Si bien los recursos humanos resultarían clave para el desarrollo integral, económico y social de naciones, la tendencia poblacional declinante que ensancha la franja de adultos mayores que van a retiro a corto plazo lleva al primer plano en República Dominicana a otra cara de la moneda con demógrafos coincidiendo en que el crecimiento poblacional explosivo de antes ha estado asociado a las causas de pobreza, desigualdad, inseguridad y deterioro ambiental que el Estado y los intereses que más pesan sobre él para tomar decisiones no han sido capaces de reducir significativamente. De continuar en lo mismo, menos gente no se traduciría en menos marginalidad.
La cuantificación de habitantes del X Censo de Población y Vivienda 2022 mostró un crecimiento porcentual de 1.11% viniendo de un 2.98 en 1970 pero más que duplicándose en el lapso las personas situadas en el territorio nacional. Al 2023 algo más de una quinta parte de la demografía (equivalente a dos millones de habitantes) permanecía en la pobreza tras reducirse en 4.7%, proporción colocada por debajo del crecimiento de la economía proyectado en este año para un 5.1%. Un PBI «gordo y colorado» que no es para todo el mundo. En la zona rural, la marginación del bienestar es de casi una cuarta parte de las familias y la clase media muestra inconformidad cada vez que toma la palabra.
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Se admite que el tamaño de la población dominicana puede influir sobre el Producto Interno Bruto per cápita; pero el grado de inversiones que dinamicen la economía con acompañamiento de reformas estructurales sería más determinante. Sin estas metas de optimización seguiría corta la disponibilidad de medios para crear empleos y mejorar las condiciones vida de los más pobres, a criterio del Banco Mundial. La receta es «tener prudencia fiscal, crear un entorno empresarial competitivo y, en el largo plazo, invertir en salud, educación e infraestructuras».
República Dominicana está atrapada en un compás de espera por reformas contra la severidad de déficits por el crecimiento sin restricciones para la calidad de gastos de perfiles populistas o sin prioridad con caída de recaudaciones por una ínfima presión fiscal propiciadora de endeudamiento público en espiral. Estaría por verse si el Estado dominicano alcanzará con equilibrio un protagonismo de realizaciones positivas en el corto plazo, lo que sigue en veremos. Proceden políticas de directo beneficio para todos los ciudadanos incluidos los que están en la pobreza.
CENSO BAJO LUPA
Entre las expectativas por el empadronamiento número diez de la historia está la curiosidad insatisfecha a estar alturas por saber, quizás categóricamente por la calidad del trabajo de campo, cuántos extranjeros coexisten con los dominicanos con la conveniencia en primer plano de establecer la cantidad más aproximada posible a la realidad numérica de inmigrantes haitianos que sientan reales aquí, un dato fundamental para medir el peso específico de su presencia continuamente objeto de cálculos y apreciaciones un tanto «al ojo porciento» con cada quien haciendo proyecciones cargadas de subjetividades.
Esta cifra de cierto valor estratégico para la sociedad dominicana, autoridades y grupos de intereses, y que debe haber logrado la Oficina Nacional de Estadísticas, está siendo extraída con frustrante demora del total recopilado. Prometida para más adelante y que además ayudaría a conocer el exacto tamaño y estatus legales de una crecida comunidad de venezolanos y de otras nacionalidades más venidas del exterior cuya inserción a la comunidad local, sus usos y costumbres, ocurre sin tropiezos.
Ha preocupado a sectores que la cobertura del censo se extendiera sobre el 79.38% de la población del país sin llegar a más de un 20% de la colectividad; el más bajo alcance en comparación con los tres anteriores. Hay por eso quienes cuestionen su calidad aunque se trata de un resultado para el cual la ONE expuso causas atendibles en alguna medida a partir de significativos cambios en los modos de asentarse de muchas familias.
