel Fernández para sus campañas electorales.
En abril de ese año, el Comité Político del PLD aprobó modificar la Constitución de la República para permitirle a Danilo Medina continuar en el poder. Esa decisión encontró el rechazo de Fernández, quien finalmente cedió y firmó un acuerdo de 15 puntos en el que se aseguraba que Medina no volvería a ser candidato presidencial.
En 2018 y 2019 el panorama volvió a cambiar.
Fernández anunció en agosto de 2018 que buscaría la presidencia de la República por el PLD en un acto en el Palacio de los Deportes. Casi al mismo tiempo se activaron los seguidores reeleccionistas, que buscaban pasar una nueva modificación constitucional para lograr que Medina se reeligiera.
El presidente Medina finalmente no pudo repostularse, ante una ferrera oposición de Fernández que llegó incluso a protestar junto a sus seguidores frente al Congreso Nacional, de amplitud peledeísta.
El primer aviso de rompimiento de amarras se produjo con la negación, el 16 de agosto pasado, del acuerdo al que había llegado el Comité Político del PLD para permitir la alternabilidad en la presidencia de la Cámara de Diputados.
El primer aviso de rompimiento de amarras se produjo con la negación, el 16 de agosto pasado, del acuerdo al que había llegado el Comité Político del PLD para permitir la alternabilidad en la presidencia de la Cámara de Diputados.
En teoría el presidente debió ser Demóstenes Martínez, pero el grupo danilista impulsó la reelección de Radhamés Camacho, ante las protestas leonelistas.
El quiebre
Lo definitivo llegó cuando el danilismo se alineó con Gonzalo Castillo, pasado ministro de Obras Públicas, quien con un despliegue económico importante y el apoyo de un sector importante del Gobierno logró desplazar a aspirantes danilistas que tenían cerca de un año con sus intenciones presidenciales.
Gonzalo se enfrentó a Leonel Fernández en unas primarias abiertas el pasado 6 de octubre y según los resultados ofrecidos por la Junta Central Electoral derrotó al expresidente por poco más de un uno por ciento.
Fernández se quejó de un fraude colosal en las votaciones y aseguró que había alterado la voluntad popular interviniendo las líneas de transmisión de datos hacia la JCE.
Anoche, Fernández puso fin a una trayectoria de 46 años en el PLD, el partido al que encumbró hace 23 años al poder.
Ahora anunció la creación de “La Fuerza del Pueblo”, un partido que ayer asumió la continuación histórica del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD).
Su sola salida prevé un panorama electoral redibujado, que solo al salir le convierte en la tercera fuerza política del país, abriendo las puertas al escenario con el que Fernández llegó al poder por primera vez: una segunda vuelta electoral.
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