Como la persecución sacó a los primeros discípulos de Jesús de los confines de Jerusalén según el libro bíblico de Hechos, la enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19) ha sacado a los cristianos de los templos y los ha empujado al terreno virtual.
Las restricciones impuestas con motivo de la pandemia impiden a iglesias de distintas denominaciones seguir el consejo escritural de no dejar de congregarse, pero estas han respondido volcándose a la internet, especialmente a las redes sociales, desde donde han estado transmitiendo sus servicios completos o en parte.
Muchas congregaciones están usando Instagram, Facebook o Youtube para hacer live streaming. Otras recurren al sistema de mensajería Whatsapp para, a la hora previamente fijada, unirse para orar, compartir cantos de alabanza y exhortaciones.
“La reunión es fundamental”
Líderes eclesiales coinciden en que la iglesia no se define por el lugar de reunión, pero reconocen que el congregarse tiene un papel fundamental para los creyentes.
“Para la vida de la Iglesia la reunión es fundamental”, afirma el sacerdote José Muñoz, de la Parroquia Nuestra Señora de Guadalupe, ubicada en Santo Domingo Oeste. “El centro es la eucaristía que convoca a los hermanos para recordar lo que Jesús nos dejó como memorial. No poder reunirnos físicamente influye de forma negativa, pero somos conscientes del momento que vivimos y nos adaptamos sabiendo que es algo temporal”.
A los católicos, el aislamiento los encuentra en una época particularmente especial: la Cuaresma. ¿Cómo reaccionan a esto? En el caso de la parroquia en la que sirve Muñoz, algunas actividades ya programadas no se realizarán y todo quedará a un nivel “más personal e individual”.
El sacerdote José Muñoz oficia la misa que la Parroquia Nuestra Señora de Guadalupe transmite en Youtube en compañía de los vicarios parroquiales Santiago Rodríguez y Tomás García, y del seminarista Omar Alcántara.
Iglesia a distancia
En opinión del pastor Rafael Pérez, de la iglesia evangélica PezMundial, ubicada en el Distrito Nacional, esta temporada de distanciamiento social será especialmente difícil para la iglesia en Latinoamérica, la cual tiene en el contacto físico una de sus expresiones de amor más características.
“Este fue uno de los domingos más difíciles en la historia de la iglesia contemporánea, por primera vez millones de creyentes no pudimos hacer juntos lo que nos es habitual: congregarnos. Con todo, cada iglesia local respondió con sabiduría y según sus fuerzas para edificar a sus hermanos”, expresa.
Como en la parábola del sembrador que Jesús narra a sus discípulos en los evangelios, las redes sociales permiten a las diferentes denominaciones cristianas esparcir la semilla de su mensaje en terrenos variados y alcanzar incluso a personas a las que en otras circunstancias no llegarían, algo que difícilmente lograrían entre las cuatro paredes de un templo.
Pero para Sofía Camilo, pastora de la iglesia Oasis de Fe y Restauración, en el contexto actual, esa es solo una de las ventajas de esta herramienta.
Desde su nacimiento, esta joven congregación situada en el Distrito Nacional ha tenido presencia en Instagram (@ministeriooasisdefe), red social que usó este domingo 22 de marzo para compartir en vivo el mensaje que Camilo, enarbolando la etiqueta #yomequedocondios, expuso desde la sala de su hogar.
Que en este tiempo de aislamiento los miembros no se dispersen “como ovejas que no tienen pastor”, sino que sigan recibiendo la instrucción bíblica, es otra razón para que las iglesias transmitan su mensaje por la Web.
“La iglesia no es un lugar físico”, comenta Camilo, “la iglesia es un grupo de personas con un mismo fundamento, Cristo, por lo que cualquier forma que utilicemos para recibir el alimento de su Palabra, que es aún más necesaria que la comida, es válida”.
Además –añade la pastora-, frente al bombardeo de informaciones que generan pánico y ansiedad, las iglesias emplean los nuevos medios para “cambiar el mensaje de temor por el de esperanza, dar a conocer la soberanía de Dios y el cuidado y protección que solo Él puede dar”.
Limitaciones
No hay nada nuevo debajo el sol, decía un escritor bíblico. Esta máxima se aplica a los cultos virtuales. Del mismo modo que lo han hecho con medios tradicionales como los impresos, la radio y la televisión, hace tiempo que las distintas denominaciones cristianas aprovechan el alcance de internet para evangelizar o para llegar a aquellos de sus seguidores que, por motivos de salud o de viaje, no pueden asistir a sus reuniones.
