Vista panorámica de la casona de la Hacienda María, otrora centro de bebentinas, orgías y francachelas de la dictadura, así como lugar para torturar y asesinar opositores del régimen; hoy está en completo abandono. Jorge González
La furgoneta de la Policía entró a una velocidad estrepitosa a la casona, procedente de “Ciudad Trujillo”. De inmediato, de su interior fueron sacados seis hombres y conducidos por un camino de arena, hierbas y uvas de playas hasta colocarlos de pies frente a un cocotero y de espalda al mar, para después ser asesinados por Rafael Leónidas Trujillo Martínez (Ramfis).
El lugar es la Hacienda María, una enorme casa de verano construida por el dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina, en la comunidad de Nigua, San Cristóbal, pero que ahora está en total abandono, convertida en baño público.
El último hecho del que fueron testigos sus paredes, techos y ventanas fue el 18 de noviembre de 1961 cuando Ramfis, hijo mayor del dictador ajusticiado, emborrachado de alcohol y venganza disparó con una metrelleta a Luis Manuel Cáceres Michel (Tunti), Pedro Livio Cedeño, Salvador Estrella Sadhalá, Roberto Pastoriza Néret, Modesto Díaz Quezada y Huáscar Tejeda Pimentel.
Te puede interesar leer: Conoce el origen de tu pueblo: San Cristóbal
Los seis estaban presos en la capital, tras haber participado en el ajusticiamiento del sátrapa Trujillo Molina, la noche del 30 de mayo de 1961.
Sin ventanas, puertas, luminarias, vigilancia, en el lugar no queda nada de valor. Todo fue robado y está sucia y mal oliente.
Algunos piensan que esta majestuosa casa, a orillas del mar Caribe en Nigua, debería haber un museo o un centro de estudios sobre nuestra historia contemporánea.
Al llegar al lugar llama la atención que no hay ninguna prohibición para entrar, ni vigilancia en el lugar. Solo el sonido de las aves y el vaivén de las olas del mar ambientan la edificación totalmente abandonada. En los jardines una tarja con los rostros de los héroes asesinados al pie de dos astas sin banderas, a eso se reduce el monumento a los mártires del 30 de Mayo.
Historia
El sábado 18 de noviembre de 1961 un sol de cobre caía sobre la mansión veraniega del dictador, un cielo de un azul más intenso que de costumbre contrastaba con las distintas degradaciones añil del mar Caribe esa tarde, que sería testigo de uno de los crímenes más abominables que recuerde la historia moderna del país.
Fue en horas de la tarde que los prisioneros: Huáscar Tejeda, Pedro Livio Cedeño, Roberto Pastoriza, Luis Manuel Cáceres (Tunti), Salvador Estrella Sahdalá y Modesto Díaz fueron trasladados desde la Penitenciaría Nacional de la Victoria hacia la Hacienda María, en San Cristóbal, donde verían por última vez la luz del día.
Cuenta la historia que una furgoneta celda de la Policía entró a cierta velocidad al interior de la hacienda, procedente de Ciudad Trujillo.
De inmediato de su interior fueron sacados los héroes y conducidos por un camino de arena, hierbas y uvas de playa hasta colocarlos de pies frente a un cocotero del lugar de espalda al mar en la jardinera del lugar.
Luego les amarraron los brazos por la espalda, y ataron a un árbol, aunque seguían esposados. El silencio se adueñó del lugar y solo las olas del mar, golpeando los arrecifes, rompían la pausa por momentos.
Después de un tiempo no determinado el estallido de unos disparos hizo que uno de los hombres callera moribundo, los disparo siguieron hasta que todos fueron asesinados.
Según los datos consultados desde la galería derecha de la mansión Ramfis había disparado desde una distancia cercana para que los presos vieran con certeza quien era su verdugo. Sus cuerpos nunca fueron recuperados ni se supo qué se hizo con ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario