WASHINGTON.- A ocho días de los comicios presidenciales, Kamala Harris y Donald Trump están en empate técnico y concentran sus esfuerzos en siete distritos clave: Pensilvania, Georgia, Carolina del Norte, Michigan, Arizona, Wisconsin y Nevada.
La candidata demócrata -actual vicepresidente- se recuesta en figuras centrales de la política y la cultura, mientras que su adversario republicano ocupa el centro del escenario con un discurso filoso que no tiene antecedentes en la historia moderna de los Estados Unidos.
El sistema electoral es indirecto y para llegar a la Casa Blanca se necesitan sumar 270 electores (538 en total). Como hay paridad técnica, Harris y Trump se enfocan primero en Pensilvania, que aporta 19 electores. En 2016, Trump se quedó con Pensilvania cuando enfrentaba a Hillary Clinton, y cuatro años más tarde, Biden venció allí por la minima diferencia.
Vencer en Pensilvania es crucial en este campaña presidencial. Y ambos candidatos lo saben.
Este hecho electoral explica porqué ayer Harris se pasó todo el día en Filadelfia. La candidata demócrata necesita sumar votos entre afroamericanos y latinos, y estos grupos etarios tienen un fuerte peso en la ciudad más importante de Pensilvania. Biden se quedó con el 81 por ciento de los votos de estas minorías en 2020, pero Harris no estaría repitiendo esa experiencia electoral.
“Esta elección se trata de dos visiones extremadamente diferentes para nuestra nación. Una, la de Donald Trump, que está centrado en el pasado y en sí mismo. Mientras que nosotros estamos centrados en el futuro”, sostuvo Harris en Filadelfia.
La situación económica es la principal dificultad electoral que enfrenta Harris en Pensilvania. Los alimentos impactados por la inflación afectan la vida cotidiana del voto tradicional demócrata -especialmente jóvenes afroamericanos y latinos-, que ya han empezado a girar hacia el discurso de Trump. Es un hecho novedoso que puede complicar la marcha de Harris irumbo al Salón Oval.
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