Cada uno de los que estaban en ese vagón tienen 10 años preguntándose la razón del ataque
.Era un día habitual para Francis Alberto González Gil, Alberto Fernández y Daniel Almánzar, quienes al igual que cientos de personas con regularidad utilizaban el servicio del Metro de Santo Domingo para acudir a sus lugares de trabajo, sin imaginar que esa mañana del 27 de octubre de 2014, dejaría marcas en sus vidas, algunas como un tatuaje en la piel, que quedan impregnadas para siempre.
Ese día González Gil abordó la línea 2 del Metro de Santo Domingo más tarde de lo común, se subió al vagón M-1279 para dirigirse a su lugar de trabajo. En el trayecto y justo en la estación Manuel de Jesús Galván, un joven vestido con un t-shirt blanco, un pantalón negro, unos tenis del mismo color del pantalón, una gorra roja y un bulto que combinaba con su visera, forzó la puerta que se cerraba y entró al vagón.
Luego de estar dentro se colocó cerca de la cabina de la conductora y era observado con interés por Francis Alberto González quien lo notaba inquieto y mirando a todos los presentes de una forma “extraña”. El nombre de este joven es Franck Kelin Holguín Medina.
Cerca de las 8:30 de la mañana, luego de que el metro avanzara dos estaciones, González Gil miró cómo ese joven que llamó su atención encendía su bulto, lo que lo llevó a gritar: “él tiene una mochila encendida en fuego”, esto hizo que Holguín Medina lo mirara, diera unos pasos hacia donde se encontraba y le lanzara el bulto. El fuego se intensificó debido a que el interior de la mochila contenía gasolina, gravilla y otros materiales altamente explosivos, produciéndole a González Gil quemaduras de segundo y tercer grado en el 70 % de su cuerpo.
Sumado a esto, el metro que iba en dirección al kilómetro 9 de la Autopista Duarte, se paralizó entre las estaciones Ramón Cáceres y Mauricio Báez, los presentes empezaron a correr despavoridos y a intentar abrir las puertas. En su interior todo era negro, el humo arropaba todo el espacio.
Francis Alberto González Gil ardía en las llamas y tirado en el suelo, notó como un hombre, Daniel Fernández, a pesar de ser no vidente, le topaba con la mochila que utilizaba para cargar los materiales de su trabajo. Esta acción y sin saberlo permitió que se terminaran de apagar las llamas que la conductora del metro había empezado a extinguir con un extintor que estaba en el lugar.
Pero Daniel Fernández no estaba en el suelo de casualidad, cayó en el piso del vagón cuando intentaba huir. Lo tumbaron las personas intentando salvar sus vidas. Él cayó porque antes que su cuerpo, su bastón fue arrojado al piso.
“Yo lo que hice fue que me puse como de rodillas, dejando la cara en el piso para que el humo no me afectara tanto, porque tonto de mí, porque si yo siento que están corriendo para allá, párate y corre para allá”, cuenta Daniel Fernández al reunirse 10 años después con Francis González a recrear el momento de la tragedia.
“Yo fui un instrumento de manera inocente, no puedo decir que tiré la mochila para (apagarte el fuego)”, le dice el no vidente en la conversación Daniel a Francis, quien por años le ha buscado para darle gracias y a quien al inicio de la conversación le define como su héroe.
Narra que pudo salir de la estación con ayuda de uno de los seguridad de la estación y que su intención era seguir hacia su trabajo, en la Escuela Nacional de Ciegos, donde laboraba como traductor de textos al braille, pero que alguien al notar que estaba sucio por el fuego y el humo le dijo que no podía seguir así, por lo que se fue a su casa.
Desde ese momento, el hombre, quien no es asiduo a escuchar noticias, no siguió las informaciones de esta tragedia. Volvió “un mes o dos meses después” con un poco de temor a utilizar los servicios del Metro de Santo Domingo, luego de que se enteró que fue un atentado.
“Después que supe que fue un atentado digo no, pero no fue el metro, yo me voy en mi metro, pero cuando iba en la estación de la Duarte hasta el V Centenario el corazón (y hace señas de que le latía rápido) era bum, bum, bum”, expresó entre risas.
Daniel y cada uno de los que estaban en ese vagón tienen 10 años preguntándose la razón del siniestro. Y siguen sin respuestas. “Si él no dice por qué lo hizo todo lo demás es especulaciones”, advirtió.
“La causa real de por qué lo hizo la sabe él y si alguien lo mandó, también. Solamente él lo sabe”, dice.
Francis Alberto González también ha repensado mil veces por las razones del atentado hasta que, al final, 10 años después reconoce que cualquier idea es una especulación y que sin pruebas en manos nada pueden hacer o creer.
