El Sínodo de obispos, que ha dedicado parte de sus trabajos estos días al papel de los homosexuales y los divorciados en la Iglesia católica, destaca también la necesidad de valorar el matrimonio, tal y como lo entiende la Iglesia.
Ello se produce a raíz de que algunos obispos de posiciones más conservadoras hayan levantado la voz al entender que prácticamente se daban por definitivas en el documento de base de la asamblea posturas consideradas como aperturistas en relación a homosexuales y parejas que conviven sin casarse.
Ante ello, el arzobispo de Barcelona, el cardenal español Lluís Martínez Sistach, afirmó hoy en rueda de prensa que el Sínodo continúa trabajando para perfeccionar el documento final que se entregará al papa Francisco cuando esta asamblea extraordinaria sobre la familia concluya, el 19 de octubre.
Este texto definitivo, adelantó, presentará algunas modificaciones respecto a la “Relatio post disceptationem”, presentada por el relator general del Sínodo, el cardenal húngaro Peter Erdö, el pasado lunes.
Frente al revuelo generado, el contenido de ese documento de base y su reflejo en los medios de comunicación ya fueron el martes objeto de precisiones en el Vaticano. Sistach, preguntado sobre qué les diría a aquellos fieles cristianos que pueden estar confundidos precisamente por quienes interpretaron el documento preliminar como una posible apertura de la Iglesia a parejas homosexuales y a las que conviven sin casarse, respondió de forma rotunda.
“La ‘Relatio’ no refleja la postura final de la Iglesia. Es un texto que hay que matizar y modificar y, sobre todo, todos, absolutamente todos, debemos seguir siempre la voluntad de Dios”, dijo Sistach, uno de los participantes en el Sínodo que explicó hoy cómo van las tareas como miembro de uno de los grupos de trabajo, “círculos menores”, en lengua española.
Harían cambios. Al hablar de los trabajos del Sínodo, este cardenal indicó que, “entre los temas debatidos, se ha hablado de la importancia por parte de la Iglesia de reconocer la dignidad de las personas homosexuales, como se reconoce la dignidad de los heterosexuales”. Y añadió- “Todos son personas con independencia de su orientación sexual”. También el arzobispo italiano Rino Fisichella pidió que se maticen algunas palabras en el documento final porque en la “Relatio post disceptationem”, señaló, “vienen escritos puntos con la premisa de ‘muchos padres sinodales opinaron’, cuando en realidad fueron solo algunos”.
Entre los posibles cambios, algunos de los participantes ya han pedido que el Sínodo destaque con más fuerza y claridad que “el matrimonio indisoluble, feliz y fiel para siempre es bello” y “se evite centrarse principalmente en las situaciones familiares imperfectas”, como ya precisó el martes el Vaticano. “En la relación quizá haya un desequilibrio entre la doctrina del Evangelio y la belleza del matrimonio, fiel e indisoluble, y la problemática de los matrimonios que fracasan, que se separan porque no logran ser felices”, apuntó hoy Sistach.
Y prosiguió- “Es importante estar cerca de estos matrimonios que rompen, pero quizá ‘Relatio’ da demasiada extensión a la segunda parte, mucha más que a la primera”. Sobre el aumento del número de rupturas que se producen en la actualidad, Sistach subrayó que es importante que la Iglesia dé valor a la belleza del matrimonio y forme a los jóvenes para que contraigan un compromiso duradero.
“La Iglesia tiene que acompañar también a las parejas después del matrimonio, no solo en la formación previa, para ayudar a aquellas que están próximas a romper, pero que aún no se han divorciado, a que se reconcilien”, sostuvo. Quien también expresó su opinión sobre los divorciados fue el presidente de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, Joseph Edward Kurtz, quien informó de que su “círculo menor” en lengua inglesa había debatido sobre la necesidad de que la “Iglesia católica acoja y dé la bienvenida” a estas personas. Sobre las parejas que conviven sin casarse, el italiano Fisichella indicó que el Sínodo parece avanzar en la dirección de que es importante recuperar la confianza de la sociedad en la fe cristiana y en el matrimonio. “Estamos constatando que hay una crisis de la fe y una crisis de la familia.
Es importante recuperar la confianza en la fe, ahí donde la fe es fuerte, las familias también lo son”, resaltó . Según Fisichella, “en nuestro ‘círculo menor’ pedimos que el documento final dé valor a la familia cristiana y fomente que aquellas parejas que se unen y viven en convivencia comprendan la belleza del matrimonio”.DE EFE
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