Un fuerte aguacero dispersó a cientos de personas que estaban aglomeradas en la explanada frontal del Museo Nacional de Historia Natural para observar el eclipse parcial de sol. Las lluvias arreciaron 20 antes de que la luna estuviera en medio del sol.
Antes de iniciar el aguacero, algunas personas decidieron retirarse del lugar y vendía a 300 y 400 pesos los lentes protectores que les suministró la Sociedad Astronómica Dominicana de forma gratuita.
Estos argumentaron que vendían los lentes porque duraron muchas horas en la fila y que su tiempo “valía oro”.
Los aparatos sofisticados, como telescopios que fueron sacados para que las personas pudieran observar el eclipse más de cerca, no pudieron ser utilizados porque las lluvias podía dañarlos.
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