Junto a otras situaciones adversas al trabajo censal en todas partes del mundo, el órgano citó, admitiendo que la omisión fue alta, la existencia de conglomerados residenciales cerrados que dificultan la recolección; la presencia de hogares con miembros que pasan gran parte del día fuera; la falta de una campaña informativa efectiva sobre la visita de empadronadores y la insuficiencia de control técnico sobre el proceso por limitaciones presupuestales. Invocó también la desconfianza de ciudadanos por motivos de seguridad que incluye cuidarse al extremo de eventuales impostores. Puede suponerse que muchos inmigrantes ilegales huirían para no ser contados.
CRECER FEMENINO
De los más de diez millones de habitantes computados al país, la «rama femenina» de la sociedad figura en cantidad superior a la de la masculina con 5,437,095 de mujeres y 5,322,933 de hombres; un empuje poblacional que coincide con el progreso numérico del coloquialmente llamado «sexo opuesto» con índices constantes que en todo el planeta reflejan su mayor ingreso a universidades.
Es lo que los especialistas describen como «importante brecha de género a nivel académico». Un informe reciente de UNESCO-ONU criticó que las instituciones de altos estudios se centren más en medir el acceso de las mujeres a la educación superior que en hacer un seguimiento de sus resultados y tasas de éxito.»
Una muestra impresionante de la desigual presencia entre hombres y mujeres en aulas universitarias dominicanas se hizo visible recientemente cuando la Universidad Católica de Santo Domingo graduó a 213 mujeres de un solo tajo y solo a 81 hombres. Al referirse a la «tasa de éxito» tras quedar diplomadas en profesiones, la Unesco había dicho antes que:
«Las desigualdades entre mujeres y hombres persisten hoy en todas las regiones del mundo, incluyendo América Latina y el Caribe y se manifiestan en todos los ámbitos de su vida, en menor inserción laboral, menores salarios, menor representación en puestos de tomas de decisiones y mayor tiempo dedicado al trabajo». La mayoría de las casas de altos estudios cuenta con diversas políticas y servicios que apoyan el progreso de las mujeres.
HAITÍ SUPERA RD
Mientras la población dominicana medida por censo se redujo en treinta años pasando de una tasa de 3.61% a la de 1.21%, la de Haití, sin ser necesariamente alta por por registrar un índice de mortalidad mayor, presenta una densidad de habitantes de 413 por Km cuadrado acercándose a duplicar la de República Dominicana colocada por esta última medición en 223.55 personas por kilómetro cuadrado. Ocupando solo una tercera parte de la isla Hispaniola, pisan su territorio 11.447,569 seres humanos con la inferioridad de este lado que aloja a 10,760,028. Ellos son, por ahora y no por mucho tiempo, 687,541 millones más que los de este lado.
Explosivo en su reproducción de la especie Haití reúne, junto a la condición de ser de los lugares del planeta con pobladores de más vocación para abandonarlo, el de las condiciones más inhóspitas no solo por una arrasadora merma de recursos naturales y baja productividad ciudadana sino porque es también uno de los países donde la vida vale menos por una anarquía que convierte a la emigración en algo casi obligado; suplidor creciente de mano de obra regular e irregular a su territorio vecino a cuyos hospitales de maternidad y escuelas están ingresando en tropel.
Cuba, que es un país considerado por los demógrafos como de elevada urbanización, solo muestra 102,3 habitantes por kilómetro cuadrado; y Haití, con 5,3 millones de pobres y dos millones y medio en la pobreza extrema, pone en evidencia una ominosa desproporción de habitantes y de sus condiciones sociales en una isla de 48 mil kilómetros cuadrados y dos repúblicas precariamente separadas por frontera. Una fuerza más intensa que la de la gravedad con activación de estómagos vacíos y un agudizado instinto de supervivencia, obra enérgica contra la convivencia.
El «Fondo de Población» de la Organización de las Naciones Unidas augura que una desigual distribución de poblaciones en el planeta tiende a generar preocupantes impactos en estructuras nacionales. En la agenda de la ONU aparece para los próximos diez años la meta de que cada país logre que todas sus personas tengan acceso a servicios integrales de salud reproductiva, planificación familiar voluntaria, servicios de embarazo y parto seguros con prevención y tratamiento de las infecciones de transmisión, Haití no está en eso.
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