Casi al final de la calle Las Damas se puede apreciar el edificio de piedra coralina conocido como el Panteón de la Patria, un monumento en el que yacen los restos de grandes figuras de la historia dominicana.
El mausoleo se le conoció como “Panteón Nacional”, sin embargo, mediante el decreto 25-2000, del 26 de enero de 2000, se le restituyó el nombre original de “Panteón de la Patria”, de conformidad con la ley 4463 de 1956.
El monumento honra a más de 50 ilustres dominicanos, entre ellos independentistas, restauradores, mártires, presidentes, escritores, poetas, músicos y educadores, “figuras que han merecido el reconocimiento eterno de la República”, según la tarja colocada por el Ministerio de Cultura, el 16 de agosto de 2014.
En los nichos, las tumbas y los sarcófagos reposan los restos de los próceres dominicanos para acogerlos “en un ambiente religioso, de amor y veneración”.
Frente al altar de todos ellos, está la Rosa de los Vientos: Norte, Sur, Este y Oeste; y en el centro, la llama, que es la gloria eterna de los que formaron la nación.
Se mantiene encendida con aceite de coco y nunca se apaga porque simbolizaría el riesgo a la Patria.
De acuerdo a archivos periodísticos de este medio; del historiador, catedrático y ensayista Juan Daniel Balcácer, en la nave central o presbiterio del Panteón de la Patria, lateral izquierdo, yacen los despojos mortales de los hombres y mujeres de la Independencia, mientras que en el derecho el de los héroes de la Restauración.
El mausoleo alberga las siguientes figuras mortales, de acuerdo a los periodos de la historia dominicana:
De la Época pre-republicana
Juan Sánchez Ramírez, héroe de la Reconquista (1809); y, José Núñez de Cáceres, impulsor de la independencia llamada “efímera” (1821).
Primera República
José María Serra, Pedro Alejandrino Pina, Félix María Ruiz, Juan Nepomuceno Ravelo y Juan Isidro Pérez, trinitarios; Ángel Perdomo, Concepción Bona y Cayetano Abad Rodríguez, febreristas; Antonio Duvergé, José Joaquín Puello y Gabino Puello, héroes militares independentistas y mártires de la Patria; Juan Bautista Cambiaso, y Juan Alejandro Acosta, Almirantes, héroes independentistas; María Trinidad Sánchez, febrerista y mártir; Socorro del Rosario Sánchez, maestra; Balbina de Peña, esposa del prócer Francisco R. Sánchez; General José María Cabral, héroe militar independentista; General Pedro Santana, Libertador de la Patria y anexionista.
Los Héroes de la Restauración
Ulises Francisco Espaillat, Benigno Filomeno de Rojas, civilistas; generales Gregorio Luperón, Gaspar Polanco, Santiago Rodríguez, José Antonio Salcedo (Pepillo), Benito Monción; Pedro Ignacio Espaillat, Eugenio Perdomo, José Vidal Pichardo, Carlos de Lora, Ambrosio de la Cruz, Antonio Batista, Jose Pierre Thomas, mártires de Santiago; general Timoteo Ogando Encarnación (cenotafio).
De la Segunda República
Pedro Francisco Bonó, civilista; Emilio Prud’Homme y José Reyes, autores letra y música del Himno Nacional; Francisco Gregorio Billini, restaurador, escritor, político; Antonio del Monte y Tejada, José Gabriel García, historiadores; Gastón Fernando Deligne, José Joaquín Pérez y Salomé Ureña de Henríquez, poetas; Francisco Henríquez y Carvajal, Federico Henríquez y Carvajal, Eugenio María de Hostos, educadores.
De la Tercera República
Américo Lugo, escritor, historiador y nacionalista; Francisco J. Peynado, nacionalista; Fabio Fiallo, poeta y nacionalista; Pedro Henríquez Ureña, escritor y humanista; coroneles Francisco Alberto Caamaño Deñó y Rafael Fernández Domínguez, héroes militares de la Revolución de Abril de 1965.
Algunos han sido honrados en cenotafios, y otros en su lápida con epitafio
“El cenotafio” es una lápida recordatoria de una tumba vacía, sin cuerpo a quien se dedica, por lo que al final dice “a la espera de sus restos”, mientras que “el epitafio” es una lápida o inscripción con un cadáver.
En calidad de cenotafio, que ocupan la menor cantidad, están Juan Isidro Pérez, uno de los fundadores de la sociedad secreta La Trinitaria, Benigno Filomeno de Rojas, el primer presidente después de restaurada la República y cuyos restos de ambos no fueron encontrados.
También el coronel Francisco Caamaño Deñó y el general Timoteo Ogando Encarnación.
Dentro de los que yacen con la particularidad de epitafio están los presidentes: Ulises Francisco Espaillat, Francisco Henríquez y Carvajal y Francisco Gregorio Billini.
Además, el general Gregorio Luperón, Emilio Prud Homme, autor de la letra del Himno Nacional; Los generales: Santiago Rodríguez, Juan Sánchez Ramírez y José Antonio Salcedo, entre otros.
En el panteón existen menos cenotafios que epitafios.
Los primeros, los últimos, los que faltan
El General Gaspar Polanco fue uno de los primeros en ocupar uno de los nichos del mausoleo, de acuerdo a Jacinto Mañón, quien cumple la función de asistente del director del Panteón, José Delmonte Peguero.
Gaspar Polanco y Borbón es reconocido por ser el general de caballería de las fuerzas españolas, pero dominicano, y soldado de las guerras contra Haití en las cuales alcanzó el grado de coronel y ascendido por Pedro Santana como general de brigada.
