MARSELLA (FRANCIA).- El cuarto informe de la ONU sobre el desarrollo de los recursos hídricos en el mundo, cuya presentación se hace coincidir hoy con la apertura en Marsella del Foro Mundial del Agua, constituye el documento más exhaustivo existente hasta la fecha sobre el estado global de ese elemento.
El texto, que recopila el trabajo de 28 miembros y socios del mecanismo interinstitucional ONU-Agua y es trienal, parte de las presiones que va a suponer el cambio climático, un crecimiento demográfico estimado en entre 2.000 y 3.000 millones de personas en los próximos 40 años y el consiguiente incremento de la demanda alimentaria y energética.
Adaptarse a los efectos de un aumento de dos grados en la temperatura global, según estimaciones del Banco Mundial en 2010, podría costar entre 70.000 y 100.000 millones de dólares, de los cuales entre 13.700 y 19.200 irían destinados principalmente al suministro de agua y a la gestión de las inundaciones.
La necesidad de responder a un aumento del 60 % de la demanda energética en las próximas tres décadas y de invertir en energía limpia para reducir los efectos del cambio climático hace además de la energía hidráulica y de los biocarburantes factores esenciales en los planes de desarrollo.
La Agencia Internacional de Energía (AIE), de acuerdo con las cifras recogidas en el estudio, calcula que al menos el 5 % del transporte mundial se alimentará de biocarburantes de aquí a 2030 y que su producción podría consumir entre el 20 y el 100 % de la cantidad total de agua utilizada en el mundo por la agricultura.
Teniendo en cuenta que un litro de etanol producido a partir de caña de azúcar necesita 18,4 litros de agua y 1,52 metros cuadrados de tierra, la cantidad de agua requerida por esas plantaciones se cree que podría ser "particularmente devastadora" en regiones como el África Occidental, donde escasea.
La agricultura capta en la actualidad el 70 % del agua dulce planetaria y para 2050 se prevé necesario un aumento de otro 70 % de la producción agrícola y del 19 % de su consumo mundial de agua, porcentaje que podría ser mayor en ausencia de progresos tecnológicos o decisiones políticas adecuadas.
El resto de sectores económicos seguirá disputándose el acceso a los recursos hídricos, y a partir de las conclusiones presentadas hoy, si no cambia el actual modo de consumo las necesidades de agua destinada a la producción energética crecerá el 11,2 % de aquí a 2050.
Dentro de esa misma perspectiva temporal, el aumento de la población en tierras inundables, el cambio climático, la deforestación y el alza del nivel del mar amenaza con hacer pasar el número de personas expuestas a inundaciones a 2.000 millones.
Y el coste económico de esa situación es considerable: la ONU calculó en 2011 que el 90 % de los riesgos naturales están ligados al agua y que el coste total de las al menos 373 catástrofes naturales registradas en 2010 se elevó a 110.000 millones de dólares.
El informe coincide en que de la presión sobre los recursos hídricos no se libra ninguna zona: 120 millones de europeos no tienen acceso al agua potable y en Europa del Sur y ciertas partes de Europa central y del Este los cursos de agua pueden llegar a perder hasta el 80 % de su caudal en verano.
En África, donde la tasa media anual de aumento de la población ronda el 2,6 %, 1,4 puntos más que la media mundial, la demanda implícita de agua acelera la degradación de sus recursos hídricos.
Cerca del 66 % del continente africano es árido o semiárido y más de 300 millones de los 800 que habitan en el África subsahariana viven en un entorno pobre en agua, equivalente a menos de 1.000 metros cúbicos por habitante y año.
Asia y el Pacífico, por otra parte, alojan al 60 % de la población mundial pero no poseen más que el 36 % de los recursos hídricos. En 2008, según el texto, unos 480 millones de personas no tenían acceso a una fuente de agua de calidad y 1.900 millones no disponían de infraestructura sanitaria correcta.
En América Latina y el Caribe, el crecimiento demográfico y el alza de la actividad industrial duplicaron la tasa de extracción de agua en el siglo XX. Y según datos de 2010, el deshielo de los glaciares afecta al suministro de agua de unos 30 millones de personas.
De los países árabes y Asia Occidental se destaca que al menos doce de sus países están afectados por una penuria completa de agua, equivalente a menos de 500 metros cúbicos por persona y año, así como que los conflictos cíclicos presionan las fuentes y los servicios de agua de las zonas de acogida de los exiliados.
El texto aporta además otros datos a nivel global, como que el 80 % de las aguas residuales no se recogen ni tratan y van directas a otras masas de agua o se infiltran en el subsuelo, lo que es fuente de problemas de salud para la población y de un deterioro extendido del medio ambiente.
A pesar de los escasos datos que se tiene sobre las capas freáticas, consideradas unas reservas naturales de agua, se estima que son fundamentales para la subsistencia y la seguridad alimentaria de entre 1.200 y 1.500 millones de hogares rurales en las zonas más pobres de África y Asia.