“Si no está grabado no sirve como prueba, si no hay un documento, si no hay una entrega de dinero en un cheque o algo no hay manera de vincular a este joven con alguien más. Por el momento y mientras él no diga fue fulano, y aun así si él menciona a alguien cómo vinculamos a este joven con la persona que él mencione”, reflexiona.
Otro de los que corrió junto a la multitud despavorida fue Alberto Fernández, quien al momento del incendio quedó atrapado en el vagón que da hacia donde estaba la conductora.
Al ver como Franck Kelin Holguín Medina pasa a su frente y lanza el bulto, se coloca de espaldas hacia donde están los rieles, cerca de la cabina, pero eso no impidió que las llamas alcanzaran su cuerpo recibiendo quemaduras detrás de las orejas, que dejaron ampollas “bastante grandes”.
En el momento que se abren las puertas se lanza a los rieles, pero cuando se cree a salvo, y pensar en su hijo pequeño, recuerda, aunque de forma equivocada, que su esposa estaba dentro, lo que le ocasionó un pánico que no describe con palabras.
“Yo recuerdo muy claramente que me lancé hacia los rieles y corría entonces hacia el siguiente andén y llegué. Bueno, fui el primero en llegar y fue una experiencia bastante traumática en el sentido de que yo no solamente estaba pensando en mí, estaba pensando en mi esposa que había salido después de mí y yo pensaba que ella estaba en el mismo vagón. No tener idea de lo que había pasado con mi esposa para mí fue un poco desesperante”, narró, aunque su esposa se encontraba en perfecto estado, debido a que ya había salido del Metro.
Quien sí se encontraba dentro del vagón y con quemaduras de primer, segundo y tercer grado era Francis Alberto González Gil, quien era señalado erróneamente por algunos de los usuarios “como la persona que prendió fuego al Metro” o “el culpable del atentado en el Metro”.
Este joven, quien encontró las fuerzas para levantarse y salir del Metro en que le nacería un hijo en el mes de diciembre, duró 40 días en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Luis Eduardo Aybar. A esa área entró con 180 libras, sabiendo caminar, con movilidad en sus manos y salió con 105 libras, sin movilidad en las manos, sin poder caminar y con alrededor de ocho operaciones que buscaban devolverle movimiento a muchas partes de su cuerpo.
“Ese brazo quedó con una atrofia en un nervio. El nervio quedó encogido, entonces me operaron para tratar de liberar el brazo. El brazo estaba encogido”, dice al señalar su brazo izquierdo del cual no puede cerrar la palma completamente.
Para recuperarse, este joven hizo terapia física diariamente por seis meses, para aprender nueva vez a caminar, por el daño que sufrió en sus piernas por las quemaduras.
“Me tomó prácticamente seis meses”, aunque luego de alrededor 34 meses fue que pudo hacerlo sin estar encorvado.
Algo que también le fue arrebatado tras el atentado del Metro, fue cuidar a su hijo luego de su nacimiento.
“No pude cargar a mi hijo su primer año entero. Yo vine a cargar a mi hijo cuando él tenía un año y pico, un año y meses y no fue que lo cargué, fue que mi papá lo cargó, yo metí el brazo debajo y él lo soltó un poquito para que yo sienta que estaba cargando mi hijo. Lo que más me dolió de todo esto fue eso, no poder ser padre bien, ya era padre primerizo y no podía ser padre bien y no podía cuidar yo mi hijo, no podía cargarlo, él lloraba. Yo tenía que pedir que alguien atendiera a mi hijo. Yo creo que eso fue lo que más me afectó de todo este proceso, la cura era dolorosa, pero no poder ser padre de verdad, eso yo creo que fue lo peor”, narra al contar que en la actualidad su hijo tiene 10 años y ahora su dolor de cabeza es que el infante no quiere hacer tareas.
En la actualidad, González Gil está recuperado, su recuperación, aunque con marcas y dificultades que quedarán para siempre, tardó cuatro años. Trabaja en una empresa de publicidad, está casado con otra persona y aunque no tiene miedo a montarse en el Metro, volvió a usarlo mucho tiempo después y tras anunciarlo a su familia.
TEORÍA DEL ATENTADO
Para González Gil, Franck Kelin Holguín Medina no es el autor intelectual del atentado, su teoría la basa, por un lado, en las declaraciones de Jacobo Mateo Moquete, ex vocero de la Policía, quien junto al exprocurador Francisco Dominguez Brito aseguraron el 29 de octubre de 2014, que las evidencias hablaban de un autor intelectual.
“De acuerdo a las evidencias recolectadas hasta el momento indican la posibilidad de un autor intelectual, por lo que se profundizan las investigaciones para apresar él o los responsables”, decía Mateo Moquete a la prensa.
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