El reconocido historiador, periodista, profesor, escritor y abogado Euclides Gutiérrez Félix, lo ha descrito así: “Templado en la dureza del medio material en el cual vivió, creció y desarrolló, Gaspar Polanco constituye, en su larga vida del hombre de armas, un caso particular en la historia del pueblo dominicano. Su figura es el más acabado modelo del hombre criollo: rudo, tosco, impulsivo, valiente y honrado, carente de toda ilustración, analfabeto, pero al mismo tiempo dotado de los defectos, cualidades y virtudes que han sido piezas fundamentales de la nación dominicana”.
El último fue el cenotafio del mártir y líder de la última expedición armada del siglo XX, el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, que buscaba derrocar al entonces presidente Joaquín Balaguer formando un frente guerrillero que fuera respaldado por los partidos opositores al régimen y que terminara de socavar el aparato del Estado.
Se encuentran a la espera los restos del expresidente Horacio Vásquez, y su esposa Trina Moya de Vásquez. Además el profesor Juan Bosch, presidente de la República en 1962.
Los restos de Gregorio Urbano Gilbert son los últimos que recibirá el gran mausoleo. Serán trasladados al Panteón por disposición del Poder Ejecutivo mediante el Decreto 08-21 promulgado por el presidente Luis Abinader.
“Gregorio Urbano Gilbert es merecedor de la distinción y veneración que el pueblo dominicano dispensa a sus héroes y heroínas nacionales a través del traslado de sus restos mortales al Panteón Nacional”, señaló el decreto.
De igual modo, el cenotafio de Rosa Duarte, hermana del patricio Juan Pablo Duarte. La disposición de los restos de Rosa Duarte al Panteón está contenida en el decreto 566-20, de fecha 15 de octubre de 2020.
El edificio que hoy es el Panteón de la Patria
El edificio que hoy es el Panteón de la Patria fue construido en siglo XVIII, para servir de templo con servicios religiosos de la Compañía de Jesús (Jesuitas). Los trabajos de construcción se iniciaron hacia 1715 y 1716. Las piedras para construir los muros fueron sacados de la mejor cantera de la ciudad, una magnifica piedra coralina, situada en el sector de Santa Bárbara.
En el año 1743 comienza a utilizarse como templo aunque la fachada no estaba terminada, y como aula magna de la Real y Pontificia Universidad de Santiago de la Paz, hasta 27 de febrero de 1767, cuando los jesuitas fueron expulsados por ordenanzas del rey de España Carlos III de todos los territorios del reino.
Años más tarde, de 1792 a 1795, fue instalado el Seminario Real y Conciliar de San Fernando, cesando en 1795, debido al tratado de Basilea mediante el cual fue cedido a Francia la parte española de la Isla de Santo Domingo.
Bajo la dominación francesa, el templo pasa a ser bien público y destinado a servir de almacén. Ocurrida la reconquista, el local fue utilizado como mercado, donde se expedían frutas y víveres cosechados en la margen oriental del Río Ozama.
A principios del siglo XX funcionó el Teatro La Republicana, y luego, para mitad del siglo XX, fue el tirano Rafael Leonidas Trujillo quien lo convirtió en el lugar que alberga a los más grandes héroes dominicanos.
Un vistazo profundo a la arquitectura del mausoleo
La fachada del Panteón es muy sobria y tiene un estilo neoclásico. La parte superior tiene agregadas una cornisa, el campanario y dos estatuas de piedra a ambos lados del campanario, que fueron hechas por el cantero español Alonzo González, y representan a San Ignacio de Loyola y a San Francisco Javier.
En su interior, el templo consta de una variedad de arcos campanéales, conopiales, escarzanos, de medio punto y ojivales; la nave central tiene bóveda de cañón y en el centro del crucero se yergue una majestuosa cúpula semiesférica apoyada sobre tambor, y las pechinas en que se apoya están unidas por arcos torales de medio punto.
En el parámetro del presbiterio hay una ventana de vidrio. A ambos lados se alzan columnas rematadas con ángeles custodios en bronce, obra del escultor español Juan García, que realizó los trabajos en ese metal.
La bóveda del presbiterio está pintada con un mural de 128 metros cuadrados, realizado por el artista español Rafael Pellicer en 1958. Este representa la idea de la inmortalidad, “La Ascensión a los Cielos” y “El Juicio Final”. De la cúpula pende una lámpara de bronce decorado con 28 figuras que representan “vestales que entrega la luz al mundo”.
En el primer tramo de la nave central se halla el coro alto. El techo del sotocoro tiene un artesonado de caoba centenaria.
En las paredes hay cuadros colgados, cuyas pinturas pertenecen a un libro autoría de José Chez Checo, sobre la historia dominicana por lo que cada vitrina ubicada en el edificio exhibe un fragmento de los acontecimientos ocurridos en esta parte de la Isla de Santo Domingo, desde La Trinitaria hasta el momento de la Independencia.
Autoridades encargadas del traslado
“El poder ejecutivo es quien autoriza y dispone, cuando lo considera oportuno, el traslado de los restos venerados de los dominicanos ilustres que reposan en la Capilla de los Inmortales de la Catedral de Santo Domingo Primada de América y los restos de preclaros dominicanos que se encuentren en cualquier otro sitio”, de acuerdo al artículo 3 de la ley 4463 de 1956.
Y agrega que “El traslado constituirá un acontecimiento histórico de significación, por lo cual deberá llevarse a cabo con el mayor respeto y con la celebración de actos adecuados”.FUENTE LISTIN DIARIO
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