Al conmemorarse ayer el Día Mundial de la Hepatitis, médicos gastroenterólogos alertaron sobre la necesidad de fortalecer la prevención y de que las aseguradoras privadas incluyan los tratamientos dirigidos a curar la hepatitis C, y a controlar la B, cuya incidencia en República Dominicana es de 4.1 y 2.8 por ciento, respectivamente.
Explicaron que actualmente los tratamientos de ambas enfermedades son muy confiables y que incluso se puede hablar de cura, pero que para lograrse se necesita el compromiso no sólo del paciente sino de la familia, así como llevar las indicaciones médicas tal como son prescritas.
Sobre el tema hablaron el presidente de la Sociedad Dominicana de Gastroenterología, Pascal Núñez, así como los gastroenterólogos Sandra Cabrera, Virginia García y Alberto Santana, mientras participaban en un encuentro con pacientes, familiares y facultativos dirigido a la orientación sobre esas enfermedades.
Recordaron que las hepatitis más frecuentes en el país son la A, que puede afectar al 90 por ciento de la población, pero no deja ninguna secuela; la C que se estima afecta al 4.1 por ciento de la población y la B que afecta al 2.8 por ciento y si no se tratan llevan al paciente a condiciones crónicas.
Explicaron que la hepatitis B puede prevenirse mediante la vacunación y que su tratamiento, para evitar que el paciente llegue a cirrosis hepática o cáncer de hígado y otras complicaciones, cuesta alrededor de 1,000 pesos mensuales que debe ser aplicado por cinco años y es cubierto por el paciente, mientras que el tratamiento contra la hepatitis C es de 48 semanas y tiene un costo total de un millón de pesos, que por lo general en el país está siendo cubierto por el Ministerio de Salud Pública, ya que las ARS privadas no le dan cobertura.
Entre las complicaciones de las hepatitis que no son bien tratadas figuran la cirrosis, encefalopatía hepátoica, peritonitis bacteriana, síndrome hepato renal, cáncer hepático, cuyo tratamiento definitivo es el trasplante hepático.
Las personas que mayor riesgo de presentar hepatitis B y C, cuya trasmisión es a través de sangre contaminada y por relaciones sexuales sin protección, son aquellas que han recibido transfusiones sanguíneas, los que se han hecho tatuajes, “piercing” o comparten jeringas.
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