Y pese a las dificultades de disponer de previsiones concretas, el estudio anima principalmente a la prevención: la OMS estima que los beneficios económicos globales aportados de la división por dos del número de personas sin acceso sostenible a agua potable y a instalaciones sanitarias supera ocho veces el coste de las inversiones.DE EFE
El texto, que recopila el trabajo de 28 miembros y socios del mecanismo interinstitucional ONU-Agua y es trienal, parte de las presiones que va a suponer el cambio climático, un crecimiento demográfico estimado en entre 2.000 y 3.000 millones de personas en los próximos 40 años y el consiguiente incremento de la demanda alimentaria y energética.
Adaptarse a los efectos de un aumento de dos grados en la temperatura global, según estimaciones del Banco Mundial en 2010, podría costar entre 70.000 y 100.000 millones de dólares, de los cuales entre 13.700 y 19.200 irían destinados principalmente al suministro de agua y a la gestión de las inundaciones.
La necesidad de responder a un aumento del 60 % de la demanda energética en las próximas tres décadas y de invertir en energía limpia para reducir los efectos del cambio climático hace además de la energía hidráulica y de los biocarburantes factores esenciales en los planes de desarrollo.
La Agencia Internacional de Energía (AIE), de acuerdo con las cifras recogidas en el estudio, calcula que al menos el 5 % del transporte mundial se alimentará de biocarburantes de aquí a 2030 y que su producción podría consumir entre el 20 y el 100 % de la cantidad total de agua utilizada en el mundo por la agricultura.
Teniendo en cuenta que un litro de etanol producido a partir de caña de azúcar necesita 18,4 litros de agua y 1,52 metros cuadrados de tierra, la cantidad de agua requerida por esas plantaciones se cree que podría ser "particularmente devastadora" en regiones como el África Occidental, donde escasea.
La agricultura capta en la actualidad el 70 % del agua dulce planetaria y para 2050 se prevé necesario un aumento de otro 70 % de la producción agrícola y del 19 % de su consumo mundial de agua, porcentaje que podría ser mayor en ausencia de progresos tecnológicos o decisiones políticas adecuadas.
El resto de sectores económicos seguirá disputándose el acceso a los recursos hídricos, y a partir de las conclusiones presentadas hoy, si no cambia el actual modo de consumo las necesidades de agua destinada a la producción energética crecerá el 11,2 % de aquí a 2050.
Dentro de esa misma perspectiva temporal, el aumento de la población en tierras inundables, el cambio climático, la deforestación y el alza del nivel del mar amenaza con hacer pasar el número de personas expuestas a inundaciones a 2.000 millones.
Y el coste económico de esa situación es considerable: la ONU calculó en 2011 que el 90 % de los riesgos naturales están ligados al agua y que el coste total de las al menos 373 catástrofes naturales registradas en 2010 se elevó a 110.000 millones de dólares.
El informe coincide en que de la presión sobre los recursos hídricos no se libra ninguna zona: 120 millones de europeos no tienen acceso al agua potable y en Europa del Sur y ciertas partes de Europa central y del Este los cursos de agua pueden llegar a perder hasta el 80 % de su caudal en verano.
En África, donde la tasa media anual de aumento de la población ronda el 2,6 %, 1,4 puntos más que la media mundial, la demanda implícita de agua acelera la degradación de sus recursos hídricos.
Cerca del 66 % del continente africano es árido o semiárido y más de 300 millones de los 800 que habitan en el África subsahariana viven en un entorno pobre en agua, equivalente a menos de 1.000 metros cúbicos por habitante y año.
Asia y el Pacífico, por otra parte, alojan al 60 % de la población mundial pero no poseen más que el 36 % de los recursos hídricos. En 2008, según el texto, unos 480 millones de personas no tenían acceso a una fuente de agua de calidad y 1.900 millones no disponían de infraestructura sanitaria correcta.
En América Latina y el Caribe, el crecimiento demográfico y el alza de la actividad industrial duplicaron la tasa de extracción de agua en el siglo XX. Y según datos de 2010, el deshielo de los glaciares afecta al suministro de agua de unos 30 millones de personas.
De los países árabes y Asia Occidental se destaca que al menos doce de sus países están afectados por una penuria completa de agua, equivalente a menos de 500 metros cúbicos por persona y año, así como que los conflictos cíclicos presionan las fuentes y los servicios de agua de las zonas de acogida de los exiliados.
El texto aporta además otros datos a nivel global, como que el 80 % de las aguas residuales no se recogen ni tratan y van directas a otras masas de agua o se infiltran en el subsuelo, lo que es fuente de problemas de salud para la población y de un deterioro extendido del medio ambiente.
A pesar de los escasos datos que se tiene sobre las capas freáticas, consideradas unas reservas naturales de agua, se estima que son fundamentales para la subsistencia y la seguridad alimentaria de entre 1.200 y 1.500 millones de hogares rurales en las zonas más pobres de África y Asia.
Y pese a las dificultades de disponer de previsiones concretas, el estudio anima principalmente a la prevención: la OMS estima que los beneficios económicos globales aportados de la división por dos del número de personas sin acceso sostenible a agua potable y a instalaciones sanitarias supera ocho veces el coste de las inversiones.DE EFE
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