A las congregaciones que previo a la cuarentena ya tenían la estructura para transmitir en vivo sus reuniones se les ha hecho más fácil continuar con lo que ya era una costumbre para ellas. Las que no la tenían se han visto compelidas a crearla sobre la marcha y ser creativas.
La brecha digital se refleja también en este ámbito. No todas las iglesias poseen las herramientas para transmitir su programa completo en vivo en diferentes plataformas y, aunque las tengan, no todos los feligreses podrían acceder a este contenido.
En la Parroquia Nuestra Señora de Guadalupe han estado transmitiendo en directo, a través de su canal de Youtube (www.youtube.com/channel/UCylPpMz9qhpKM216iVMYA7g), la eucaristía diaria para alcanzar a la feligresía que tiene acceso a ello. No obstante, el párroco admite: “Otros muchos que no poseen esos medios quedan al margen”.
Una hándicap de las transmisiones en el contexto de la cuarentena es que la mayoría de los creyentes asume el rol de espectadores despojando los servicios de la interacción que caracteriza a muchas reuniones cristianas.
Para superar el reto, este domingo la iglesia PezMundial (@pezmundial) pidió a diferentes miembros de la congregación que, usando sus celulares, prepararan lecturas bíblicas, coreografías para niños, momentos de oración, cantos, testimonios y predicación. Luego, esos videos se fueron compartiendo durante todo el día en su grupo de WhatsApp (también en Youtube).
“Nuestra intención fue afirmar la vida de la iglesia a la distancia, que aunque físicamente estemos lejos, nos une el hecho de que Cristo está en nosotros”, cuenta Pérez, para quien la riqueza de la vida de iglesia no se limita a escuchar un sermón, sino que consiste en “personas de diferentes generaciones, trasfondos sociales y personalidades juntas alabando al mismo Dios”.
Más allá de un servicio religioso, el brazo social de la iglesia podría verse afectado por el aislamiento y ante esta realidad la tecnología viene a cumplir otra función vital. Muñoz cuenta, por ejemplo, que en su parroquia usan la tecnología para mantenerse en comunicación y atentos a las necesidades de las personas más frágiles de la comunidad. “Nos ponemos de acuerdo para servirlas, tomando las precauciones que las autoridades nos aconsejan, y hacerles llegar algunos alimentos”.
Después de la cuarentena ¿qué?
En opinión de Pérez, al final de la cuarentena muchas iglesias podrían enfrentar retos para continuar con sus programas regulares, pues los adultos mayores tendrían dificultades para congregarse, habría que ajustar las normas de cortesía por un tiempo y surgirían limitaciones económicas, ya que, en el caso de las iglesias evangélicas, estas acostumbran a cubrir localmente sus necesidades.
“Sabemos que estos retos también puede ser un medio usado por Dios para alcanzar sus propósitos y que estos días difíciles abrirán grandes oportunidades para servir a la gente con el evangelio”, expresa el pastor. “Confiamos en que Dios proveerá lo que haga falta para hacer avanzar nuestra misión en la tierra”.
Una confianza similar expresa Muñoz: “La Iglesia ha experimentado diferentes crisis a lo largo de la historia y de todas ha salido airosa. En este caso compartimos la crisis con otros grupos religiosos o con la sociedad en general, no es un problema de ideologías, es de supervivencia, y ésta solo es posible si trabajamos unidos más allá de las creencias particulares, en este caso el reto es para la humanidad”.
Camilo descansa en la esperanza de que este tiempo de aislamiento forzoso fortalecerá la iglesia. “En muchos ha aumentado la valoración del congregarse. No es lo mismo no ir al culto porque has decidido hacer otra cosa o quedarte en tu casa a que, de repente, no sea tu opción el no ir”.
Entre las lecciones que esta crisis sanitaria dejará a la feligresía cita la importancia de dedicar más tiempo para cultivar su vida espiritual y el orar con fines menos egoístas.
“Dice Romanos 8:28 que para los que aman a Dios todo obra para bien. Creo firmemente que este tiempo, lejos de perjudicar a las congregaciones, traerá un gran avivamiento y habrá una gran cosecha, no porque el fin es que crezca el número de miembros, sino porque significa que muchos más serán responsables de su vida ante Dios y podrán acceder a la esa vida de abundancia que Cristo nos regaló”, concluye.
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